ECONOMÍA

Argentina: ¡alea iacta est!

Milei, libertario, capitalismo
Javier Milei, presidente electo de Argentina (Foto: Europa Press)

«Aléjate de aquellas personas que intentan menospreciar tus ambiciones. Las mentes pequeñas siempre lo harán, pero las grandes te harán sentir que tú también puedes llegar a ser grande». Mark Twain

La manipulación y el engaño son grandes defectos sociales que consisten en incidir sobre el comportamiento grupal de la población. Gustave Le Bon, en su libro psicología de las masas nos explicó de qué manera el ser humano transforma su comportamiento racional en estúpido, justo cuando forma parte del colectivo. El colectivo suele absorber el comportamiento del individuo convirtiéndose en una unidad conductual. Este hecho tan habitual en los comportamientos gregarios del mercado suelen manifestarse en forma de reivindicación social, ya sea los domingos en día de partido o bien en las reclamaciones ante las injusticias sociales de alguna de las partes que forman nuestra sociedad.

De hecho, Goebbels simplificó la adulteración social en sus 11 principios básicos de manipulación, que lograron convencer al sensato pueblo alemán de los principios del Nazismo. La manipulación y el engaño entonces, son formas de propaganda que subyacen de manera inherente a cualquier estamento de poder. Al fin y al cabo, el populismo es más convincente a la hora de convencer a las masas, que cualquier argumento lógico. Sólo en casos de extrema necesidad se permite romper las normas, por ejemplo cuando un sistema fallido necesita un plan de choque que permite asumir el miedo interpuesto por el establishment, algo a lo que actualmente estamos asistiendo tras la victoria de Javier Milei en Argentina. Hoy, la socialdemocracia europea respira intranquila ante la llegada al poder de un ‘outsider’ que defiende el desmantelamiento del Estado y de los privilegios del poder en forma de anarquía del capital privado. ¡Extrema derecha le llaman! Pero no lo es.

Les explicaré que a lo largo de mi carrera formativa e intelectual, he ido avanzando en las corrientes de la escuela austríaca de economía al amparo de von Mises, Hayek, Rothbard y nuestro querido Huerta de Soto. Soy firme creyente del anarcocapitalismo y lo soy principalmente por la defensa de la propiedad privada y de la libertad por encima de cualquier imposición sea de derechas, centro o de izquierda, ya conocen mi postura al respecto, no me gustan los políticos. No creo en la imposición coercitiva del Estado en forma de impuestos, creo en la solidaridad y en que una nación se valga por sí misma. Como dice Milei; “no pretendo ser pastor de corderos, he venido a despertar leones”. Dicho de otro modo, no he venido a inundar de propaganda y populismo al pueblo con mentiras, sino a incentivar el despertar a través del incentivo de un pueblo desolado por 40 años de kirchnerismo y corrupción que nos han echado de Argentina a más de uno, entre ellos y ellas me incluyo.

En 1948, justo después de la segunda guerra mundial, Alemania vivía en la miseria más absoluta tras la incesante campaña de los aliados bombardeando y destruyendo Alemania. Alemania, liderada por dichos aliados había impuesto restricciones de precios y cartillas de racionamiento a sus ciudadanos para poder alimentarse y en ese estado de miseria absoluta los aliados nombraron a Konrad Adenauer canciller alemán, uno de los pocos políticos que se opuso a Hitler antes de la oscura época del nazismo, con el objetivo de sacar a Alemania de la crisis. Su solución fue nombrar a Ludwig Erhard como responsable máximo en economía, siendo un discípulo de von Mises y un brillante economista alemán que defendía en su mandato que quería probar sus propias fuerzas, hacerse cargo de sí mismo, ser responsable de su propio destino. Y decía, “te encargo a ti, Estado, crear las condiciones para que pueda hacerlo”. Ante esta declaración de intenciones, Erhard implementó el plan que se convertiría en el “milagro económico alemán”.

¿Y en qué consistía el milagro alemán? pues en la aplicación de este plan de reformas que os cuento a continuación: “La flexibilización del sistema estatal de distribución de mercadería y control de precios encuentra sus límites allí donde es necesario: 1- garantizar la protección de los sectores económicamente más débiles; 2 – asegurar la ejecución de programas económicos en interés público; 3 – impedir que influencias monopólicas puedan aprovecharse de la situación de emergencia que vive la población”.

Con este escueto plan se eliminaron las cartillas de racionamiento y el tope en los precios y la inflación en Alemania no superó el 2% anual hasta el 1960, los salarios reales crecieron a una tasa del 9% anual hasta el año 1954 y el PIB se multiplicó al ritmo del 8% anualizado en este periodo. El plan de ‘shock’ que consistió en liberalizar toda la economía convirtió las cartilla de racionamiento y el mercado negro en boyantes mercados resurgidos de manera espontánea con todo tipo de víveres en tan solo 3 días, demostrando que la libertad debe conjugarse con el orden, ya que un orden sin libertad lleva a la coacción, y una libertad sin orden amenaza con degenerarse rápidamente y convertirse en absoluto caos.

Como ven mis queridos lectores, las bases de la manipulación y el engaño forman parte de la ignorancia, al fin y al cabo es más fácil creer que alguien se ha esforzado por proponer un argumento que en dedicar tiempo para contrastarlo. La libertad no entiende de derechas ni de izquierdas, puesto que la libertad no entiende de Estado ni de poder. La libertad entiende el siempre útil lenguaje del trabajo, del sacrificio, de la meritocracia y de los incentivos. La libertad entiende que no necesitamos un papá Estado coercitivo que nos imponga de qué manera tenemos que vivir nuestras vidas, que crea súbditos de su necesidad y desmotiva a sus ciudadanos. Como dice Javier Milei; “necesitamos despertar leones y alejarnos de aquellas personas fracasadas que intentan menospreciar nuestras ambiciones”. Puesto que las mentes pequeñas siempre se preguntarán el motivo de su fracaso en vez de esforzarse por superarse y conseguir su tan anhelado éxito. Las personas sanas nos ayudarán a creer en nosotros mismos a través de la admiración y no de la envidia, y las personas grandes nos guiarán con su ejemplo para despertar lo mejor de nuestra urdimbre interior. El Estado debe simplemente canalizar las reglas y el orden para que la libertad no se convierta en caos, nada más que eso. Y en eso señoras y señores, mi tan amada Argentina se convierte a partir del 10 de diciembre de este año en un conejillo de indias que nos permitirá observar el despertar de una nación sumida en la miseria comunista, una vez dadas las herramientas necesarias para que en este caso el pueblo argentino se de cuenta de que si quiere, las duras secuelas de 40 años de miseria, corrupción y delincuentes se terminaron para siempre. Desde lo más profundo de mi corazón deseo que así sea, sin duda la suerte está echada.

Gisela Turazzini, Blackbird Bank Founder CEO

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