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Fórmula 1

Ferrari se resigna a la melancolía en su carrera de casa

El Gran Premio de Italia supone la tradicional fiesta de confraternización entre los aficionados locales y la escudería Ferrari. El Autódromo Nacional de Monza es escenario de esta celebración predominantemente roja, el color que comparten la Scuderia y la bandera italiana. Unos meses atrás, cualquier aficionado tifosi se frotaba los manos con esta carrera, soñando con repetir el doblete de Carlos Sainz y Charles Leclerc que se vio en la carrera inaugural del año. Pero las cosas han cambiado mucho desde aquel Gran Premio de Baréin

«Sobre el papel parece un fin de semana difícil», avisa Leclerc. «Esperamos que Red Bull sea más fuerte. Las características de este circuito no encajan exactamente con nuestro coche, pero hemos tenido algunas sorpresas buenas y malas este año, así que esperamos que esta sea una de las buenas y tengamos un rendimiento superior al esperado», añade el monegasco.

Esa supuesta incertidumbre es el clavo ardiendo al que se agarra Ferrari para dar una alegría a sus aficionados. Tan especial es la carrera para la Scuderia que ha cambiado el diseño de sus coches y han introducido el color amarillo de manera puntual para celebrar el centenario del llamado ‘Templo de la velocidad’.

Red Bull pone la directa

Más allá de detalles estéticos, vuelven a pintar bastos para Ferrari. A falta siete carreras para cerrar el curso, saben que el segundo título mundial de Max Verstappen, que encadena cuatro victorias seguidas, es cuestión de tiempo. Tampoco es halagüeño el panorama el campeonato de constructores, que la marca italiana no conquista desde 2008: la ventaja de Red Bull asciende ya a 135 puntos.

Un vistazo a los últimos precedentes tampoco invita a la ilusión, ya que los coches rojos se quedaron fuera del podio en las dos últimas visitas a Monza. “Nunca se sabe lo que puede pasar en este circuito. En los últimos años hemos comprobado que el fin de semana de Monza es diferente y que  debemos estar listos para todo tipo de cosas. Sobre el papel no es la pista más fácil, pero el objetivo no cambia”, anima Sainz, seguramente quien más motivos tiene para estar alicaído después del sainete perpetrado por sus mecánicos en Holanda.