Increíble pero cierto: en Rumanía existen ‘rocas vivientes’ que crecen y se reproducen por sí solas
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En diferentes partes del mundo se pueden encontrar formaciones rocosas con particularidades llamativas, pero algunas hasta se «atrevieron» a desafiar las explicaciones convencionales de la geología. En Rumanía, una suerte de ‘rocas vivientes’ fueron motivo de curiosidad debido a su extraña capacidad de modificar su estructura con el paso del tiempo.
Protegidas en un espacio natural, estas rocas fueron estudiadas por su comportamiento atípico. Su composición y el mecanismo que les permite alterar su apariencia ya fue analizada por expertos, quienes ya han dado a conocer sus diversas teorías sobre su origen y evolución.
¿Cómo se conoce a las ‘rocas vivientes’ de Rumanía?
Cerca del pueblo de Costești, se encuentran unas rocas con propiedades poco comunes. Estas formaciones, conocidas como trovants, tienen la capacidad de aumentar su tamaño y generar nuevas estructuras a partir de su propia masa.
Como podrán imaginarse, este fenómeno despertó de inmediato el interés de geólogos y curiosos, ya que se asemeja a un proceso de crecimiento y reproducción similar al de los organismos vivos.
Estas rocas están protegidas por la Reserva Natural del Museo de los Trovants, que se encarga de su estudio y conservación. Aunque se han hallado formaciones similares en otras partes del mundo, como en Rusia, Turquía y Estados Unidos, es en Rumanía donde se encuentran en mayor concentración y variedad.
Características y formación de los trovants
Las rocas vivientes están compuestas por un núcleo de piedra dura envuelto por una corteza de arenisca. Su estructura porosa permite la absorción de agua de lluvia, lo que genera reacciones químicas internas con minerales como el carbonato de calcio. Este proceso provoca una acumulación de material en su superficie, que con el tiempo contribuye a su crecimiento.
Aspectos destacados de los trovants:
- Crecimiento extremadamente lento: aumentan su tamaño alrededor de 5 centímetros cada 1.000 años.
- Superficies lisas y formas redondeadas: su estructura es variable y puede presentar protuberancias que parecen ramificarse.
- Capacidad de generación de nuevas rocas: cuando un trovant desarrolla un nuevo fragmento, este puede desprenderse y continuar su crecimiento de forma independiente.
- Formas y tamaños diversos: desde pequeñas formaciones de unos pocos centímetros hasta otras de varios metros de diámetro.
El origen de los trovants está asociado a movimientos telúrios ocurridos hace más de 5 millones de años. Según estudios geológicos, las vibraciones sísmicas compactaron sedimentos arenosos en un ambiente acuático, lo que dio lugar a la formación de estas estructuras. Dentro de algunas rocas se han encontrado fósiles de bivalvos y gasterópodos, lo que refuerza esta teoría.
El interés científico por estos hallazgos llevó desde entonces a su protección y estudio en profundidad. La Unesco los ha declarado Monumento Natural, y el Museo de los Trovants en Costești documenta su origen, composición y peculiaridades.
¿Cómo se mueven estas ‘rocas vivientes’ y cuál es la controversia detrás de estas?
Otro de los aspectos que generó debate sobre las rocas vivientes es su aparente capacidad de movimiento. Algunos estudios sugieren que pueden desplazarse a un ritmo de aproximadamente 2,5 milímetros cada dos semanas.
Este fenómeno podría explicarse por cambios en la humedad y la presión del suelo, aunque también ha dado lugar a teorías especulativas.
A pesar de la explicación científica sobre su crecimiento, algunos investigadores han planteado que podrían ser formas de vida inorgánicas con cierto grado de autonomía. También existen teorías menos respaldadas que afirman que estas formaciones podrían ser estructuras de origen extraterrestre, transportadas a la Tierra por meteoritos.
Más allá de estas conjeturas, los trovants siguen siendo un fenómeno geológico fascinante que desafía las concepciones tradicionales sobre la materia inanimada.
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