Atenas recibe a los hombres de negro de la troika sin haber hecho los deberes
La realidad es tozuda y los números mucho más. De esta forma podríamos resumir la situación en la que sigue inmersa Grecia, que parece haber pasado a un segundo plano informativo por las amenazas que acechan al Viejo Continente.
El posible Brexit antes de verano, o la amenaza yihadista no deben ocultar otros problemas económicos que azotan a la UE. Por un lado, el débil crecimiento de la economía mundial y por otro el asunto griego que dista mucho de estar resuelto.
Por este motivo, una delegación de los llamados «hombres de negro» irá a Grecia esta semana (se suelen desplazar los jueves aunque todavía la fecha no está confirmada) para comprobar sobre el terreno cómo van las reformas que les prometió Alexis Tsipras en el marco del tercer rescate griego que tantos quebraderos de cabeza trajeron en un pasado no muy lejano.
Bien es cierto que la crisis de los refugiados ha hecho más indulgente a Europa con su díscolo miembro, pues son en sus costas y en sus campos en los que arriban buena parte de los refugiados que están llegando hasta suelo europeo.
Con todo, los acreedores no olvidan los importantes desajustes que el Gobierno de Syriza (los hermanos de Podemos como ellos mismos se califican) arrastran y no acaban de poner coto.
Las últimas discrepancias entre la UE y el FMI sobre las exigencias que hay que trasladar al primer ministro griego han ido retrasando dicha revisión que acumula ya un mes de demora. Algo que inquieta al propio Ejecutivo de Tsipras que quiere que concluya la fase de estudio de la Troika para poder aplicar las políticas exigidas y pasar a la cuestión mollar para la economía griega; que no es otra que la reestructuración de la deuda.
Los hombres de negro que van a Atenas buscan limar la diferencia de una brecha fiscal estimada en el 1% del PIB griego entre lo que se recauda y lo que se debería pagar. Con todo, la reforma mas importante a la que se enfrentan los funcionarios europeos es el tema de las pensiones. Una medida que ha provocado un tira y afloja de varios meses entre los acreedores y el Gobierno populista de Syriza.
El principal objetivo marcado por el primer ministro griego en esta etapa de la negociación es minimizar al máximo los recortes a los pensionistas. De ahí que se haya planteado a la Troika la posibilidad de subirle la carga impositiva a las rentas superiores a los 30.000 euros anuales. Algo que no ha sentado muy bien entre los acreedores pues ellos lo que demandan es exigir un aumento de los impuestos a aquellos ciudadanos que declaran de 7.000 a 9.500 euros, así como, a los pensionistas que cobran 600 euros. Es decir, a prácticamente toda la población activa.
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