El Rutómetro

Evenepoel KO

Evenepoel
Evenepoel, durante una carrera. (AFP)

Horas antes del anuncio del abandono de Evenepoel al dar positivo por Covid en un examen rutinario, este era el análisis de la carrera. No había discusión posible. Remco es un formidable ciclista y un campeón en toda regla. En la semana que llevamos de Giro de Italia había sido capaz de conquistar y reconquistar la maglia rosa en las dos CRI que se han disputado hasta el momento, con caídas por cruce de perros incluidas. Evenepoel ha ejercido como tal, intimidando dentro y fuera de la carretera. Su juventud no ha sido óbice para asombrar con su personalidad a propios y extraños. Era el verdadero capo de este Giro. Un caudillo que emula en altivez al joven Octavio Augusto, y que aspira a imponer su dominio sobre el pelotón en bicicleta, y en helicóptero si viene al caso, como hiciera en su día el emperador más poderoso de la antigua Roma con sus contemporáneos.

No le ha intimidado ni la UCI ni cualquiera de sus rivales. Ha impuesto sus normas a la organización, que se ha plegado a su interés con un recorrido que le favorecía, actuando como hicieron en su época los grandes caudillos que desfilaron a lo largo de la historia por el ciclismo. Contemplar la gestión de su liderazgo invita a recordar las actitudes y temperamentos de Merckx, Hinault o el propio Armstrong. Evenepoel fue un líder sólido. Sin embargo, como muchos líderes, tuvo que gestionar su poder en soledad. Y en este Giro, aún más.

Andaba huérfano el joven caudillo de una guardia pretoriana que le protegiera de sus enemigos.  Algunos con muchas batallas ganadas, que, además, cuentan con resortes, mimbres y hombres para ejecutar un minucioso y estudiado plan de desgaste, primero, y de acción contundente, después.

Los ingleses del INEOS, preparados

Los INEOS tienen a cinco hombres en puestos de privilegio. De entre ellos, Tao, Thomas y Arensman, entre los diez primeros clasificados. SIvakov y De Plus completan la armada inglesa. Tao Geoghegan Hart y Geraint Thomas  cuentan con una gran Vuelta en su holgado palmarés. Algo que refuerza con experiencia la calidad que atesoran, y el buen momento que han acreditado. Así se comprobó en la contrarreloj de Cesena, donde Evenepoel estaba llamado a consagrarse, y aun con el Covid por su organismo consiguió la victoria.

Lo tengo escrito; si Geraint Thomas ha decidido retirarse este año disputando el Giro, después del pasado Tour que nos regaló, no lo ha hecho de cara a la galería. El galés viene a ganar.

Roglic es la gran esperanza de este Giro pasado por agua. Se vio en la etapa de Frossombrone, en el puerto de los Capuchinos. Después del fiasco del Gran Sasso, donde se volvió a repetir la historia de cautelas y exagerados temores en otros colosos pretéritos situados en la primera semana de corsa rosa, el esloveno sacó a pasear su casta y raza de campeón y amenizó la general, avalando el argumentario de los primeros párrafos.

Sin embargo, el esloveno tampoco anda sobrado de efectivos. Salvando al fiable, Sepp Kuss, Roglic, sobre el que planea la sombra del Covid, es la gran esperanza de hacer saltar por los aires cualquier guion y estrategia que puedan tener los ingleses con su poderosa armada.

Arranca la segunda semana

Así está el Giro de Italia. Repleto de dudas e incertidumbres por despejar. La marcha obligada de un joven líder seguro de si nos deja especialmente desguarnecidos y sin la posibilidad de ver como sus rivales, pertrechados y ambiciosos, le tenían preparada una red para atraparle y desarmarlo en el momento decisivo de la carrera. Entramos en la segunda semana con todas las interrogantes abiertas y la más que probable circunstancia de que, hasta la llegada de la tercera, no se cerrarán. Empieza un nuevo Giro. El capo ya no está. La maglia rosa no brilla igual.

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