Naturgy desarrolla un sistema de almacenamiento a partir de baterías de coches eléctricos
La innovación y la experimentación por parte de las compañías son ingredientes imprescindibles para conseguir soluciones más eficientes, sobre todo cuando hablamos del sector de la energía. El cual, además, está inmerso en una carrera intensa por la descarbonización y la reducción de residuos. Por ello Naturgy, en colaboración público-privada, ha finalizado con éxito las primeras pruebas de la instalación y desarrollo de un sistema de almacenamiento energético basado en baterías de segunda vida procedentes de vehículos eléctricos de la marca Mercedes-Benz. En concreto, Naturgy ha colaboradocon la Fundación Ciudad de la Energía (CIUDEN) adscrita al Instituto para la Transición Justa (ITJ) dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO)..
Un proyecto que es, sin duda, un ejemplo de economía circular, ya que aprovecha las baterías de segunda vida de vehículos eléctricos, prolongando su vida útil, reduciendo el impacto ambiental generado por su reciclaje, y dando una solución al sector del almacenamiento energético, un aspecto clave para asegurar la estabilidad y flexibilidad de la red eléctrica, algo esencial a medida que aumenta la penetración de energías renovables.
El proyecto se está desarrollando en las instalaciones del Centro de Desarrollo de Tecnologías de CIUDEN en Cubillos del Sil (León), y sumará la participación de la startup europea Octave, que se encargará de realizar el reacondicionamiento de las baterías, así como de desarrollar e integrar el software de control del sistema de almacenamiento.
Encontrar una vida útil a las baterías, un residuo llamado a crecer
Las baterías, proceden de dos espacios: descartes de la propia fábrica de Mercedes-Benz debido a una degradación temporal o retiradas de circulación tras su uso en carretera.
Jesús Chapado, director de Innovación de Naturgy, ha señalado que este proyecto de la compañía es un abordaje a los grandes desafíos del futuro. «Retos como, por ejemplo, encontrar una nueva utilidad para las baterías de vehículos eléctricos al final de su vida útil, un residuo que, además, está destinado a crecer significativamente en los próximos años». Por ello, ha detallado, «la innovación es la herramienta clave en la búsqueda de soluciones energéticas limpias para la transición en la que nos encontramos inmersos».
Dos años de pruebas
En el marco de este proyecto conjunto, se han instalado aproximadamente 0,5 MWh de capacidad de almacenamiento energético mediante estos sistemas de baterías de segunda vida. Ahora, una vez hecha la instalación, lo que se va a realizar durante dos años es un proceso de pruebas muy exhaustivas, con el fin de analizar cómo se comportan las baterías en distintas situaciones, y de este modo, obtener información sobre su rendimiento y degradación bajo diferentes escenarios de uso, ayudando a determinar su viabilidad y eficiencia en el largo plazo.
Javier Quiñones, director ejecutivo del área de I+D+i de CIUDEN, por su parte, ha indicado que «este proyecto demuestra cómo ideas basadas en la economía circular permiten un significativo avance en la descarbonización de nuestra sociedad». Y ha defendido, además, que los «resultados de esta colaboración público-privada serán impulsores tanto desde el punto de vista mercantil, como del desarrollo en la utilización de energías renovables, la minimización de la huella de carbono y de la generación de residuos».
Y es que este ambicioso proyecto entre Naturgy y CIUDEN va a permitir diferentes avances en materia de energías limpias y medioambiente. Este proyecto consigue, en primer lugar, extraer el potencial de las baterías que ya no son adecuadas para su uso en automoción. Ya que, lejos de ser inservibles, las baterías de segunda vida permiten explotar su utilidad en otras aplicaciones, generando así beneficios económicos y ambientales.
Y, en segundo lugar, darles un nuevo uso antes de su reciclaje reduce la generación de residuos y mitiga la explotación de recursos naturales, como los minerales necesarios para su fabricación. Se trata de una iniciativa coherente con la transición energética, en la que las soluciones de almacenamiento deben ser tan sostenibles como las fuentes de energía que apoyan.
Un 70% de vida tras su uso en coches eléctricos
Una vez que las baterías alcanzan el final de su vida útil en los vehículos eléctricos, aún conservan entre el 70% y el 80% de su capacidad. Esta capacidad residual las convierte en candidatas ideales para aplicaciones estacionarias, como el almacenamiento de energía renovable o para prestar servicios a la red eléctrica. Al reutilizarlas, se extiende su ciclo de vida, se reduce su impacto ambiental y se incrementa la proporción de energía limpia que se integra en la red. Además, se generan beneficios económicos al reducir los costes asociados a su eliminación y al convertirlas en un activo residual valioso.
Con este proyecto, los sistemas de almacenamiento generados, con mayor potencia y duración que las baterías de vehículos de los que parten, permitirán el almacenamiento de energía tanto en proyectos hibridados con plantas renovables como stand alone, por lo que sus aplicaciones pueden ser diversas y servir para proveer servicios de soporte a la red eléctrica.
Este sistema puede estar formado por tantos módulos de baterías como capacidad de almacenamiento se quiera alcanzar, y se trata de una solución que se podría emplear tanto para dar soporte a la red eléctrica como para el ámbito industrial y residencial asociado a instalaciones de autoconsumo.