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¡La era de la estupidez!

El 'gap' provocado por los bancos centrales y los gobiernos sobre la redistribución de la riqueza son dos de los grandes problemas de la sociedad

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El desarrollador de 'software' para empresas SAP reestructurará el 7,4% de su plantilla este 2024.

«La sabiduría y la prudencia de nada sirven si no se presenta una ocasión propicia; los buenos arados nada pueden por sí solos, si no se presenta una estación favorable», Confucio.

La propia evolución de la historia de las civilizaciones nos ha hecho olvidar aquello de ¿quiénes somos? y ¿de dónde venimos? O meramente preguntarnos el porqué de las cosas. La evolución de la sociedad así como el avance tecnológico han desarrollado una clase social media, despreocupada y acomodada en el confort del progreso. La gran particularidad del capitalismo ha sido la creación de ciudadanos al albur del consumo digital. Cada vez más conectados, pero cada vez más solitarios.

Los problemas sociales de las economías desarrolladas distan mucho de los problemas que antaño azotaban el mundo, como el hambre y las guerras. El sacrificio de las sociedades siempre se ha desenvuelto con la evolución de la tecnología y a lo largo de las civilizaciones hemos vivido diferentes revoluciones, que de un modo u otro han acabado con el establishment social. Hoy, el gap provocado por los bancos centrales y los gobiernos sobre la redistribución de la riqueza, así como la escasez en la oferta inmobiliaria como consecuencia de la burbuja que azotó el capitalismo entre 2005 y 2007, son sin duda dos de los grandes problemas de nuestra sociedad.

El tercero y el más importante, los populismos y la falta de liderazgo. Para mí, sólo los locos y los solitarios pueden permitirse el lujo de ser ellos mismos. Porque los solitarios no necesitan completar a nadie y a los locos, no les importa ser comprendidos. En definitiva, necesitamos nuevas inspiraciones.

La revolución francesa fue el primer paso hacia la democracia, y la revolución industrial el primer paso a la implantación de la burguesía. Hoy en día vivimos una era fascinante, la era de la revolución digital y de la inteligencia artificial. El gran desarrollo tecnológico nos ha permitido pasar de la era industrial a una economía de servicios, lo que por definición es un paso más del asentamiento capitalista sobre el bienestar social. Piénsenlo, las máquinas hacen el trabajo duro y los ordenadores han logrado desarrollar complejos cálculos matemáticos en milisegundos.

Todos estos avances han logrado que el mundo vaya a una velocidad difícilmente asumible. Está claro que toda era de cambios tiene que llegar a un fin, en el que el horario laboral se reduzca y las empresas de servicios dominen un mundo, por cierto cada vez más sostenible y más simple. Sin embargo, si bien es cierto que el capitalismo y el desarrollo social tiene cada vez más ventajas, también lo es que lleva implícito un camino tremendo sobre la decadencia moral de nuestra sociedad y riesgos que para nada son superfluos.

Si la revolución digital ha acelerado el acomodamiento de dicha sociedad y la precariedad, ¿qué sucederá con la inteligencia artificial? Es evidente que este mundo debe reconocer con inmediatez que la pobreza es y será un problema social gravísimo en el futuro si no se remedia con educación y motivación. Esta sociedad debe imperativamente prepararse para obtener trabajos altamente cualificados y estar capacitados para una era en la que se premiará a la gente extremadamente competente, pero dejará con graves problemas de reubicación social a las personas que no tengan un grado elevado de especialización.

era estupidez
 

Sin lugar a dudas, la especialización, la educación y anticiparse al cambi, es más importante que el ansia regulatoria de los líderes europeos en materia de inteligencia artificial. El hermoso ‘henko’… en japonés significa ese cambio profundo y transformador del que no hay retorno al estado inicial. Es ese punto exacto de inflexión que nos alza por encima del miedo y las preocupaciones, adoptando una nueva actitud ante la vida.

Gracias a mi profesión de Trader, he asistido a través del mercado a los años probablemente más intensos en información que ha conocido la historia de la humanidad. Cada noticia se refleja a través de las pantallas de cotizaciones con una perfecta sinfonía, y de cada conclusión he tomado una decisión. Las decisiones tomadas han marcado mi vida y he llegado a comprender de manera casi cínica todos los mensajes de nuestros banqueros centrales, políticos de turno, empresarios e incluso, en cierto modo, hechos que han marcado la historia reciente de nuestra sociedad.

Hoy en día se ciernen muchas cuestiones: ¿qué sucederá con la inteligencia artificial?; ¿cómo terminará el colapso inmobiliario en China?; ¿qué sucederá con las tensiones geopolíticas existentes entre occidente y el mundo árabe?; ¿qué nos está indicando el oro?… Está claro que 2023 ha sido un año pausado en cuanto a las cotizaciones, pero intenso en cuanto a la información. La capitulación de los bonos y el intento de romper al alza de los metales no son más que síntomas que explican de alguna manera un posible movimiento de estanflación, con inflaciones ciertamente menores de las vividas en los últimos meses, pero superiores a las de la década previa a la pandemia.

Un entorno político crispado, en el que las élites siguen ampliando cuotas de poder drenando libertades y expropiando mediante inflación e impuestos la propiedad privada. Con populismos que exaltan con base en la mentira y el odio a las clases medias más desfavorecidas, dirigiendo su atención hacia cabezas de turco ajenos a la realidad y una precariedad salarial consecuencia de la asfixia fiscal y del rigor burocrático y la falta de simplificación sobre los modelos de inversión, mientras que la falta de acceso a la vivienda tiene que ver en parte con un modelo geográfico que incita a las grandes poblaciones y que estrangula los precios ante la falta de oferta. ¡Es inadmisible!

Entre tanto, en nuestra querida España los problemas no dejan de ampliarse ante un Gobierno incapaz de gobernar en minoría y necesitado de unas minorías radicales (cada vez más amplias), para poder gobernar y contentar a la alianza ejecutiva levantando muros contra una oposición que linda la mitad de los ciudadanos. Este entorno de crispación siempre ha significado un halo de esperanza en los mercados, pues es en las crisis donde surgen las oportunidades, y está claro que el mundo civilizado necesita un reset global que nos haga pensar si el camino ‘woke’ es el camino que queremos recorrer, o dirigirnos a un mundo asentado en el sentido común, el liderazgo y enfrentando la realidad a la que nos dirigimos con iniciativa y determinación.

Intuyo que en los mercados veremos un giro a la sabiduría y la prudencia, esperemos que las condiciones sociales presenten además, una estación propicia favorable para que este giro del mercado hacia el valor y la racionalidad incidan en un factor clave y es que esta burbuja de estupidez creada al albur de la expansión monetaria de los bancos centrales, al fin haya estallado. Sin duda y en gran medida, que ello se haga realidad depende el futuro de la próxima generación. Por mi parte, queridos míos, seguiré confiando en la pronoia griega, esa total convicción de que el universo está sigilosamente conspirando a mi, o a nuestro favor.

Gisela Turazzini, Blackbird Bank Founder CEO.

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