¿Por qué los planetas del sistema solar pasaron de ser 15 a los 8 actuales? La ciencia lo explica
El sistema solar no siempre tuvo los ocho planetas que hoy lo caracterizan. Durante el desarrollo de la astronomía y la evolución de sus criterios, el número de planetas ha oscilado, en especial entre los siglos XVII y XIX, cuando se identificaron hasta 15 planetas en nuestro sistema.
Las redefiniciones de la categoría ‘planeta’ y nuevos hallazgos fueron determinantes para reducir su lista oficial hasta llegar a los ocho cuerpos principales que orbitan el Sol. A continuación, se revisan los fundamentos científicos detrás de este cambio histórico.
Evolución de la clasificación planetaria en el sistema solar
La idea de ‘planeta’ cambió notablemente en la historia de la astronomía. Los griegos antiguos llamaban planetas a los cuerpos visibles en movimiento dentro del cielo nocturno, denominación que incluía a cinco planetas visibles a simple vista: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno.
Con el desarrollo del heliocentrismo, la Tierra fue añadida como un planeta más, mientras el telescopio permitió descubrir Urano y Neptuno entre los siglos XVII y XIX.
A mediados del siglo XIX, las observaciones avanzadas llevaron a identificar cuerpos adicionales, como Ceres, Pallas, Juno y Vesta, en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. Estos objetos, junto a Neptuno, sumaban hasta 15 cuerpos considerados planetas en aquel entonces.
No obstante, pronto se identificaron diferencias esenciales entre estos cuerpos y los planetas principales.
Hacia una redefinición del sistema solar: la clasificación de ‘planeta menor’ o ‘asteroide’
Para finales del siglo XIX, la comunidad científica observó que los objetos ubicados entre Marte y Júpiter poseían órbitas y características diferentes a las de planetas como Júpiter o Saturno. Esto impulsó a los astrónomos a clasificar a cuerpos como Ceres y Pallas como “planetas menores” o “asteroides”. Esta decisión fue fundamental en la reducción de planetas, excluyendo finalmente a varios objetos del conteo planetario.
En 1930, el descubrimiento de Plutón trajo una nueva adición y durante años se le consideró el noveno planeta. Sin embargo, en 2006, la Unión Astronómica Internacional (UAI) redefinió los criterios para definir un planeta, excluyendo a Plutón del listado oficial y llamándolo «planeta enano».
Los tres criterios de la UAI para definir un planeta
Desde 2006, la definición oficial de “planeta” por la Unión Astronómica Internacional estableció tres requisitos clave:
- Órbita directa alrededor del Sol: solo se considera planeta a aquellos cuerpos que orbitan directamente al Sol, lo que excluye a satélites naturales como la Luna.
- Equilibrio hidrostático o forma esférica: un planeta debe tener suficiente masa para adoptar una forma casi esférica, una característica que distingue a los planetas de los asteroides y cuerpos irregulares.
- Dominio de su órbita: el planeta debe haber “limpiado” su órbita de otros cuerpos significativos. Este criterio, el más polémico, fue el que desclasificó a Plutón, al no ejercer una influencia gravitatoria predominante en su región.
Estos criterios dejaron a Plutón fuera de la lista oficial de planetas, reduciendo la cifra de nueve a los ocho planetas actuales: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
La historia de los planetas «perdidos» y el actual sistema de clasificación
Durante el siglo XIX, el sistema solar era interpretado como una estructura compuesta por una variedad de cuerpos grandes y pequeños, cuyos tamaños y características orbitacionales los hacían únicos.
En el caso de planetas como Ceres y Pallas, al comprobarse sus características de órbita compartida en el cinturón de asteroides, se les reubicó dentro de esta categoría, similar a la de Plutón en la actualidad. Esta metodología fue parte de la evolución natural hacia una clasificación más precisa en el sistema solar.
Hoy, además de los ocho planetas principales, existen cinco planetas enanos reconocidos: Plutón, Ceres, Haumea, Makemake y Eris.
Aún persisten teorías sobre un posible «Planeta Nueve» en el borde exterior del sistema solar, cuyo descubrimiento cambiaría una vez más el entendimiento del sistema solar. Aunque aún no se ha confirmado, su existencia se basa en indicios de perturbaciones gravitacionales en objetos lejanos del cinturón de Kuiper.