Economía

La ralentización no es subjetiva, es una realidad

España sigue pendiente de los comicios del 10 de noviembre. Tras el anunciamiento de nuevas elecciones, el Partido Socialista ha comenzado a reconocer el enfriamiento de la economía nacional y global.

Nadia Calviño
Nadia Calviño, vicepresidenta de asuntos económicos.

España sigue pendiente de los comicios del 10 de noviembre. Tras el anunciamiento de nuevas elecciones, el Partido Socialista ha comenzado a reconocer el enfriamiento de la economía nacional y global.

Mientras escuchamos a la Ministra de Economía, Nadia Calviño, hablar sobre la economía española, uno para a pensar qué es lo que le ocurre a este Gobierno, que, pese a poder visualizar un conjunto de indicadores macroeconómicos en los que las revisiones muestran una clara tendencia negativa, siguen negando lo evidente. Hablamos de una persona que pertenece al selecto club de economistas del estado; el club de élite de los economistas del gobierno.

Un selecto club al que muchos opositan, pero pocos acceden. Un club conformado por economistas del más alto nivel, capaces de aplicar políticas económicas, así como representar –en materia económica- los intereses económicos y comerciales del país allá donde se encuentren. Sin embargo, uno pone en duda la valía de los mismos cuando, ante una severa desaceleración económica, vemos a un gobierno ansioso de deuda, negando una realidad tan evidente como que la economía se ralentiza.

Pero es que, como digo, la ralentización no es opcional, no es subjetiva. Los datos que podemos observar, entre los que se destaca el emitido el viernes por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), muestran una paralización de la economía, con un elenco, como decíamos, de macroindicadores en los que, aproximadamente el 60%, muestran una tendencia, como decía, más que pesimista. Una tendencia que evidencia los fallos coyunturales y estructurales de una economía que funciona, ahora mismo, a la deriva.

Como mencionaba, ante lo ocurrido en el escenario internacional, la fuerte caída que está viviendo la demanda externa, así como la paralización global del comercio por las tensiones arancelarias entre los dos principales bloques económicos a nivel mundial, siguen sacudiendo la economía mundial. Para más inri, el Brexit, así como otros fenómenos que está viviendo el escenario político y la desaceleración que presenta la economía en un proceso ya maduro del ciclo expansivo ponen de manifiesto los crecimientos que, de acuerdo con la OCDE, se pronostican para los próximos años.

Unos crecimientos que recogen una revisión a la baja y que sitúa al crecimiento del PIB Mundial en el 2,9%. Una revisión que no solo significa la más baja de la década, sino que recoge la contrastable y abrupta desaceleración que está viviendo la economía mundial. Una economía que hace un año crecía a ritmos superiores al 4%, pero que ahora, ante la incertidumbre que sacude al escenario político y económico, se ve condenada a crecer de una forma más gradual y provocando la recesión técnica en muchos países que ya viven, de forma más intensa, los efectos de los shocks que recibe la economía.

España, pese al negativismo y los “otros datos” del partido socialista, muestra, y así lo recogen los indicadores, un gran riesgo de paralización económica. Como digo, si observamos los últimos datos de empleo, tanto estacionales como no estacionales, muestran una clara tendencia negativa. Este agosto registrábamos cifras en materia de desempleo que nos situaban en momentos de la gran recesión, así como una cuota de afiliados que llevábamos casi una década sin ver. Unos registros de empleo que, como ya anunciaba el SEPE, se prevé una moderación aun mayor en los próximos meses.

La incertidumbre y la paralización que vive la política nacional está obstaculizando el crecimiento económico. Ante la falta de consenso parlamentario, los empresarios, así como la economía real en su conjunto, ponen de manifiesto, a través de la retención del capital, la baja confianza de los mismos en la economía española. Una confianza que, pese a las declaraciones emitidas por la Ministra acerca de la calificación emitida por Standards & Poors, en boca de la presidencia de la OCDE, pone de manifiesto esa desafección por la actuación política y el cabreo por no lograr la estabilidad necesaria para crecer y un liderazgo político sostenible y proactivo.

Ante esta paralización, temas como la formación brutal del capital fijo, la inversión, la contratación, la creación de empresas; en resumen, todo aquello que genera riqueza real al país, sigue desacelerándose conforme avanza el grado de incertidumbre en el país. El deterioro que está experimentando el balance de riesgos y la incapacidad de alcanzar ese consenso que trate de liderar las reformas que precisa este país para continuar creciendo, está provocando que los empresarios se muestren cautos, paralizando toda inversión acometida, a expensas de lo que ocurra en las próximas elecciones.

Unas elecciones que tampoco parece que estemos teniendo en cuenta en el ámbito internacional, donde los países y la inversión extranjera directa potencial para el país se paraliza de la misma forma que la otra, a expensas de que España cuente con un gobierno robusto y capaz de liderar un gobierno estable y sostenible en el largo plazo. Una realidad que, volviendo al principio, poco se ajusta con la emitida por la Ministra Calviño, que, tanto ella como su partido, no han querido reconocer el enfriamiento de la economía española hasta el anunciamiento de nuevas elecciones nacionales el 10 de noviembre.

La economía española se ralentiza, eso es un hecho. Un hecho que debemos tratar de paliar de la mejor forma posible, pues España, a diferencia de Alemania, no goza de esa margen de maniobra, tanto en materia de deuda como de desempleo, como si goza Alemania. Nuestro país, a diferencia de los homólogos europeos, sigue liderando las tasas de desempleo, así como la de deuda, de la Unión Europea, lo que nos obliga a actuar de forma completamente cautelosa y sin decisiones arbitrarias que agraven la situación vigente.

No podemos seguir yendo a la deriva como vamos. El mundo está actuando, los bancos centrales, aunque erróneamente, se movilizan y la economía sigue desacelerándose. Nos enfrentamos a un problema más serio de lo que realmente queremos. En Italia, la economía ha cosechado recientemente su segunda recesión técnica; Reino Unido, de darse es Brexit duro que pretende materializar Boris Johnson, va por el mismo camino; en el caso de Alemania, el consenso de analistas prevé una recesión en los próximos meses.

Como digo, nos enfrentamos a un problema muy serio, pues España, pese a crecer a mayor ritmo, suele entrar en las recesiones más tarde de lo esperado, por lo que no poner muros de contención para contener la desaceleración, en estos momentos y de darse una mayor pronunciación de la misma, es un completo suicidio económico.

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