Modric, el niño de la guerra que puede conquistar el mundo
Modric sufrió la guerra de los Balcanes, pero ahora es uno de los mejores jugadores del mundo
Luka Modric está ante su gran oportunidad de ascender de forma definitiva a la historia del fútbol mundial. Por su juego y calidad debería llevar mucho tiempo instalado entre los mejores, pero los focos mediáticos no le alumbran como a otros. El alma de la selección croata siempre se ha caracterizado por hacer las cosas normales, prácticas, pero al mismo tiempo bellas y casi mágicas. En estos momentos se puede decir que es el mejor del mundo en su posición y, si alza el trofeo dorado al cielo de Moscú, tiene muchas opciones de ser reconocido como merece. Pero para llegar hasta aquí, el de Zadar ha tenido que superar muchos obstáculos, y no sólo futbolísticos.
Modric nació un 9 de septiembre de 1985 en Zadar, en la antigua Yugoslavia. Allí vivió seis años de paz, hasta que la guerra hizo acto de presencia. Un antes y un después para millones de personas, que al igual que Luka, vivirían para sobrevivir ante la barbarie. El capitán de Croacia tuvo que ver como mataban a su abuelo cerca de su casa de Obravac, mientras su padre estaba alistado al ejercito croata. Fue su madre la que decidió marcharse con el pequeño Luka.
Su familia sufría los estragos de la guerra, pero Modric era feliz con lo poco que tenía. Una pelota que iba a ser su fiel compañera golpeando las paredes y sorteando cualquier obstáculo. De hecho, la destreza que demostraba con ella dio pie a que su familia le apoyase. Con 10 años, tras jugar un torneo de fútbol en Italia, comenzó su sueño. Tomislav Basic, jefe de la cantera del Zadar, decidió fichar a ese pequeño rubio que manejaba el esférico como nadie.
Basic sería su ángel de la guardia. El que le empujaría a una nueva vida. «Eran muy pobres, no tenían dinero para materiales, así que decidí hacerle una espinilleras de madera que aún conservo, porque sabía que iba a ser un gran jugador», explicó. Con esas protecciones, muy diferentes a las que luce en la actualidad, comenzó su carrera en el Zadar hasta que el Dinamo de Zagreb en 2003 se cruzó en su camino. Un año después debutaría en la primera división croata. Ya nadie podría pararle.
Después de cuatro años en su país, daría el salto a la Premier para enfundarse la camiseta del Tottenham. El siguiente escalón en una carrera que todavía no conoce el techo. Tras cuatro años en el fútbol inglés, José Mourinho decidía apostar por él y el Real Madrid, tras unas durísimas negociaciones con Daniel Levy, lograba su fichaje. Lo que pasó después, ya es de sobra conocido.
Demostrando su estrella, esa que le ha acompañado siempre y que quiere bordar en la camiseta de su país, en su debut con el Real Madrid ganó al Barcelona y logró la Supercopa de España. Luego, el entrenador de Setúbal decidía ponerle de mediocentro y todo empezó a surgir. Su fútbol crecía al mismo ritmo que un palmarés que lo tiene todo. De blanco ha levantado cuatro Champions, tres Mundiales de Clubes, tres Supercopas de Europa, dos Supercopas de España, una Copa del Rey y una Liga y, sobre todo, ha sido el faro de un equipo que ya es leyenda del fútbol.
Ahora se ha propuesto hacer historia con Croacia. «La guerra me hizo más fuerte. Fueron tiempos durísimos para mí y para mi familia. No quiero arrastrar ese tema para siempre, pero tampoco me quiero olvidar de ello», asegura un pequeño gran futbolista que está deleitando al mundo entero con su fútbol. La gloria le espera en Moscú.