River – Boca: quilombo en el Bernabéu
River Plate y Boca Juniors, al fin, jugarán la gran final de la Libertadores 2018: será en Madrid ante los episodios de violencia en Buenos Aires
Es el partido de clubes del año y uno de los más mediáticos y relevantes de la historia reciente de este deporte
Ahora sí. Al fin la final de la Copa Libertadores 2018 se jugará. Y lo hará a miles de kilómetros de Buenos Aires, la ciudad que debería albergar el partido de fútbol del año y la final más mediática y emocionante de la historia de la principal competición sudamericana. El River – Boca ya está aquí.
Será Madrid y será el Santiago Bernabéu. Este domingo 9 de diciembre, a las 20:30 hora peninsular española, se disputará, tras dos semanas de retraso, el River Plate – Boca Juniors, partido de vuelta de la final (2-2 en la ida en La Bombonera). Se jugará en un campo neutral por los incidentes ocurridos en El Monumental, donde los hinchas radicales de River Plate agredieron a los jugadores de Boca cuando iban en el autobús.
La CONMEBOL, no sin polémica, decidió quitar a los argentinos (y sudamericanos) la final de su competición. Fue la decisión radical para acabar con tanta violencia. Ante esa situación, Madrid (y el Real) se pusieron a disposición. España, país hermano de la Argentina, acogerá el River Plate – Boca Juniors más importante de la historia. Hay un título en juego y no es uno cualquiera. Es la Champions de Sudamérica.
Sí, se jugará al fútbol en Madrid
Con Madrid preparada para el gran desembarco de aficionados argentinos, y prácticamente blindada ante el mayor dispositivo de seguridad en evento deportivo de la historia de la ciudad, River y Boca jugarán un partido de fútbol, el más bonito de todos y a su vez el más relevante de su historia. No conviene olvidar que en el fondo de todo lo que ha pasado hay una cosa común: el título de la Copa Libertadores, el máximo trofeo al que pueden aspirar los equipos sudamericanos.
Ya no hay vuelta atrás. River quiso que se jugara en El Monumental (clausurado dos partidos), Boca que directamente no se disputara el partido (y se lo dieran por ganado) y la CONMEBOL utilizó el argumento de la neutralidad del Santiago Bernabéu. Y se jugará. Y no queda otra que ganar.
El 2-2 de la ida en La Bombonera (se jugó ya hace cuatro semanas, casi un mes) no tiene ya ninguna relevancia en este encuentro de vuelta. En la Libertadores no se cuenta el valor doble de los goles a domicilio por lo que cualquier empate, sea cual sea el número de goles, llevará el encuentro a la prórroga. Y, lógicamente, cualquier victoria de River o Boca les hace campeones.
El apogeo de un River – Boca
En Madrid se juega mucho más que un partido de fútbol y que una final. Es el encuentro de toda una vida, un duelo que no solo valdrá para una generación sino para todas las que vengan después. No exageramos ante el valor histórico de una rivalidad caliente, una de las más profundas del mundo del fútbol, y que alcanza su apogeo allí donde más lo podía tener: una final de la Libertadores.
A priori River partía como favorito si es que en un partido así se pueden poner estos calificativos. El equipo entrenado por Marcelo Gallardo, héroe en el lado ‘millonario’ de Buenos Aires, tiene un bloque con más consistencia que Boca, aunque este año no es que ninguno haya estado muy bien. Con 13 jornadas de liga disputadas, Boca es quinto y River décimo. Ambos llegaron a la final sufriendo una eternidad, especialmente River con una épica remontada a Gremio en Brasil.
River se presenta con Palacios, el anhelo del Real Madrid, que tendrá su primer contacto con el Bernabéu. A su lado estarán Enzo Pérez y Ponzio, dos viejos conocidos del fútbol español. Arriba el experimentado Pratto, que llegó a jugar en Boca. En la portería, otro conocido como Armani, portero titular de Argentina en el último Mundial.
Por parte de Boca, Guillermo, técnico xeneize, se aferra a la neutralidad del escenario para sorprender. Pavón y Ramón Ábila se perfilan como titulares, aunque Benedetto (que metió nada más salir en el partido de ida) también peleará por un puesto.
Después de este Boca – River no hay vida: hay eternidad para el que gane e infierno continuo para el que pierda. Será en Madrid y no en Buenos Aires. Tras el pitido final, que todo sea fútbol. Recemos.