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Los muebles vintage de IKEA por los que se puede pagar mucho dinero
Mudarse por primera vez y llenar un piso con muebles de IKEA es casi un ritual o una tradición que forma parte de nuestras vidas desde hace años, por no decir décadas. De hecho, muchos seguro que recuerdan esa primera estantería Kallax o la cómoda Hemnes como símbolo de independencia. Muebles prácticos que te resuelven la vida sin necesidad de grandes inversiones. Y es que durante años, IKEA se ha asociado a lo práctico y a lo funcional. Es decir muebles que compras sabiendo que, tal vez en la próxima mudanza, quizá lo dejes atrás. Sin embargo también es cierto que el gigante sueco apuesta por diseños que son muchas veces casi exclusivos y de ahí, que algunas piezas de IKEA, especialmente las más antiguas, sean objeto de deseo para muchos.
De hecho basta con buscar y echar un vistazo a los catálogos antiguos de IKEA, para darnos cuenta de que tiene un legado enorme, con diseños que van mucho más allá de lo barato y lo pasajero. Y así, detrás de sus muebles que se pueden montar con la famosa llave Allen, IKEA guarda más de ocho décadas de trayectoria, con piezas que hoy son codiciadas en subastas y galerías especializadas. Podemos decir entonces que lo que que nació como mobiliario accesible se ha convertido, en algunos casos, en auténticas joyas del diseño moderno.
Gracias entonces al auge del mercado vintage podemos darnos cuenta de lo que mencionamos: un sillón o incluso un frutero de IKEA puede alcanzar cifras impensables hace apenas unos años. Lo que antes era un mueble sin más, hoy puede ser una inversión. Y es que IKEA también supo arriesgar, trabajar con diseñadores que luego se hicieron famosos y lanzar modelos que hoy tienen tanto valor estético como histórico.
El sillón Cavelli
Diseñado entre 1958 y 1959 por Bengt Ruda, el sillón Cavelli es una de las piezas más buscadas de IKEA. Su forma curva, elegante y casi escultórica lo coloca dentro de lo mejor del diseño escandinavo de mediados del siglo XX. No es un mueble que aparezca todos los días: encontrar uno en buen estado es casi imposible. Y precisamente por esa rareza, cuando surge en una subasta puede superar los 16.000 euros. Un contraste enorme si pensamos que la imagen habitual de IKEA sigue siendo la de muebles baratos y de usar hasta que se rompan.
El sillón Natura
Karin Mobring fue la primera diseñadora de la marca y dejó más de un centenar de modelos para la historia. Entre ellos, el sillón Natura es quizá el más representativo. Minimalista, cómodo y con una estructura de cuero que le da personalidad, se ha convertido en un clásico atemporal. Su diseño encaja igual de bien en un salón de los años 70 que en un piso actual. En el mercado de coleccionistas, un modelo bien conservado puede llegar a costar alrededor de 1.000 euros. Una prueba de que IKEA no solo fabricaba muebles prácticos, también piezas con alma.
El sillón Amiral
De nuevo de la mano de Karin Mobring nació el sillón Amiral. Con su estructura metálica cromada y el asiento de cuero, recuerda al mobiliario de mediados de siglo que se vende en galerías internacionales por cifras altísimas. Hoy, aunque se diseñó como una opción accesible, este modelo de IKEA puede alcanzar hasta 2.500 dólares en el mercado de segunda mano. Elegante y duradero, es otro ejemplo de cómo la marca sueca supo interpretar tendencias globales y adaptarlas a su propio estilo.
El sillón Impala
En 1972, Gillis Lundgren, uno de los primeros empleados de IKEA y creador de la famosa estantería BILLY, lanzó el sillón Impala. Su forma amplia, el tapizado capitoné y su aire relajado son puro diseño setentero. Pero más allá de la nostalgia, lo cierto es que sigue siendo un mueble cómodo y con mucha presencia, algo que lo hace muy atractivo en la decoración actual. En el mercado vintage puede superar los 10.000 euros, situándose entre las piezas más valiosas de la firma sueca.
Otros muebles vintage de IKEA que también valen la pena
Aunque estos cuatro son los más llamativos, no son los únicos que han despertado pasiones entre coleccionistas y amantes del diseño. La silla giratoria Swivel, con su vibrante color azul de los 80-90, es uno de esos objetos que devuelven de golpe a una época y que hoy se buscan por su estética posmoderna. La mecedora de mimbre de los 90, ligera y cómoda, ha regresado con fuerza gracias a la tendencia de recuperar materiales naturales en decoración. La silla Vilbert, creada por Verner Panton en 1993, es un ejemplo perfecto de diseño atrevido y escultural que hoy supera fácilmente los 1.000 euros. Y, para sorpresa de muchos, también hay accesorios pequeños que cotizan alto, como el frutero Wire de los años 90, un objeto de cocina funcional que ahora se ha convertido en pieza de colección.
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