Cómo introducir la alimentación complementaria sin morir en el intento: trucos y recetas para padres primerizos
Las mejores recetas y consejos si comienzas a alimentar al bebé más allá de la lactancia
La alimentación complementaria es el proceso por el cual se introducen otros alimentos distintos de la leche materna o de fórmula en la dieta del bebé. Este paso es importante para el desarrollo nutricional, sensorial y psicomotor del niño o la niña, pero también puede generar muchas dudas e inseguridades en los padres primerizos.
¿Cuándo empezar? ¿Qué alimentos ofrecer? ¿Cómo prepararlos? ¿Qué cantidad dar? ¿Qué hacer si el bebé rechaza la comida? Estas son algunas de las preguntas más frecuentes que se plantean los padres y las madres al iniciar la alimentación complementaria.
A continuación te daremos algunos consejos prácticos, basados en la evidencia científica y en la experiencia de otros padres y madres, para que puedas introducir la alimentación complementaria de forma segura, saludable y divertida, tanto para ti como para tu bebé.
Cuándo empezar la alimentación complementaria
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la alimentación complementaria se inicie a partir de los seis meses de edad, siempre que el bebé esté preparado para ello y manteniendo la lactancia materna a demanda hasta los dos años o más.
Para saber si tu bebé está listo para empezar la alimentación complementaria, debes observar si cumple los siguientes requisitos:
- Puede mantenerse sentado con apoyo y tiene un buen control de su cabeza y su cuello.
- Muestra interés por la comida y abre la boca cuando le acercas una cuchara o un trozo de comida.
- Tiene la capacidad de llevarse la comida a la boca y de masticarla o aplastarla con las encías.
- Ha perdido el reflejo de extrusión, es decir, de sacar la lengua cuando le pones algo en la boca.
- Si tu bebé cumple estos requisitos, puedes empezar a ofrecerle alimentos complementarios. Recuerda que cada bebé tiene su propio ritmo de desarrollo y que no debes forzarlo ni presionarlo para que coma. La alimentación complementaria debe ser un proceso gradual, respetuoso y placentero.
Qué alimentos ofrecer
Los primeros alimentos que se ofrecen al bebé deben ser ricos en hierro, ya que este mineral es esencial para la formación de la sangre y el desarrollo del cerebro. Algunos ejemplos de alimentos ricos en hierro son la carne, el pescado, el huevo, las legumbres y los cereales integrales.
También es importante incluir alimentos que aporten vitamina C, como las frutas y las verduras, ya que esta vitamina ayuda a la absorción del hierro.
No hay un orden establecido para introducir los diferentes alimentos, pero se recomienda hacerlo de uno en uno, dejando unos días entre cada nuevo alimento, para poder detectar posibles alergias o intolerancias.
No hay que tener miedo a ofrecer al bebé alimentos potencialmente alergénicos, como el huevo, el pescado, los frutos secos o el gluten, siempre que se haga de forma progresiva y vigilando la reacción del bebé. De hecho, algunos estudios sugieren que la introducción temprana de estos alimentos puede prevenir el desarrollo de alergias en el futuro.
Lo que sí se debe evitar son los alimentos que supongan un riesgo de atragantamiento, como los frutos secos enteros, las uvas enteras, las palomitas de maíz, las salchichas enteras o las zanahorias crudas. También se deben evitar los alimentos que no aporten ningún valor nutricional, como el azúcar, la sal, la miel, los refrescos o los zumos industriales.
Cómo preparar los alimentos
Existen dos métodos principales para ofrecer los alimentos al bebé: la papilla y el baby-led weaning (BLW).
La papilla consiste en triturar o aplastar los alimentos hasta obtener una consistencia suave y homogénea, que se le da al bebé con una cuchara. Este método permite controlar la cantidad y la variedad de alimentos que se le ofrecen al bebé, así como evitar posibles atragantamientos. Sin embargo, también puede limitar la autonomía y la experimentación del bebé, así como su capacidad de regular su apetito.
El BLW consiste en ofrecer al bebé trozos de comida de tamaño y forma adecuados para que pueda agarrarlos con sus manos y llevárselos a la boca. Este método fomenta la autonomía y la curiosidad del bebé, así como su desarrollo sensorial y motriz. Además, respeta el ritmo y las preferencias del bebé, que puede elegir qué, cuánto y cómo comer. No obstante, este método también puede implicar un mayor riesgo de atragantamiento, una menor ingesta de nutrientes y un mayor desperdicio de comida.
No hay un método mejor que otro, sino que cada familia debe elegir el que mejor se adapte a sus necesidades y preferencias. Lo importante es que el método elegido sea seguro, saludable y divertido para el bebé y los padres. También se puede optar por una combinación de ambos métodos, ofreciendo al bebé tanto papillas como trozos de comida, según la ocasión y el tipo de alimento.
Qué cantidad dar
La cantidad de comida comida del bebé depende de varios factores, como su edad, peso, actividad y apetito. No hay que medir entonces la cantidad, sino dejar que el bebé coma lo que necesite.
Una cosa que debemos tener clara es que la leche es el alimento principal hasta el año. Por ello, no dudes porque hay que darle leche antes de la comida sólida, para que tenga todos los nutrientes y el agua que necesita.
En cuanto a la comida sólida se introduce poco a poco, desde una vez al día hasta cuatro veces al día a los doce meses. Hay que ir variando los alimentos y las texturas.
Ten en cuenta además que no hay que forzar al bebé a comer, ni premiarlo o castigarlo. Hay que crear un ambiente tranquilo y agradable, sin distracciones, para que el bebé disfrute de la comida y de la compañía.
Qué hacer si el bebé rechaza la comida
Es normal que el bebé rechace algunos alimentos al principio, ya que se trata de sabores, texturas y olores nuevos para él o ella. No hay que preocuparse ni enfadarse, sino que hay que tener paciencia y perseverancia.
Se recomienda ofrecer al bebé el mismo alimento varias veces, en diferentes días y preparaciones, para que se acostumbre a él y lo acepte. También se puede mezclar el alimento rechazado con otro que le guste más, o darle un poco de leche antes o después de la comida, para que asocie el alimento con algo positivo.
No hay que obligar al bebé a comer algo que no quiere, ni hacerle sentir culpable o avergonzado por ello. Tampoco hay que sustituir el alimento rechazado por otro que le guste más, sino que hay que respetar sus gustos y preferencias, siempre que sean saludables. Lo importante es ofrecer al bebé una alimentación variada y equilibrada, que cubra todas sus necesidades nutricionales.
Recetas para la alimentación complementaria
Aquí te dejamos algunas ideas de recetas sencillas y saludables para la alimentación complementaria de tu bebé, según el método que elijas:
Papillas
- Papilla de pollo con verduras: Cuece una pechuga de pollo sin piel ni huesos, una zanahoria, una patata y un calabacín, todo pelado y troceado, en agua o en caldo de verduras casero, hasta que estén tiernos. Tritura todo con una batidora o un pasapurés, hasta obtener una consistencia suave y homogénea. Puedes añadir un poco de aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal, si quieres.
- Papilla de frutas: Pela y trocea una manzana, una pera y un plátano. Cuece la manzana y la pera en un poco de agua, hasta que estén blandas. Tritura las tres frutas con una batidora o un tenedor, hasta obtener una consistencia cremosa y sin grumos. Puedes añadir un poco de zumo de naranja natural, si quieres.
- Papilla de arroz con leche: Cuece una taza de arroz integral en tres tazas de leche (materna, de fórmula o de vaca, según la edad del bebé) a fuego lento, removiendo de vez en cuando, hasta que el arroz esté cocido y la leche se haya absorbido. Tritura el arroz con una batidora o un pasapurés, hasta obtener una consistencia suave y cremosa. Puedes añadir un poco de canela en polvo, si quieres.
Baby-led weaning
- Brochetas de pollo y verduras: Corta una pechuga de pollo sin piel ni huesos en trozos grandes y gruesos. Corta también una zanahoria, una patata y un calabacín, todo pelado, en trozos del mismo tamaño que el pollo. Ensarta los trozos de pollo y de verduras en palillos de madera, alternando los colores. Hornea las brochetas en el horno, previamente calentado a 180ºC, durante unos 20 minutos, o hasta que el pollo y las verduras estén cocidos y dorados. Deja que se enfríen un poco antes de ofrecerlas al bebé.
- Galletas de avena y plátano: Tritura dos plátanos maduros con un tenedor, hasta obtener un puré. Añade una taza de copos de avena y mezcla bien. Forma pequeñas bolitas con la masa y aplástalas con la mano, para darles forma de galleta. Coloca las galletas en una bandeja de horno, forrada con papel vegetal. Hornea las galletas en el horno, previamente calentado a 180ºC, durante unos 15 minutos, o hasta que estén doradas. Deja que se enfríen un poco antes de ofrecerlas al bebé.
- Tortilla de espinacas y queso: Bate dos huevos en un bol y añade una pizca de sal. Lava y pica unas hojas de espinacas frescas y añádelas al bol. Ralla un poco de queso (el que más te guste) y añádelo también al bol. Mezcla todo bien. Calienta una sartén antiadherente con un poco de aceite de oliva virgen extra y vierte la mezcla. Cuaja la tortilla por ambos lados, a fuego medio, hasta que esté hecha. Corta la tortilla en triángulos y ofrécela al bebé.
Temas:
- Alimentación infantil