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Kolonaki: «Estamos saturados de perfección, así que nos encanta ver a una señora mayor con pañoleta»

Kolonaki es una firma de moda española fundada por Teresa Cifuentes que produce toda su colección en talleres pequeños de Madrid y Toledo

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Trini y José Luis. Dos de los protagonistas de 'RELATOS'. @Kolonaki
María Villardón

Teresa Cifuentes (Ribadesella, Asturias) es arquitecto de formación y la persona que está detrás de Kolonaki, una firma de moda diseñada y producida íntegramente de manera artesanal en España, en talleres de Toledo y Madrid. En Kolonaki no hay ni crop tops o ni cut outs, ni prendas próximas a las modas. Acercase a esta marca es acercarse a lo bien hecho, a lo que funciona y a lo clásico, a lo que no se puede hacer mejor.

Sus campañas tienen un aire retro, sus abrigos loden de color verde son un iconazo, sus gabardinas maravillosamente hechas y las pañoletas son un complemento arriesgado, es verdad, pero que ofrece mucha personalidad. Su ropa se la puede poner una chica de París, Leandra Medine en Nueva York, una abuela de una aldea cualquiera o unos granjeros de gallinas.

Y es que Cifuentes lleva más de una década trabajando con Kolonaki para ofrecer prendas que no sólo se pongan, sino que también cuenten algo. Recientemente, ha lanzado el proyecto RELATOS, a través de los cuales cuentan historias personales de vecinos del mundo rural de Coaña, el concejo perteneciente a Asturias. No son modelos de ninguna agencia, son Trini y José Luis, los dueños del hórreo más visitado; Margarita con su tractor John Deere o Manolo, el pescador de pulpos. Gente sencilla y cotidiana vestida de Kolonaki, esa ropa que pasa de padres a hijos, aunque a veces los hijos nos resistamos a vestir como nuestros padres.

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Teresa Cifuentes, fundadora de Kolonaki. @Kolonaki

Dices que la moda es algo que siempre te ha interesado. Eres arquitecto, al final hay algo de estética que se entrelaza. ¿Cuál es la relación final que has conseguido a través de Kolonaki?

Soy una persona con mucha inquietud estética en general. Me decanté por la arquitectura, pero podía haberme inclinado por la moda y seguro que me hubiera encantado. Estoy satisfecha, al final de alguna forma estoy haciendo ambas cosas con Kolonaki. No podría explicarte bien la razón, siempre me ha gustado vestir un poco diferente, fuera de las tendencias. Cree Kolonaki porque no encontraba lo que a mí me gustaba, y ese fue el principio de este proyecto hace doce años.

Pegas, digamos, la explosión cuando tus prendas comienzan a venderlas en Anthropologie, el gigante multimarca en EEUU, y se las pone gente tan top como Leandra Medine. ¿Cómo surge aquello?

Pues de una forma natural, somos una firma pequeña –antes aún más– y no sé dónde salimos, alguien nos vio en redes sociales, que hoy te pueden ver en cualquier sitio, y nos contactaron las buyers. En ese momento aún no íbamos a las ferias de EEUU ni nada. Nos dijeron que estaban interesados, les presentamos por videollamada una pequeña colección y la compraron.  Aquello fue un salto muy grande para nosotros, teníamos una producción muy muy pequeña y tuvimos que buscar talleres más grandes para aumentar la producción. Lo de Leandra Medine fue una sorpresa cuando lo vimos en sus redes. Fue una ilusión tremenda porque a mí ella me gusta mucho y, además, es encantadora.

Una de las piezas icónicas de vuestra colección es el abrigo loden en verde botella. Cuando lo ves, lo usual es pensar en los abrigos de los niños en el cole.

Sí, en niños y en abuelos también, ¿no? Si os fijáis, la ropa de Kolonaki tiene como un aire de ropa antigua, y es que todo lo que hago es mirar a mi infancia, a mi juventud o a recuerdos míos. Lo que intento es que la gente compre algo más que un abrigo, que adquiera algo que le va a durar para siempre, algo que va a formar parte de su armario o que va a recordarle que un día lo tuvo.

Aquí han venido clientas que han visto una chaqueta y se les ha iluminado la cara porque al ser prendas de siempre les traen recuerdos de sus padres o de cuando eran pequeñas. Me dicen: ‘Yo tenía una así cuando tenía 15 años, qué pena que no la guardé porque era de súper buena calidad’.

Es rediseñar clásicos, a mí me encanta la moda, pero como yo no soy diseñadora, así que me gusta la estética clásica, dándole un toque porque sé que son cosas que funcionan y que van a funcionar siempre.

Campaña de Kolonaki. @Kolonaki

Lo clásico, aquello que no se puede hacer mejor.

Claro. No sé si os pasa, pero las fotos que yo tengo de 15 años son malísimas, pero las de mi madre… Muchas prendas de Kolonaki están inspiradas en ella, en su sencillez, llevaba un polo Lacoste, un pantalón y una chaqueta, y es que no podía ser más elegante. Me parecía ideal. Entonces a mí lo que me gustaría es que en las fotos de joven, cuando llevas esta ropa y cuando te veas, te reconozcas. Y que, aunque el pelo lo lleves de este modo u otro, no te sientas disfrazada.

¿Cómo percibes al público de España? ¿Es consciente de la importancia de comprar cosas hechas en España o ni de broma?

No mucho todavía. Es verdad que un poco más, pero no, no. Es muy complicado competir con las grandes cadenas que dan unos precios muy bajos. En Europa la clientela que tenemos valora mucho más las prendas que hacemos aquí en España en producciones pequeñas, compran más prendas cuando hacen un pedido. Diría que lo valoran más. Cuando reciben las prendas te escriben alabando la calidad y suelen ser clientas recurrentes. A la española le cuesta más, busca más la rebaja, el chollo, y es que, de algún modo, estamos bombardeados con rebajas por todas partes y la gente se ha acostumbrado.

Todo lo haces en España, lo produces en Toledo y en Madrid. ¿Cómo es la relación con los talleres?

Buenísima. Los mocasines se hacen en Fuensalida, en Toledo. Uso una horma de zapato de hombre. Cuando se lo dije al taller me comentaron que iba quedar más alto que las de mujer, por ejemplo, pero es que era lo que yo quería. Me encanta el look masculino. Cuando diseñé la primera pelliza de piel, que ahora está muy de moda, pero yo ya la hice hace varias temporadas, fui al taller con una fotografía de mi padre donde sale con una pelliza para decirles cómo quería la piel. En principio me decían que esa piel no se llevaba, pero es que yo quería esa, la clásica y la que llevaba mi padre. Me da igual si está o no de moda, a mí me gustaba esa y no otra, quería que fuera así.

Kolonaki pasa de las tendencias, podemos decir.

Tengo muy claro lo que quiero y las modas o las tendencias me dan lo mismo. Busco otra cosa, hacer algo diferente, dando un toque a cosas clásicas.

Además, como te decía, tengo una suerte buenísima con los talleres con los que trabajo. Lo que es una pena es que muchos de ellos están cerrando al ser pequeños. A veces si no hay un gran volumen de producción no trabajan con tu marca y es complicado empezar porque para tener más producción necesitas comenzar de alguna forma. El otro día hablaba con una chica que quería emprender una marca y cuando ya tenía todo preparado, resulta que el taller había cerrado. Es difícil empezar con un presupuesto muy grande, en mi caso tengo suerte porque la verdad que di con talleres estupendos.

Vendes online, sobre todo, pero la clienta que quiere venir a ver la colección puede venir con cita previa. 

Sí, intento dar esa opción porque hay personas que quieren venir y tocar las prendas, probárselas. A mí esta parte me encanta porque las conozco, pero este tipo de venta es un 15% aproximadamente de la facturación.

¿Viene más del extranjero?

No, el 70% procede de España y un 30% de fuera.

Marina y Enrique, dos de los protagonistas de ‘RELATOS’. @Kolonaki

Vender ropa es la forma de crecer, una empresa también son números; pero para Kolonaki también es contenido. Es decir, intentas que la ropa tenga alrededor un relato. De hecho, así se llama el último proyecto que habéis hecho: RELATOS, donde señores mayores del entorno rural de Asturias cuentan su historia personal vestidos con vuestra ropa. ¿A quién se le ocurre eso?

Se me ocurrió para esta colección. He trabajado en RELATOS con un equipo con el que suelo hacer las campañas de fotografía en Asturias, soy de allí, y me gusta porque creo que tenemos el mejor escenario que podamos imaginar. Se me ocurrió a raíz de ver por la calle a los abuelos con un loden, me encanta verlos porque yo también lo llevo y, sin embargo, nada tengo que ver con ellos. Es el mismo patrón, pero cada uno lo lleva a su manera.

Comenté la idea de RELATOS con el estilista, con Manu Mendi, le dije que me apetecía hacerlo y a él también le encantó. Manu lo organizó todo, buscó a la gente, habló con ella y la convenció para participar, aunque la verdad es que se prestaron todos encantados. Hay en total seis relatos donde cuentan su historia, en su entorno y vestidos de Kolonaki.

Están muy guapos. ¿Qué buscas con estos RELATOS?

Busco que la gente se dé cuenta de que un abrigo de Kolonaki lo puede llevar una señora de una aldea o un señor de Madrid. Que se dé cuenta de que nuestra ropa es muy versátil, que perdura en el tiempo, al igual que las historias de las personas. Me encanta la parte de humana de las cosas, que la gente mayor y con experiencia pueda contar lo que quiera, y que les escuchemos. Creo que hay que respetarla más, la verdad, y es que en moda todo siempre es tan perfecto, la modelo tan guapísima… A mí las fotos que más me funcionan en Instagram, sin ser experta en fotografía, son las más naturales. Te das cuenta de que la gente lo que quiere ver son cosas diferentes, estamos saturados de observar y ver sólo perfección, así que, de repente, vemos una foto de una señora mayor con pañoleta y nos encanta.

Cuando ves a alguien entrar, ¿eres capaz de identificar si es o no es tu público?

Totalmente. Cuando alguien entra por la puerta ya sé si me va a comprar o no. La verdad es que casi siempre que vienen compran, al ser un piso, ya tienes que subir, llamar, así que de alguna forma quienes suben a ver Kolonaki ya tienen más o menos claro que les gusta o saben lo que tengo. No lo pongo muy fácil, ¿no? (Ríe) Yo identifico perfectamente si alguien se pondría o no mi ropa.

Carlos y Manolo, protagonistas de uno de los ‘RELATOS’. @Kolonaki

¿Dirías que Kolonaki es lujo?

Bueno, diría que tiene unos precios asequibles. Es una ropa que podemos decir que es lujo por la exclusividad, ya que es una firma pequeña, pero creo que está al alcance de todo el mundo.

Para mí, Kolonaki sí es lujo. 

Gracias. Para mis clientas es lujo, probablemente; pero quienes no son clientas y me dicen que cuando pongo rebajas… No quiero sonar prepotente, pero esta clientela no me interesa, necesito una clientela que valore lo que hacemos y lo que somos. Al final, una clienta que no valora que está hecho en España, de forma artesana, a mano, etc. termina dando problemas. Nuestros mocasines son artesanos, cosidos a manos, no hay ninguno que sea igual al otro, ni siquiera el mismo par es igual.

Si no entienden eso, no entienden la base de lo hecho a mano. 

Estamos acostumbrados a no pensar lo que cuesta hacer una chaqueta, por ejemplo, no miramos las etiquetas para ver de dónde viene o dónde está hecho. Cuando llegué a Madrid a trabajar me recorría todas las tiendas de segunda mano de Chueca y miraba las etiquetas de todo, me encantaba conocer y lo pasaba muy bien recorriendolas. Tengo cosas de aquella época y tengo algunos patrones de ese momento en los que me inspiro.

En el norte se viste, en general, fenomenal. De todos modos, no entiendo la razón de elegir mal lo que uno se pone, no le veo el caso. 

Sí, se viste muy bien en Asturias, Coruña o País Vasco, es verdad. Tengo una hija de 15 años y ahora está empezando a interesarse por vestir cosas de Kolonaki, comienza a ver como una suerte el tener acceso a todo esto. A mí, claro, me parece que va vestida ideal, pero hace dos años todo era crop tops, así que, bueno, afortunadamente el buen gusto también se educa. (Reímos) Hay estilo innato, creo que con eso se nace, pero el buen gusto se puede educar. Mi madre, por ejemplo, ha sido una influencia enorme en mi vida, siempre iba bien vestida y miraba las etiquetas de todo. Ella le daba mucha importancia a la calidad y eso creo que me ha influido.

Yo aprecio mucho las cosas estéticamente bonitas y que llevan detrás un trabajo, lo valoro muchísimo. Si voy a un restaurante pienso en todo lo que hay y que no vemos, por ejemplo. Lo valoro igual que espero que valoren lo que hace Kolonaki cuando compran nuestra ropa y no se cuestione lo que cuesta porque llevan mucho trabajo, alguna vez lo he contado a alguna clienta, aunque suelo ser muy prudente, que hay que pagar el taller, a los proveedores de telas, etc. y que todo se hace aquí en España.

A mí me ofrecieron hacer la colección en China, allí te hacen de todo en grandes y pequeñas cantidades, y te abarata los costes, pero si tomara esa decisión la esencia de Kolonaki se perdería. Además, desde el punto de vista ético… la ropa cuesta lo que cuesta y estoy segura de que si rascamos, tras ello, no hay nada bueno. Sería ideal que poco a poco la gente valorara todo lo que hay detrás de producir aquí en España.

Marina y Enrique, dos de los protagonistas de ‘RELATOS’. @Kolonaki

Producir en España y que el público español se moleste en comprar lo que se hace aquí es el futuro de nuestro país. Es el motor de parte de nuestra riqueza. 

Claro. Aunque para ello hay que educar al cliente final, que lo valore poco a poco, pero la mayoría no creo que lo haga, existen cadenas que ofrecen rapidez, variedad y precios baratísimos. Competir con eso es complicado.

@MaríaVillardón

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