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El Barça se queda al borde de la ruina

El Barça se queda al borde de la ruina
El Barça se queda al borde de la ruina
Guillermo Sáez

El Barcelona está al borde de la eliminación en la Liga de Campeones pese a salvar un punto en un partido loco ante el Inter de Milán (3-3). A los italianos les basta con una victoria ante el Viktoria Plzen para quedarse con el billete para octavos de final. La noche nefasta de Gerard Piqué condenó a los suyos, que evitaron la derrota in extremis gracias al doblete de Lewandowski y las paradas de Ter Stegen. La tarde empezó en fiesta y acabó en funeral. Otro más en la Champions. Sólo un milagro evitará otra condena rumbo a la Europa League.

Xavi pasó de inventos en su alineación, los que tropezaron en Milán más el cambio obligado de Piqué por el lesionado Christensen. Oportunidad de redención para varios jugadores algo aturullados en los últimos partidos. La única variante táctica, subir a Sergi Roberto hasta el medio campo en ataque y dejar defensa de tres atrás. Los italianos, con dos puntas, pero de nuevo sin Lukaku.

Ante un Camp Nou llenó a reventar, con el humo de las bengalas coloreando sus aledaños desde varias horas antes del partido, el Barça salió lo enchufado que requería la situación. Embotelló desde el principio a un Inter que tampoco se hizo el sorprendido y, sin llegar a generar una avalancha, sí llegó a disparar 15 veces en la primera parte animado por la inseguridad de Andre Onana, que en vez de un balón parecía que intentaba agarrar una pastilla de jabón. Ni una sujetaba el canterano culé.

Pero fue el Inter quien metió el miedo en el cuerpo a todo el estadio en el minuto 17, cuando Edin Dzeko se quedó a unos centímetro de abrir el marcador. El bosnio remató un centro lateral, el balón pegó en el larguero y luego botó en la línea de gol. La pizca de suerte que también se necesita en noches así. Al Barça le entraron las dudas durante unos minutos, pero apareció Ter Stegen con el cuerpo firme a tiro de Dumfries.

Superada la media hora de juego, los culés recuperaron la compostura y se lanzaron a por un Onana cada vez más nervioso. Lo probó Sergi Roberto y rozó el gol Raphinha, cuya volea se marchó lamiendo el palo. Pedri también la tuvo clara y tantos cartones compraron que llegó el bingo.

Raphinha, un diablo incontenible, recuperó un balón junto al corner y metió un pase milimétrico a la aparición de Sergi Roberto, que alargó la jugada lanzando un pase de la muerte a la llegada en tromba de Dembélé. El francés fusiló a puerta vacía y desató la locura en el Camp Nou. Los abrazos en el banquillo local eran dignos de una final de Champions. A estas alturas de la temporada, tan natural como ponerse un abrigo en agosto. Caras de alivio al descanso. Por poco tiempo.

Piqué es una feria

Todo el buen trabajo de la primera parte se esfumó en cuanto empezó la segunda por culpa de un error grosero de Piqué. Qué manera de dar la razón a su entrenador, que lo alinea porque no le queda otro remedio con tantas lesiones. El central se agachó para dejar pasar un centro pensando que no había nadie a su espalda y en ese preciso lugar apareció Nicolò Barella para pescar en agua revuelta. El internacional italiano controló el balón y ametralló a Ter Stegen para empatar.

Fue como meter al Barça en el congelador. Helados, todos salvo Ter Stegen, que metió una mano milagrosa para evitar el segundo del Inter. Pero nadie más quebrado que Piqué. Cometió otro error circense ante Dumfries del que le salvó un providencial Marcos Alonso. La tiritera del central se extendió a sus compañeros. Busquets perdió un balón y facilitó la contra del Inter. Lautaro Martínez recibió dentro del área y ejecutó a Eric García. La pelota pegó en los dos palos, pero esta vez sí entró: 1-2.

El Inter le había dado la vuelta al partido en 13 minutos. La estupefacción se extendía sobre el Camp Nou como un manto negro y al Barça le quedaba media hora para deshacer el entuerto. Otra noche de sufrimiento en Europa y la cuenta empieza a ser larguísima. Recuperó la pelota como paso inicial, pero los nervios cundían demasiado para elaborar con claridad. Solo quedaba el recurso a la épica y encima sin Raphinha, el mejor de la noche e incomprensiblemente sustituido por Xavi.

Lewandowski evita el desastre absoluto

Tras varios intentos de puro empuje, Lewandowski firmó el empate en el minuto 82. Por fin tuvo fortuna el polaco, que cazó un balón rechazado dentro del área  y remató. La pierna de Bastoni desvió a la red y por una vez Onana no tuvo nada que ver. El portero camerunés tendría su oportunidad de redención de la forma más insospechada.

Suyo fue el saque largo que propició el tercero del Inter en el 89. Lautaro volvió a regodearse con la espalda de Piqué y desde la banda cedió a la llegada de Robins Gosens, que no perdonó en el mano a mano con Ter Stegen. El banquillo al completo del Inter, señores de traje incluidos, se fue hasta la portería a celebrar el supuesto gol de la victoria.

Pero no contaban con Lewandowski, que sacó la cabeza en medio de la montaña rusa para cabecear la red un centro de Eric García ya en el descuento. Aún tuvo que aparecer otras dos veces Ter Stegen con manos milagrosas para evitar el cuarto de los italianos. Seguramente tampoco sirva para mucho. La Europa League ya asoma en el horizonte con la ruina económica que garantiza.

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