Cosas que me han enseñado mis sobrinos

Cosas que me han enseñado mis sobrinos

Tener un hijo es algo especial, mágico e imposible de expresar con palabras. Pero no podemos olvidar que también lo es, de otra manera por supuesto, el tener sobrinos. Y es que convertirse en tía es una de las situaciones más emocionantes que se pueden experimentar en la vida. Lo es por muchos y variados motivos, entre los cuales está el que esos pequeños nos consiguen enseñar y descubrir aspectos de nosotros mismos o de los demás que desconocíamos por completo.

Si tú acabas de tener sobrinos, si estás a punto de tenerlos o si ya los posees, sigue leyendo. Y es que, a continuación y en base a mi propia experiencia, vas a encontrarte con algunas de esas cosas que nos enseñan a las tías:

Lo que es un amor absolutamente desinteresado

Sin lugar a dudas, mis sobrinos si algo me han hecho descubrir desde que les vi el rostro por primera vez es que hay amores absolutamente desinteresados, que no esperan nada a cambio, que simplemente existen y nos hacen felices. Y es que desde que supe que venían en camino, afloró en mi interior un sentimiento inmenso de amor hacia esos pequeños sin importarme cómo serían.

Tener un sobrino es ser consciente de que se les quiere sin límites y sin contraprestaciones, se les quiere porque vienen a ser parte de uno en cierta medida, porque son hijos de esos hermanos a los que siempre se ha querido y se querrá, porque nos permiten vivir emociones a flor de piel, porque son sinónimo de felicidad…

A descubrir un sentimiento desconocido

De la misma manera, no podemos obviar que también convertirse en tía es pasar a descubrir lo que ese rol significa, sobre todo, a averiguar que se tiene un sentimiento de protección y de amor que nunca antes se había experimentado. Se trata de un sentimiento especial, imposible de describir y que nos llena de felicidad en cualquier momento.

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A darle valor a las emociones

Vivimos en una sociedad donde se le da muchísima importancia a los bienes materiales, hay que tener el mejor coche, la mejor casa, la prenda de vestir más cara…Y eso nos hace que, en multitud de ocasiones, nos olvidemos de que todas esas cosas son efímeras y simplemente algo meramente con valor económico.

Sin embargo, cambiamos cuando nos convertimos en tías, pues los sobrinos nos ayudan a poner los pies en el suelo y a darnos cuenta de que lo que realmente importa son los sentimientos, los abrazos, un beso, una palabra de cariño, una sonrisa…Si hay algo en este mundo que nos haga felices y que tenga un valor imposible de calcular es un cariñoso “tita” que salga de sus bocas, un abrazo interminable o un “te quiero”.

A saber la belleza que entraña la palabra “tía”

Alma, corazón, pasión, enamorarse, solidaridad…Muchas son las palabras que se consideran hermosas dentro de nuestro vocabulario. Sin embargo, hay una que nuestros sobrinos nos enseñan que es especialmente bella. Nos estamos refiriendo a “tía” o “tita”. Y es que cuando nos llaman de esa manera no podemos más que sentirnos orgullosas, nos afloran los sentimientos, nos emocionamos, nos encanta oírla una y otra vez porque la misma está unida de manera indisoluble a un estrecho lazo de amor que nos une por siempre y para siempre.

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A ser consciente de que sigo siendo una niña

Además de todo lo expuesto, no puedo negar que mis sobrinos me han enseñado más cosas y entre las mismas está el que me han hecho darme cuenta de que por más años que vaya cumpliendo mantengo intacta una parte de niña. Sí, es así. Y es que a su lado me divierto como nunca jugando a cualquier cosa, ya sea al balón, a las muñecas, al escondite, a pintar, a hacer puzzles, a “un, dos, tres, pollito inglés”…

A su lado parece que tengo una energía sin límites, soy capaz de hacer hasta las cosas más ridículas que nunca había podido imaginar, a meterme en la piel de Peppa Pig…Da igual, me convierto en niña porque no hay nada más hermoso que verles sonreír con mis locuras. Y una sonrisa de ellos merece la pena.

A desarrollar mi creatividad, a “explotar” mi instinto maternal, a darle forma a mi capacidad de protección, a valorar lo que tengo, a descubrirme un poco más…A todo eso y mucho más me han ayudado mis sobrinos, esos pequeños que se han convertido en la alegría de toda la familia y que han pasado a ser unos grandes “magos” capaces de sacarnos una carcajada y de hacernos felices con sus ocurrencias y con sus gestos de cariño. A mis sobrinos, gracias por tantas y tantas cosas positivas que me han hecho descubrir.

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