De Biel a Marbella: la reivindicación de los gregarios del tenis español en la Davis
Jaume Munar, Pedro Martínez, Pablo Carreño y Roberto Carballés superaron a Suiza y Dinamarca en las eliminatorias
Todos han desarrollado sus carreras instalados en la parte media del ranking y en otro escalón que las primeras espadas
Entrevista Jaume Munar
Entrevista Pedro Martínez
«¡Pedro, Pedro, Pedro, Pe, Pe, Pe!». «¡Vamos Jaume!». «Pablo, Pablo, Pablo». La grada de Puente Romano (Marbella) sonaba así. Ni rastro de coreos hacia Alcaraz, Granollers y Davidovich, el primero y el segundo recientes campeones del US Open en individual y dobles respectivamente, casi nada. No por un cariño descendiente, para nada es así, sino porque llanamente no se encontraban en la pista. No acudieron a la eliminatoria de la Davis contra Dinamarca por cansancio, calendario y lesiones.
Así que en Marbella se presentó la Armada con unidad B. Con Pablo Carreño, Jaume Munar a la cabeza, Pedro Martínez y Roberto Carballés. Como en Biel hace siete meses, cuando los tres últimos tenistas mencionados lideraron al equipo español. Martínez y Carballés, que debutó aquel día en la Davis, tiraron de oficio para encarrilar una eliminatoria que la precintaron Munar y Pedro Martínez con el dobles.
Precisamente con ese tándem y en la misma instancia se germinó la remontada de España contra Dinamarca en Marbella. El resto fue historia. El propio Martínez hundió a Rune en un partido titánico y Carreño culminó la hazaña al pasar por encima de Moeller. Cabe recordar que España nunca había levantado un 2-0 en contra. Se lo merecía este grupo de tenistas, todos ellos instalados en la clase trabajadora del tenis.
Munar ha recorrido un camino sinuoso hasta alcanzar a sus 28 años «el mejor momento de su carrera», según reconocía en una reciente entrevista con OKDIARIO. Al fin en el top 40, ha conseguido su victoria número 100 en el circuito y este 2025 roto por dos veces su techo en un Grand Slam. Llegó a tercera ronda en Wimbledon y a cuarta un mes después en el US Open. Por el camino ha superado lesiones, reveses y decepciones que le llevaron a su límite anímico.
Tuvo que someterse a un agresivo tratamiento con células madre para volver a jugar. Por no hablar de la batalla individual de cada uno. A Munar le llevó a recurrir a un psicólogo para gestionar el autocastigo al que se sometía. En Biel ganó el punto de dobles, como en Marbella, donde además fue el número uno del equipo. En Puente Romano fue Carreño quien rubricó el trabajo de todos con una aplastante derrota. «Me hace que ver que todavía estoy para disputar este tipo de partidos», asegura ya sin la raqueta empuñada.
El equipo de la Davis a la espalda
El asturiano es el que más lejos ha llegado en el circuito. Fue bronce olímpico en 2020 y llegó a ser décimo del ranking. Este año se bate en las previas y Challengers. Más de lo que hizo entre enero de 2023 y mayo de 2024, cuando apenas disputó siete partidos en los que siempre tuvo que recurrir a medicamentos para poder jugarlos. Se sometió entonces a una delicada operación cuyo desenlace era una dicotomía. Tenía tantas probabilidades de salir bien como de lo contrario.
Se impuso el positivismo. Ahora, a sus 34 primaveras, ya no toma nada y busca abandonar el top 100 en el que está instalado. Pedro Martínez es otro de esos casos que alegran cuando llega a buen puerto. Siempre ha estado entre los 40 y 100 mejores raquetas, pero nunca ha terminado de dar forma a su amenaza. Ahora es un tenista más asentado en el circuito ATP en general y Challenger en particular tras sus victorias en Gerona y Valencia, más sabio con la raqueta y, especialmente, más resiliente ante situaciones adversas.
En 2023, ayer como quien dice, se desplomó en el ranking más allá del top 100 y tuvo que remar a contracorriente. Cambió de entrenador y logró enderezar el rumbo hasta divisar el top 20 como su objetivo de temporada. «Pagué el peaje de ponerme metas muy altas y haberme creado algo de ansiedad al no conseguirlas», aseguró en una entrevista con OKDIARIO. Fue líder del equipo en Biel y clave en Marbella. Rune nunca olvidará su nombre. «¡Pedro, Pedro, Pedro, pe, pe,pe!», así sigue Puente Romano.
Su victoria en la Davis se traduce como la reivindicación de la clase media. Un ‘aquí estamos’ materializado en forma de clasificación a las finales de la Davis. «No necesitamos reivindicarnos, se han dado las cosas así. Creo que es bueno que todos los jugadores estemos disponibles para el capitán, que el equipo sea un equipo, que no dependamos de un jugador.
Todos hemos sumado nuestro granito de arena y al final celebramos juntos», aseguró Pablo Carreño. Es probable que el grupo de Biel y Marbella no llegue en su totalidad a Bolonia, ya que se espera el regreso de Alcaraz, Davidovich y Granollers. Pero ya figuran en el libro histórico del tenis español. Consiguieron la victorias de todos de la forma que todos hubieran deseado. Los gregarios del tenis español. Todos para uno y uno para todos.
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