Los apellidos de España están divididos en estos 4 grupos: a cuál pertenece el tuyo

Conocer los orígenes de un apellido es una forma sencilla y fascinante de asomarnos a nuestro pasado, ya que cada uno guarda una historia particular sobre cómo vivieron quienes nos precedieron. En el caso de España, las influencias latinas, visigodas, árabes, judías y, más adelante, la expansión hacia América, ha dado lugar a miles de apellidos distintos, muchos de ellos compartidos hoy por millones de personas en todo el mundo.
Sin embargo, pese a su enorme variedad, la mayoría de los apellidos de España se pueden clasificar en cuatro grandes grupos, lo que ayuda a entender de forma sencilla su origen y significado: patronímicos, toponímicos, derivados de nombres comunes y derivados de oficios o profesiones.
Los 4 grupos en que se dividen los apellidos de España
En España, el desarrollo y consolidación de los apellidos tal y como los conocemos se produjo a lo largo de varios siglos. En la Edad Media, las personas solían identificarse por su nombre de pila acompañado de algún rasgo distintivo: el nombre del padre, el lugar de procedencia, un apodo o el oficio. Con el aumento de la población, se empezaron a asignar «segundos nombres» que se transmitían de padres a hijos, convirtiéndose así en apellidos hereditarios.
Los apellidos patronímicos fueron los primeros en consolidarse. Procedentes del nombre del padre, indicaban el linaje directo: Fernández (hijo de Fernando), López (hijo de Lope), González (hijo de Gonzalo). Al mismo tiempo, surgieron los apellidos toponímicos, vinculados al lugar de origen o residencia, como Navarro, del que procede de Navarra. Otros apellidos nacieron a partir de oficios o profesiones que desempeñaban los antepasados, como Tejedor, Pastor, Herrera o Molina. También aparecieron apellidos derivados de rasgos físicos o de la personalidad, como Rubio, Bravo o Bueno.
1. Apellidos patronímicos
Los apellidos patronímicos (del griego patrós, «padre») son aquellos que indican la filiación con un antepasado masculino. En la Edad Media, si alguien se llamaba Pedro y tenía un hijo llamado Juan, éste aparecía en el registro como Juan Pérez, literalmente «Juan, hijo de Pedro». Hoy es uno de los tipos de apellidos más comunes en España y en varios países hispanohablantes:
- Pérez: «hijo de Pedro».
- Sánchez: «hijo de Sancho».
- Fernández: «hijo de Fernando».
- Rodríguez: «hijo de Rodrigo».
- González: «hijo de Gonzalo».
La mayoría de estos apellidos terminan en -ez, una terminación que se estableció durante la Edad Media para indicar filiación, aunque también existieron variantes con -az, -iz, -oz, -uz. En menor medida, se han documentado casos con terminaciones como -es, -as, -is, -os o -us, especialmente en zonas con influencia gallega, asturleonesa o en antiguas áreas fronterizas.
2. Apellidos toponímicos
Los apellidos toponímicos son aquellos que hacen referencia al lugar de origen o residencia de una persona o de su familia. Por ejemplo, si una familia procedía de Navarra, era habitual que se les conociera como «Navarro». Lo mismo ocurría con personas que vivían cerca de montañas, torres, castillos o cualquier otro elemento geográfico relevante. Entre los apellidos toponímicos más frecuentes encontramos: Torres, Castellano, Castillo, Navarro y Navarrete
3. Apellidos derivados de nombres comunes
Este grupo incluye apellidos que se originaron a partir de un rasgo físico, una característica moral, una virtud, un hecho puntual o incluso un símbolo religioso asociado a un antepasado. Algunos ejemplos incluyen:
- Bravo: relacionado con un acto valiente o con alguien considerado de carácter fuerte.
- Cruz: asociado a la devoción cristiana o a algún hecho simbólico relacionado con la cruz.
Estos apellidos se establecieron en un periodo en el que era común que los vecinos pusieran sobrenombres para diferenciar a personas que compartían nombre y lugar de residencia.
4. Apellidos derivados de oficios o profesiones
Este tipo de apellidos refleja la actividad laboral o social que desempeñaba un antepasado. En España, aunque no son tan numerosos como los patronímicos o toponímicos, siguen siendo bastante comunes. Algunos ejemplos destacados son:
- Tejedor
- Pastor
- Herrera
- Molina (procedente del trabajo del molinero)
Estos apellidos muestran cuál era la ocupación de un antepasado en una época en la que la profesión solía heredarse de padres a hijos (sobre todo en oficios artesanales). La presencia de estos apellidos recuerda cómo funcionaban las sociedades antiguas.
Los más frecuentes
Los apellidos más frecuentes en España según el Instituto Nacional de Estadística (INE) son: Garcia, Rodriguez, Gonzalez, Fernandez, Lopez, Martinez, Sanchez, Perez, Gomez, Martin, Jimenez, Hernandez, Ruiz, Diaz, Moreno, Muñoz, Alvarez, Romero, Gutierrez, Alonso, Torres, Navarro, Dominguez, Ramirez, Ramos, Vazquez, Gil, Serrano, Morales, Molina, Suarez, Castro, Blanco, Delgado, Ortega, Ortiz, Marin, Rubio, Medina, Nuñez, Castillo, Sanz, Cortes, Iglesias, Santos, Garrido, Guerrero, Lozano, Flores, Cano, Cruz, Mendez, Herrera, Peña, Prieto, Leon, Cabrera, Marquez, Reyes, Gallego, Vidal, Calvo, Campos, Vega, Fuentes, Aguilar, Carrasco, Vargas, Caballero, Diez, Nieto, Santana, Gimenez, Hidalgo, Montero, Rojas, Benitez, Pascual, Herrero, Arias, Santiago, Lorenzo, Duran, Mora, Ibañez, Ferrer, Carmona, Vicente, Soto, Roman, Crespo, Rivera, Parra, Silva, Velasco, Pastor, Bravo, Saez, Moya, Mendoza, Gallardo, Rivas, Franco, Soler, Esteban, Pardo, Rios, Lara, Vera, Espinosa.
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