Economía

¿Quién necesita oficina propia pudiendo trabajar en un coworking?

Los espacios de trabajo compartidos han pasado de ser la opción “low cost” para micro pymes que no pueden permitirse una sede propia a una alternativa flexible que es abrazada incluso por grandes corporaciones

IWG, el líder del coworking, calienta el mercado e invertirá ocho millones hasta mediados de 2021

coworking
Coworking de Loom.

Si hace unos años un consultor le hubiera propuesto a los directivos de empresas como Banco Santander, IBM o Accenture que se llevaran a una parte de su plantilla a trabajar a un espacio de coworking, las carcajadas se habrían podido escuchar a varios kilómetros a la redonda. ¿Qué necesidad iban a tener esas superempresas de hacer uso de unas oficinas compartidas cuando disponen de recursos casi ilimitados para acomodar a su gente en sus propias instalaciones?

Hoy, sin embargo, esa posibilidad no solo ya no es en absoluto descabellada, sino que es una tendencia en alza a la que se suman cada vez más empresas de todos los sectores y tamaños. “El coworking no es una moda, es la nueva realidad en el día a día del trabajo, un modelo que beneficia tanto a empresas como a empleados de muy diversas maneras”, afirma Marta Grácia, CEO de Cloudworks, compañía que el pasado mes de septiembre abrió Tuset-Diagonal, un espacio con 2.000 metros cuadrados destinados a serviced office y coworking en Barcelona.

Y es que esta modalidad, que abre un tercer espacio como alternativa al trabajo presencial en la sede de la empresa y al teletrabajo desde casa, no ha dejado de crecer desde el final de la pandemia. Según las estimaciones de la consultora CBRE España, en 2022 solo en Madrid y Barcelona se contrató espacio de coworking para alojar a 20.000 trabajadores.

Cambio de chip

Hasta hace unos años, el estatus de una empresa era directamente proporcional al tamaño, localización y lujo que proyectara su sede corporativa. Unas oficinas ‘molonas’, al estilo Google, o caras y suntuosas como las de los grandes despachos de abogados eran sinónimo de éxito empresarial. Hoy esa percepción ha cambiado.

“Tradicionalmente, las oficinas han estado destinadas a mantener una relación con el cliente. Pero hoy ya no es necesario disponer de una oficina propia, ya que el espacio de coworking ofrece todo lo necesario para organizar reuniones y tener esa clase de interacción”, señala Laura Gallardo, directora del área de RRHH de ERNI.

Sin embargo, la posibilidad de reunirse con los clientes ya existía en los antiguos centros de negocios, los antepasados directos de los actuales coworking. Así que debe haber algún otro elemento que haya propiciado el auge del modelo. Y ese otro elemento está muy relacionados con aspectos culturales y con la nueva forma de trabajar que ha traído consigo la revolución tecnológica.

“Los coworking son espacios que promueven la productividad, la creatividad y el networking”, resume Philippe Jiménez, country manager de IWG en España, uno de los grandes proveedores de este tipo de espacios. El hecho de que numerosas startups hayan nacido en este tipo de espacios ha favorecido que sean automáticamente asociados a conceptos como innovación, disrupción o trabajo colaborativo, aspectos muy valorados por las empresas en la actualidad.

Algunas grandes empresas incluso han trasladado a este tipo de espacios sus departamentos de innovación como vía para escapar de la endogamia corporativa y enriquecer a sus equipos a través del contacto con otros profesionales. “Los espacios de trabajo compartidos brindan la oportunidad de socializar dentro y fuera de la compañía. Hay un sentimiento de comunidad que se genera en los espacios comunes del coworking, como cafeterías o zonas de reuniones, que supone un valor añadido para este tipo de centros”, destaca Laura Gallardo.

Cuestión de costes

La pandemia supuso un punto de inflexión en la concepción de lo que debe ser un lugar de trabajo. Muchas organizaciones llegaron a la conclusión de que, en realidad, no necesitaban tantos metros cuadrados para funcionar. Y de que podían ahorrarse significativos costes en alquileres o mantenimiento si se mudaban a una oficina más pequeña y completaban sus necesidades de espacio con una red de espacios de coworking.

“Las compañías se han dado cuenta de que los trabajadores pueden ser igual o más productivos cuando tienen la posibilidad de trabajar desde dónde quieran y cómo quieran”, dice Jiménez. Según un estudio de IWG, el 74% de los CEOs de Fortune 500 tiene previsto reducir el espacio de oficina, y más del 80% de los directores financieros (CFO) esperan que el trabajo híbrido suponga un ahorro de sus costes.

Para Marta Grácia la clave está en que el coworking ofrece a las empresas un mayor control de sus costes y la posibilidad de gestionarlos con flexibilidad. “El coworking te permite adaptarse a distintos contextos económicos o de volumen de trabajo de un equipo. Pagas únicamente por el espacio que necesitas en cada momento y sin comprometerte a una mensualidad”.

Flexibilidad al poder

La llegada de los modelos híbridos al mundo del trabajo hace que la opción coworking cobre pleno sentido. “Un gran porcentaje de los profesionales valoran positivamente la posibilidad de alternar la presencialidad en unas oficinas con los modelos online o de teletrabajo”, confirma Arnau Roca, digital business director de ERNI. La flexibilidad es, de hecho, otra de las características que hacen de los espacios compartidos una opción ganadora para todo tipo de empresas. “Abrir una oficina en un coworking es prácticamente un ‘plug&play’: se puede empezar a trabajar en menos de 24 horas”, añade este experto.

Papel de la tecnología

La tecnología juega un papel esencial en el éxito de estos lugares. “Los sitios de trabajo compartido requieren una mayor organización y la tecnología es imprescindible para ello. Se pueden reservar salas y espacios de manera online, lo que agiliza drásticamente este tipo de gestiones”, argumenta Roca.

¿Por qué elegir un espacio de coworking? Según Philippe Jiménez, se trata de un mix que incluye “beneficios para las personas, que se sienten más motivadas al tener la posibilidad de trabajar cerca de sus casas y cuidar así su bienestar; para el planeta, porque se reducen los traslados innecesarios a las grandes sedes corporativas, y para las empresas, porque ahorran costes sin renunciar a la productividad y reteniendo y fidelizando a su talento”.

Al contrario de lo que sucedía hace unos años, hoy, trabajar en un coworking no solo no es percibido por un profesional como una opción ‘cutre’ o menor, sino que puede ser utilizado por las organizaciones como un factor diferenciador de atracción y retención de talento. Al fin y al cabo, recuerda, Marta Grácia, “los empleados buscan un sitio donde sentirse cómodos, productivos, donde puedan establecer relaciones y conectar con otras realidades profesionales. Y todo eso está en un coworking”.

Lo último en Economía

Últimas noticias