Tenis: Roland Garros

Alcaraz sale a tiempo del enredo de Dzumhur y alcanza los octavos en Roland Garros

El murciano inició en modo apisonadora pero fue perdiendo terreno poco a poco

Tuvo que reactivarse para aplacar el ímpetu del tenista bosnio que le ganó un set

Alcaraz
Alcaraz celebra su triunfo contra Dzumhur en Roland Garros. (Getty)

«Po-po-po-po-po-po-ro-ro-ro… ¡Ole!», se arrancaba la Philippe Chatrier ante la exhibición inicial de Alcaraz. Aunque la grada apenas lo había entonado una ocasión cuando el primer set ya tenía nombre y apellidos. El murciano se lo había apuntado en 29 minutos, pero poco tuvo que ver con el nudo y desenlace del partido, más sufrido y luchado de lo imaginado una vez visto el comienzo. El murciano padeció, pero logró sofocar (6-1, 6-3, 4-6, 6-4) la rebelión de Dzumhur y alcanzar los octavos de final de Roland Garros.

Impuso Alcaraz un ritmo de piernas y de juego difícil de igualar por su rival bosnio. Con esa dinámica terminó el encuentro contra Marozsan y con la misma empezó desde el primer punto contra Dzumhur, al que le costaba pensar. O mejor dicho, tomar la decisión correcta. Aunque en realidad no existía porque eligiera la dirección que eligiera para situar la pelota, allí aparecía la raqueta del murciano.

Optó entonces por la dejada con el fin de cambiar el signo al juego, pero resultó ser un tiro en el pie. Cuando no respondía Alcaraz sobrado de piernas, la imprecisión se apoderaba de él. El bosnio no encontraba resquicios en la vigorosidad del murciano, que empujaba y empujaba. Once golpes ganadores y un 92% de puntos ganados en la red desembocaron en cinco juegos consecutivos y por ende el primer set para Carlitos.

Alcaraz se mostraba fresco de piernas y de mente. Saque abierto y volea. Hoja de ruta clara para el español. Y por más que Dzumhur lo intentaba, no lograba salir de esa espiral. Ni siquiera rebatía por más que elevara su nivel y Carlitos amagara con revolverse consigo mismo. Si le dio para dejar un puñado de puntos vistosos. Después de mover al español de un lado a otro y recibir una bola llovida del cielo, amenazó con rematar para hacer después una dejada.

Alcaraz pasó de dominador a dominado

Aplaudió Alcaraz, que poco después le devolvió el punto de la misma forma. Él gana a su manera. Dzumhur hace lo que puede, más en sus circunstancias después de recibir asistencia médica hasta en dos ocasiones. Ninguna queja ante el caudaloso río de buenos golpes del murciano. El bosnio se revolvió por momentos, pero no logró hacer que el control cambiara de dueño y Alcaraz logró otras dos roturas para apuntarse la segunda manga y tener el partido a punto de caramelo.

Fue entonces cuando Dzumhur miró a su equipo con un rostro que venía a decir ‘de perdidos al río’. Cuando más le ahogaba la soga, más cómodo se sintió. Se dejó ir y encontró su mejor tenis. Aguantaba intercambios largos, halló solidez al saque y encontró precisión con las dejadas. Alcaraz bajó su ritmo y cedió el servicio por primera vez en el partido. Se elevaba la temperatura de la Philippe Chatrier que quería ver tenis durante más tiempo y la dejada defectuosa del murciano se lo brindó.

De pronto era como si todo lo que iba a favor se hubiera vuelto en contra de Alcaraz. Dzumhur fue poco a poco minando a Carlitos. Con defensas imposibles, dejadas perfectas y toma de decisiones adecuadas. El bosnio mostraba las mejores sensaciones tenísticas de su vida y la tensión de Alcaraz crecía. Como muestra de ello su patada a la pelota después de fallar un golpe. Con break a favor y posterior consolidación al servicio inició la cuarta manga.

Dzumhur se había convertido en el pasabolas que todo tenista teme. Incómodo, que manda las pelotas al otro lado de la red no de manera estética, pero sí efectiva. La pista parecía más grande para el bosnio que para el español, cuya toma de decisiones, precipitada, alimentaba a Dzumhur, que colocaba el 3-1 en el cuaro set. Pero Alcaraz fue despertando, a destellos de calidad más que otra cosa, pero despertando al fin y al cabo, que era lo necesitaba.

Una dejada, un golpe ganador, un ace y el dedo índice a la oreja. En ese momento comenzó la reacción de Alcaraz, que no la rendición de Dzumhur, bravo hasta el último aliento. Tuvo que sacar la bandera blanca a la segunda, después de salvar una bola de partido. El murciano ahora se enfoca en recuperarse de la mejor manera para afrontar los octavos de final contra Shelton. Carlitos llega al ecuador del torneo tras un serio aviso, pero llega. Los sustos pierden fuerza si vienen acompañados de triunfos.

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