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Ni la marca ni el precio: esto es en lo que debes fijarte para comprar un salmón de calidad, según la OCU

El salmón ahumado se ha convertido en uno de esos productos estrella que no faltan en las mesas cuando queremos aportar un toque sofisticado a una cena entre amigos o también, apostar por un alimento rico en nutrientes. Pero a la hora de elegirlo en el supermercado, muchas veces nos dejamos llevar por la marca o por el precio como si fueran los únicos indicadores de calidad. La realidad, sin embargo, es mucho más compleja. Y así lo señala la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que insiste en que hay otros factores mucho más reveladores sobre la calidad real del salmón.

A pesar de que en la etiqueta pueda figurar que el salmón proviene de Noruega, Escocia o Irlanda, todos ellos pertenecen a la misma especie atlántica. Lo que realmente marca la diferencia no es su origen, sino cómo ha sido criado, procesado y conservado. De hecho, muchos de los salmones que acaban en lonchas ahumadas en nuestras neveras proceden de piscifactorías, aunque también existen productos de pesca salvaje. A partir de ahí, el tratamiento que recibe el pescado es crucial para que conserve su textura, sabor y propiedades nutricionales. Además, hay prácticas industriales poco conocidas que pueden influir directamente en la calidad del producto final. Una de ellas es el llamado stiffening, una fase de refrigeración que debería ser breve pero que en algunos casos se alarga más de lo deseable. La OCU ha dado la voz de alarma para que esta técnica se regule adecuadamente y no comprometa ni la seguridad alimentaria ni el sabor del salmón. Por eso, si realmente quieres disfrutar de un buen salmón ahumado, más allá de lo que diga la etiqueta, hay ciertos detalles clave en los que debes fijarte.

Fíjate en esto para comprar un salmón de calidad, según la OCU

Una vez capturado, el salmón pasa por un proceso que lo convierte en ese manjar tan valorado: se limpia, se somete al ahumado (generalmente con maderas naturales) y finalmente se lonchea. Este proceso puede parecer sencillo, pero está lleno de matices que afectan directamente a la calidad del producto. El tiempo entre el ahumado y el corte en lonchas, por ejemplo, debe ser mínimo. Sin embargo, algunas empresas alargan ese margen aprovechando la flexibilidad legal actual. Por eso, se está debatiendo en Europa una reforma que limite este intervalo a un máximo de cuatro días o, en su defecto, que obligue a congelar el producto a -18 ºC si se va a conservar por más tiempo.

Este tipo de decisiones no son menores: durante ese periodo el salmón puede perder frescura o alterarse su textura. La OCU, en su papel de defensora de los derechos de los consumidores, se ha pronunciado claramente a favor de una regulación más estricta para preservar tanto la seguridad como la calidad. Y es que cuando compras salmón ahumado, esperas un producto jugoso, sabroso y nutritivo y no, uno que lleva meses esperando a ser cortado.

Las claves para identificar un buen salmón ahumado

Una de las claves más importantes que da la OCU a la hora de elegir salmón ahumado de calidad es observar bien su aspecto. Aunque el color pueda parecer un buen indicador, en realidad se trata de un elemento engañoso: depende sobre todo de los colorantes naturales que se añaden en la alimentación del pez. Por eso, un tono más anaranjado o rosado no significa necesariamente que ese salmón sea mejor.

Lo que sí debes tener en cuenta es la textura de la carne. Esta debe ser firme pero jugosa, sin estar reseca ni pastosa. Las lonchas deben ser homogéneas en tamaño y grosor, ya que esto indica un buen tratamiento durante el corte. Si están muy rotas, desiguales o con restos de piel, es probable que se haya trabajado con prisa o poca precisión. También conviene fijarse en la grasa visible: una cierta cantidad en los bordes no es negativa (ya que además se trata de una grasa saludable para el corazón) pero si es excesiva o desproporcionada, puede restarle valor estético y gustativo al producto.

Otro aspecto a considerar es el olor. Un buen salmón ahumado tiene un aroma agradable, sutil, sin notas ácidas ni rancias. Si huele demasiado fuerte o resulta empalagoso, es mejor optar por otra opción.

Qué mirar en la etiqueta (más allá del precio y la marca)

Aunque solemos asociar una etiqueta reconocida con mayor confianza, eso no significa que estemos comprando el mejor producto. En realidad, la etiqueta puede darte pistas más interesantes si sabes dónde mirar. La fecha de consumo preferente es fundamental, y no debería apurarse: la OCU comprobó que, en algunos casos, ese margen es demasiado optimista. Si compras un envase con varios días por delante pero lo ves muy blando o mal cortado, no lo consumas sin más.

También es importante revisar la tabla nutricional. El salmón ahumado es un alimento muy rico en proteínas y contiene vitaminas esenciales como la D y las del grupo B. Sin embargo, hay un punto delicado: la sal. En solo 50 gramos (lo que suele considerarse una ración) puedes estar consumiendo ya el 30 % de la cantidad diaria recomendada. Este dato ha aumentado con el paso del tiempo, por lo que conviene no abusar, especialmente si se tiene presión arterial alta o se sigue una dieta baja en sodio.

Y aunque parezca obvio, comprueba si se han añadido aditivos como nitritos o nitratos. En los estudios realizados por la OCU, no se detectaron niveles preocupantes, pero siempre conviene optar por productos con la menor cantidad posible de estos compuestos.

Consejos para conservarlo y disfrutarlo al máximo

Una vez que has elegido un buen producto, toca conservarlo correctamente. Estas son las pautas que nos da la OCU, para que el salmón se conserve bien y cómo lo podemos consumir.