El Plan B no enamora, pero funciona
A Zinedine Zidane le sigue funcionando su segunda unidad. El Real Madrid se impuso al Leganés con un gol in-extremis de Marco Asensio, en un partido en el que los más jóvenes volvieron a tener su oportunidad. Y el mallorquín volvió a dejar muestras de su indudable calidad con un soberano golazo. Ejerciendo de líder del equipo, dio otra victoria a los madridistas, que no saben lo que es perder esta campaña cuando juega con sus suplentes.
Cierto es que el fondo de armario del Madrid está lejos del nivel mostrado el año pasado. Cada vez que Zizou saltaba al terreno de juego con 11 hombres distintos a los habituales titulares, estos dejaban constancia de que merecían jugar más minutos. Su participación era sinónimo de goleada asegurada. La asociación de los Asensio, Isco, Lucas, James o Morata era letal. El juego desplegado por los madridistas era de lo mejor que se había visto en años por el Bernabéu.
Pero este curso, esa vistosidad del ‘Plan B’ se ha perdido. Las bajas sufridas en verano se han apuntalado con Llorente, Ceballos o Mayoral y el bajón ha sido evidente. No juegan igual. Ya no enamoran como entonces. Pero siguen siendo igual de efectivos. El pasado curso fue en Liga y en este toca la Copa. Por el momento, no se les puede poner un pero en cuanto a resultados. Tres victorias a domicilio y sin encajar, mientras que en casa tienen en su haber dos empates. El resultado está claro: se sufre, pero se gana. Al igual que sucedía en el pasado, con la famosa flor de Zidane.
La flor terminó convirtiéndose en un jardín entero y, ahora, en los momentos más delicados, el técnico ha encontrado a los jardineros perfectos para que vuelva a brotar. Esos que por el momento tienen al Madrid con la eliminatoria de cuartos encarrilada. Los mismos que se la dejaron casi resuelta en las rondas anteriores, frente al Fuenlabrada y el Numancia.
Más finos de cara a gol
Mientras los titulares no son capaces de hacer gol aunque generen innumerables ocasiones en cada partido, los 11 de la Copa aprovechan las pocas que tienen. Frente al Fuenlabrada, sacaron dos penaltis en lo poco que fabricaron en ataque, igual que en Soria. En Butarque, las oportunidades del Madrid de cara a puerta se pudieron contar con los dedos de una mano -y sobrarían dedos- y, sin embargo, se venció.
La efectividad de cara a puerta es un factor que, en este caso, está a favor de los madridistas. Zidane recuperó en Leganés por un momento su sonrisa. Y es que, en el momento en el que todas las críticas se centran en su persona, se la volvió a jugar. Se mantuvo fiel a sus ideas. Rotó de nuevo masivamente y le salió de maravilla, como siempre.
El madridismo se ha acostumbrado a sufrir desde su llegada al banquillo. Pero el sufrimiento está justificado si al término de la temporada las vitrinas se van llenando de títulos. Por ahora, la unidad B del francés continúa dando resultado. En cuartos de Copa y con las semis a la vuelta de la esquina, tras el 0-1 contra los pepineros. Sólo queda seguir avanzando y, poco a poco, encontrar el buen juego perdido.