Laver Cup

Federer se despide entre lágrimas en su último baile con Nadal

Roger Federer
Federer, tras su último partido como profesional. (Getty)
Javier Iglesias

El reloj marcaba las 00:25 del sábado en Londres cuando la derecha de Jack Sock suponía el punto final del partido y el de la carrera de la leyenda. El tenis a nivel profesional se acababa para un Roger Federer que se despidió con una derrota, aunque era lo de menos, junto a su amigo y mejor rival Rafa Nadal en el dobles de la Laver Cup. Un momento para la historia del deporte, que los amantes del tenis nunca desearon que llegara.

Había vaticinado Nadal en la previa que sería un «momento histórico e increíble e inolvidable» y así lo fue. El O2 de Londres se puso en pie para ovacionar, emocionarse y a la vez inmortalizar el adiós de uno de los mejores de todos los tiempos. La ovación que se llevaba la pareja europea al entrar a la pista era la primera señal de lo que se avecinaba.

Enfrente aparecían los estadounidenses Jack Sock y Frances Tiafoe con el marrón de poder ser los tenistas que privasen a Federer de la victoria en su último partido. Roger y Rafa son palabras mayores y, pese a no estar en su mejor momento, su ADN competitivo quedó plasmado desde el arranque del partido y les permitió llevarse el primer set tras aprovechar los pocos fallos del duo rival. Para darle más magia a la situación, Djokovic aparecía en el banquillo casi como un tercer jugador aconsejando a su compañeros. Imágenes no aptas para nostálgicos.

El segundo set volvió a mostrar la versión más competitiva de Rafa y Roger cuando con 5-5 en el marcador salvaron un 0-40 y otras tres bolas de break para forzar un tiebreak que no fueron capaces de ganar. Y es que si alguien lo dudaba, los americanos no lo iban a poner fácil. Para darle emoción a la película, el desenlace se decidiría en el match tiebreak. Tic-tac. Los segundos pasaban para el momento a la vez más y menos esperado. Con 9-8, Federer tuvo en su servicio cerrarlo de la manera más bonita posible con su saque. Un ace era lo soñado, pero el cuento no tuvo ese final feliz.

La última vez

Roger Federer lo deja a los 41 años y con 20 Grand Slams en su palmarés. También lo hace cumpliendo uno de sus deseos, el de poner el broche a su carrera con Nadal como compañero del dobles. Las lágrimas de ambos tras el partido habla claro de esa conexión. El suizo se despide adorado por algunos y respetado por todos después de casi 25 años de una carrera tenística excepcional en la que ha disputado 157 finales, 31 de ellas en Grand Slam. Pero pese a esa experiencia, la emoción se palpaba en cada instante.

Lo de este viernes en Londres fue la última vez en la que Roger se ató las zapatillas con mimo, se anudó la cinta alrededor de la cabeza y se miró al espejo asegurando que todo está OK. Su habitual ritual antes de un partido. Federer apareció siempre sonriente y sin separarse de Nadal. Sabía que era su día y que la grada estaba dispuesta a despedirle como merecía contra unos Sock y Tiafoe convertidos en los malos de la película. Aunque lo importante no era el resultado sino celebrar lo que Federer ha hecho por el tenis, que ha sido mucho. Roger se quedó en 20 ‘grandes’, superado por Nadal y por Djokovic, algo que no impide que en los corazones de muchos aficionados, Federer sea para siempre el número 1 por concentrar todos los atributos del campeón ideal: un estilo de juego incomparable, por estético, ofensivo, entusiasta y elegante.

A sus 20 títulos de Grand Slam hay que añadir seis torneos de Maestros, una Copa Davis y una medalla de oro olímpica en dobles junto a Stan Wawrinka. En total ganó 103 torneos ATP y pasó 310 semanas en el número 1. Casi nada.

Pero su comienzo no fue sencillo, pues Federer tuvo que pulir un carácter rebelde e impetuoso que le llevaba a romper la raqueta cuando las cosas no le salían como deseaba. Algo que cuesta recordar ahora. Por ello tuvo que esperar a su sexto año como profesional para levantar su primer gran trofeo, el de Wimbledon en 2003, con casi 23 años. Ese fue el inicio de un festín de títulos de Grand Slam: once de 16 posibles entre 2004 a 2007.

Solo la irrupción de nuevos jugadores como Nadal y Djokovic cambió esa dinámica, aunque Federer continuó ganando y la leyenda se fue construyendo con partidos épicos, como las dos finales de Wimbledon de 2007 y 2008 contra el español. Todos esos recuerdos se aparecían en las mentes de los aficionados mientras se sucedían en el partido unos puntos que iban descontando los que quedaban para el gran momento del adiós.

Con un físico nada fuera de los normal, Roger siempre exhibió una resistencia excepcional y la capacidad de no lesionarse prácticamente nunca hasta que superó los 35 años, cuando se sometió a una primera operación de rodilla en 2016. Pero eso no acabó con su sed de victorias acariciando récords de longevidad en su último Grand Slam en Australia convirtiéndose en el segundo tenista de más edad en ganar un grande por detrás de Ken Rosewall. Tras más de 1.500 partidos disputados a lo largo de 24 años de carrera su maltrecha rodilla le ha obligado a poner punto final. Un punto tan hermoso como aquellos que regaló en sus batallas sobre cualquier superficie donde el suizo demostró que se puede ganar más allá del resultado.

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