Iglesias y Errejón convierten su lucha por el poder en un culebrón venezolano

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Los líderes de Podemos Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.

Aunque Pablo Iglesias quisiera verlo como un capítulo de Juego de Tronos, su pugna con Íñigo Errejón ha degenerado en un culebrón venezolano, lleno de personajes secundarios enfrentados entre sí. Hasta el punto de que la marca Unidos Podemos se ha convertido en un sarcasmo.

Ambos líderes han arrastrado a los principales dirigentes de Podemos, obligándoles a tomar posiciones de cara a la asamblea de Vistalegre II, en la que se disputará el futuro del partido. Mientras Íñigo Errejón se ha hecho fuerte en el aparato del partido, Iglesias tiene algunos de sus apoyos más destacados entre outsiders, convidados de piedra que no participan en la toma de decisiones de la dirección de Podemos.

Entre ellos, los intelectuales orgánicos Juan Carlos Monedero, Jorge Verstrynge, Manolo Monereo (un pata negra procedente del PCE) y Pedro Antonio Honrubia. Iglesias colocó a este último como asesor en el Congreso de los Diputados, tras firmar artículos en los que pide a los cristianos «que se vayan a una isla y se hundan en ella» y sostiene que «España está muerta y acabará en el vertedero de la historia».

Relegado al papel de propagandista del partido por las veleidades neonazis de su juventud y su pasado como número 2 de Fraga, Verstrynge ha caldeado el ambiente tachando a Errejón de «colaboracionista» y representante de la burguesía. Por su parte, Monedero ha enviado un mensaje inequívoco a Errejón: «Si cae Iglesias, cae Podemos y tú te jodes».

El discurso de la ‘cal viva’

El discurso de «la cal viva» en la fallida sesión de investidura de Pedro Sánchez abrió un abismo entre Iglesias y Errejón, que había abogado por un acercamiento al PSOE. Pablo Iglesias apostó por provocar elecciones anticipadas, con la confianza de que la integración de IU en Unidos Podemos facilitara el sorpasso al PSOE.

Pero como resultado del llamado «pacto de los botellines», Unidos Podemos no ganó ni un solo escaño y perdió un millón de votos. Iglesias prefirió culpar de ello a la campaña electoral naïf diseñada por Errejón, llena de apelaciones impostadas al «patriotismo» y a la «sonrisa de un país». Hoy el secretario general de IU, Alberto Garzón, es uno de los principales aliados de Iglesias.

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Del núcleo duro inicial de Podemos, Iglesias cuenta también con el respaldo Irene Montero (su novia y jefa de gabinete), Ramón Espinar (que acumula tres cargos, vulnerando los estatutos del partido) y Rafa Mayoral, cuya cooperativa Kinema cobra cerca de 600.000 euros al año del Gobierno boliviariano de Ecuador.

Entre los líderes regionales, Pablo Iglesias cuenta con el apoyo de los secretarios general de Canarias, Meri Pita, y Baleares, Alberto Jarabo. La primera se ha visto envuelta ahora en un presunto pucherazo, mediante la creación de cuentas de correos falsas, para alterar el resultado de la votación en la que fue elegida.

En cuanto a Jarabo, aún no ha logrado apagar el incendio en Baleares, tras expulsar de Podemos a la presidenta del Parlament, Xelo Huertas, y a la diputada Montse Seijas. Ambas le acusan de utilizar su posición para favorecer la adjudicación de contratos de la televisión autonómica IB3 a su antigua productora.

Demasiados cadáveres en las cunetas

En su camino hacia el poder, Pablo Iglesias ha dejado demasiados cadáveres en el camino, que han pasado a engrosar las filas del errejonismo. Como Sergio Pascual (defenestrado por Iglesias para colocar a Pablo Echenique como secretario de organización) o José Manuel López, destituido por Espinar como portavoz en la asamblea de Madrid.

Íñigo Errejón se ha hecho fuerte en regiones clave como Madrid o el País Vasco. La ex novia de Pablo Iglesias, Tania Sánchez, y la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, han intentado liderar la oposición a Espinar en la capital.

Errejón también ha sumado el apoyo del portavoz de Economía de Podemos, Alberto Montero (que dirigió su beca de investigación en la Universidad de Málaga, por la que ambos han sido expedientados), el portavoz de Exteriores, Pablo Bustinduy (hijo de la ex ministra socialista de Sanidad Ángeles Amador), el responsable de discurso, Jorge Moruno, y el ex secretario general de Podemos en Madrid Luis Alegre.

Del mismo modo, respaldan su causa el juez Juan Pedro Yllanes (quien ha denunciado que Monedero le amenazó en el Congreso por apoyar a los errejonistas), y Jorge Lago (quien cobró 140.000 dólares del Gobierno de Venezuela junto a Carolina Bescansa y Ariel Jerez, como ha informado OKDIARIO).

Por último, también se ha alienado con los errejonistas el responsable de redes sociales de Podemos, Edu Rubiño. Algo que ha llevado a Pablo Iglesias a reunirse con los tuiteros y trolls afines al partido para pedirles que le ayuden a apuntalar su liderazgo. En cuanto a los líderes regionales, Errejón tiene consigo a la secretaria general de Podemos en el País Vasco, Nagua Alba, quien asistió a la última marcha de Bilbao a favor de los presos de ETA.

El cálculo de los anticapitalistas

Aunque su cargo de secretario de Organización le obligaba a mantener una posición neutral, Pablo Echenique ha tomado partido abiertamente por Pablo Iglesias. Hasta el punto de impulsar un nuevo sistema de votación diseñado para favorecer a Iglesias, si como muchos auguran cierra una alianza de última hora con Izquierda Anticapitalista (IA) para liquidar a Errejón.

Esto explicaría por qué los anticapitalistas Teresa Rodríguez (líder de Podemos en Andalucía), su pareja José María González Kichi (alcalde de Cádiz) y el eurodiputado Miguel Urbán intentan mantener ahora una posición equidistante entre pablistas y errejonistas: lo fían todo a un pacto final con Iglesias que les permita ganar cuota de poder en la dirección del partido. Sólo Urbán se ha desmarcado de esta estrategia, al apoyar un documento que cuestiona la independencia de la actual Comisión de Garantías controlada por los afines a Iglesias.

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