Alimentación infantil

Destete: todos los errores que no debes cometer

Destete errores
Descubrimios los errores que no se deben cometer con el destete
Blanca Espada

Mientras el bebé se alimente exclusivamente con leche, no hay mayores problemas. Una vez iniciado el destete, muchas veces en vez de escuchar las instrucciones del pediatra, uno se acomoda al sentido común o peor aún a los rumores que nos han ido transmitiendo desde la época de las abuelas. Es posible que aún se apliquen algunas reglas antiguas, pero las necesidades nutricionales de los niños son diferentes hoy en día que hace unas décadas. Conozcamos ahora todos los errores que no debes cometer en la fase de destete.

Destete: los errores que no debes cometer

Las alergias a los alimentos son hoy en día más comunes, al igual que el riesgo de tener sobrepeso. El pediatra, en continua actualización sobre los temas de los nuevos descubrimientos médico-científicos, es capaz de aconsejar a las familias sobre cómo proceder correctamente. Veamos entonces qué pasos seguir cuando se trata de iniciar el destete del bebé centrándonos en los errores que nunca deberíamos cometer.

La leche adecuada incluso después del año

Hasta los seis meses de edad, la leche materna es ideal para los bebés, el único alimento capaz de cubrir las necesidades dietéticas tanto en nutrientes como en cantidad de líquidos. Pasado este período, si la mujer todavía tiene leche y es capaz de alimentar al bebé de esta forma, la leche materna sigue siendo ideal hasta el año de vida, aunque sea el momento de empezar a introducir los primeros alimentos sólidos. Si te quedas sin leche, evita un error frecuente: sugerir leche de vaca. Este alimento es bueno solo después de veinticuatro meses, antes de que no responda a las necesidades del niño. De hecho, la leche de vaca es demasiado rica en grasas y proteínas, mientras que es pobre en azúcares y minerales como el hierro, nutrientes presentes en las leches de continuación. El pediatra podrá recomendar el tipo correcto desde los seis a los doce meses y luego después de un año de edad. Otro error es acostumbrar al niño a beber dulce, sobre todo si toma muy poca leche. De esta forma se dañan los dientes en erupción, se añaden calorías innecesarias y sobre todo el niño se acostumbra a buscar sólo bebidas dulces. Para saciar la sed, sólo se debe ofrecer agua natural, nunca del frigorífico y del tipo pobre en minerales.

Demasiada grasa y demasiada proteína

Muchos estudios muestran que los bebés destetados consumen cantidades excesivas de proteínas y grasas. Según los expertos en nutrición infantil, este hábito los expone a un riesgo de exceso de peso: no solo por las grasas sino también por las proteínas. Olvidamos que la leche ya es una fuente muy rica en proteínas y que estas sustancias también se encuentran en carnes, pescados, huevos, lácteos y legumbres. También en las harinas para preparar las papillas hay una buena cantidad de proteínas, de tipo vegetal. Esta es la razón por la que un niño a menudo come proteínas en el almuerzo y la cena, y finalmente consume demasiadas. Además, los alimentos proteicos también son ricos en grasas, especialmente en el caso de las carnes rojas, los lácteos y los huevos. Para no cometer este error, es bueno conocer el aporte nutricional de cada alimento, pidiendo consejo a tu pediatra. Así, si a la comida del mediodía se añade carne, por la noche será adecuado proponer una comida sólo con verduras y cereales.

Cuidado con la sal

Finalmente, un error muy común es agregar sal a los alimentos para bebés. En realidad, una cantidad suficiente de cloruro de sodio ya está presente en huevos, productos lácteos, carnes y verduras. La sal nunca debe agregarse hasta la edad de dos años. Otro error es proponer alimentos como quesos añejos, embutidos, snacks demasiado pronto. De esta forma el niño se acostumbra al gusto salado y será difícil hacerle aceptar preparaciones delicadas pero más sanas. La sal no engorda por sí sola, pero predispone a la hipertensión y problemas renales. Por no hablar de que los alimentos más salados son también los más ricos en grasas saturadas, que son perjudiciales para la salud.

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