Sorpresa entre los científicos por el mar oculto que ha encontrado la IA en la Luna


Durante décadas, la Luna ha sido objeto de fascinación y misterio. Desde las misiones del programa Apolo hasta los modernos estudios satelitales, nuestro satélite natural no ha dejado de sorprendernos. Ahora, un hallazgo ha despertado el interés de la comunidad científica y del público en general: gracias a técnicas avanzadas de inteligencia artificial, se ha identificado una antigua y oculta estructura parecida a un mar, justo en una de las regiones más enigmáticas de la Luna, la cuenca Aitken del Polo Sur.
La inteligencia artificial, en concreto el aprendizaje automático, ha revolucionado muchas disciplinas, y ahora también está transformando la manera en que estudiamos otros cuerpos celestes. Lo que antes requería años de análisis, ahora puede hacerse en semanas, incluso días, gracias al poder de los algoritmos. En este caso, se aplicaron métodos de aprendizaje automático para diferenciar materiales en la superficie lunar, y el resultado fue sorprendente: debajo de depósitos más modernos, se esconden antiguos mares volcánicos.
¿Se esconde un mar bajo la superficie de la Luna?
La cuenca Aitken del Polo Sur lunar no es un simple cráter. Se trata de una de las estructuras más grandes de todo el Sistema Solar. Esta vasta depresión, situada en el hemisferio sur del satélite, ha sido durante mucho tiempo un objetivo de estudio debido a su antigüedad y profundidad, que podrían revelar detalles esenciales sobre la historia temprana no sólo de la Luna, sino también del resto del sistema planetario.
Estudiar esta cuenca permite a los científicos reconstruir etapas de formación y evolución geológica que se remontan a miles de millones de años. Y ahora, con la ayuda de nuevas tecnologías, se ha podido ver más allá de lo visible, identificando composiciones del suelo lunar que habían pasado desapercibidas hasta ahora.
Aprendizaje automático al servicio de la ciencia lunar
El avance reciente ha sido posible gracias al uso de técnicas de aprendizaje automático, una rama de la inteligencia artificial que permite a las máquinas aprender y reconocer patrones a partir de datos. Un equipo de investigadores liderado por Frank Chuang, del Planetary Science Institute (PSI), aplicó dos algoritmos a datos recopilados por el Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO), una sonda de la NASA que lleva años estudiando la superficie lunar con detalle.
El objetivo era clasificar los distintos tipos de materiales presentes en el corazón de la cuenca Aitken. Los datos utilizados incluían el albedo (la medida de cuánta luz refleja una superficie) y datos topográficos que permiten identificar estructuras geológicas. Pero distinguir estos materiales visualmente no es tarea sencilla. Por ello, la inteligencia artificial se convirtió en una herramienta fundamental.
Dos algoritmos, un descubrimiento clave
El equipo utilizó dos métodos diferentes de aprendizaje automático. Por un lado, implementaron el algoritmo de K-medias, una técnica no supervisada que agrupa datos similares en función de sus características, sin necesidad de una intervención humana previa. Este método es especialmente útil cuando se trata de explorar grandes volúmenes de información con muchas variables, como en este caso.
Por otro lado, aplicaron también la Clasificación de Máxima Verosimilitud, una técnica supervisada que requiere definir manualmente áreas de entrenamiento. A través de estas regiones de referencia, el sistema aprende a identificar patrones y los aplica al resto de los datos para clasificar materiales.
Ambos algoritmos ofrecieron resultados coherentes entre sí y, lo más sorprendente, revelaron zonas que correspondían a antiguos mares lunares (llanuras volcánicas oscuras formadas por flujos de lava) ocultos bajo capas más recientes. Estas regiones, conocidas como criptomares, no son visibles directamente, pero sus características físicas delatan su origen.
¿Qué son los criptomares y por qué son importantes?
Un criptomar es una región en la superficie lunar donde antiguamente existió un mar de lava, pero que, con el tiempo, fue parcialmente cubierto por otro tipo de material, generalmente de origen no volcánico. A pesar de esa cobertura, los vestigios del mar original pueden seguir siendo detectables, especialmente con herramientas de análisis avanzadas como las que empleó este equipo.
La identificación de criptomares en la cuenca Aitken revela que la cantidad de actividad volcánica en el pasado de la Luna pudo ser mucho mayor de lo que se creía. Si había más mares de lava de los que se creía hasta ahora, entonces la energía interna de la Luna en su juventud fue también más intensa, lo que modifica las teorías actuales sobre su evolución térmica y geológica.
Una pregunta inevitable tras el hallazgo del mar oculto en la Luna es: ¿podría servir este conocimiento para algún tipo de colonización lunar en el futuro? Las regiones con restos de actividad volcánica pasada podrían ser más ricas en ciertos minerales y recursos necesarios para establecer una base lunar. Además, la estructura del terreno en estas zonas podría ofrecer protección natural contra la radiación solar y los cambios extremos de temperatura, dos de los mayores desafíos para la vida humana fuera de la Tierra.
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