Visita al taller mallorquín de Belén Posse de Rioboo
Lo característico de la obra de Belén Posse de Rioboo es la explosión de los colores, muchas veces eléctricos, con predominio del azul tanto marino como celeste, el rojo no agresivo, los ocres que nivelan la paleta y acercan la obra a la tierra
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Pocas veces he visitado un taller tan espléndido, tanto en cuanto a la luz que le penetra como a la elegancia de unos espacios que invitan a la creación plástica reposada, la que parte de un planteamiento conceptual previo para desarrollar después, a través de una estrategia que incluye colores y técnicas de disposición de los mismos, como el que me mostró la semana pasada la artista madrileña Belén Posse de Rioboo (Madrid, 1959). Un taller ubicado en una ladera con vistas al llano de Palma, camino de Valldemossa. Un lugar francamente hermoso, muy propicio para el trabajo artístico.
La artista dispone además del espacio interior, amplio como digo, de un área exterior donde realiza, cuando el tiempo lo permite, los trabajos más sucios, los que requieren el espolvoreo de pequeñas partículas, el rociado de productos de fijación, la utilización de resinas, etcétera.
Cuando el lienzo es de gran tamaño trabaja con él en el suelo, hasta donde alcanza. No la he visto trabajar en directo, pero la imagino compenetrada con el lienzo y el paisaje de la isla, y con esa luz tan especial del Mediterráneo. Como todo aquel que, no nacido aquí, ha elegido este lugar para vivir una parte del año (tiene otro taller en Madrid) y trabajar, la transparencia del aire y el clima amable que nos rodea son elementos que a la fuerza terminan por penetrar en la obra, haciéndola más empática y generosa con los sentidos del espectador.
Como muchos artistas de nuestro tiempo, Belén trabaja básicamente a través de la web, y por encargo. Al menos ése es ahora su eje principal de gestión profesional. Compaginado con alguna exposición física al uso, como la de este pasado invierno en la feria de arte de París, a través de una galería convencional, el fenómeno de la personalización de las relaciones, que ha afectado hace un tiempo ya a la organización privada de los viajes, a las reservas de alojamientos turísticos, a las compras en general, todo ello efectuado por cada vez más gente a través de las redes digitales y los portales de internet, ha llegado también al mercado del arte, como hemos comentado en estas páginas con anterioridad.
Ya veremos a dónde nos conduce este fenómeno, pero por lo pronto hay muchos artistas que cumplen sus expectativas de hacer llegar su obra al público a través de estos nuevos canales. Y el paso siguiente, los llamados NFT, obras virtuales que se concretan en un código encriptado, están cada vez más en boga. Como lo demuestra que el mismo Damien Hirst haya lanzado una línea de obras físicas con su obra paralela en NFT, y la posibilidad binaria para el comprador: si adquiere la obra física, Hirst destruye el NFT; y si adquiere el NFT, destruye la obra física, de manera que sólo una expresión única de la obra queda al final del proceso.
Belén Posse de Rioboo también se está introduciendo en los NFT, y en otras obras de fundamento no puramente convencional, como es el caso de la serie iniciada este invierno con la plasmación de la onda sonora de la voz pronunciando una palabra en una secuencia de barras físicas que organizan visiblemente el diagrama de dicha sonoridad.
Las obras de esta serie suponen un esfuerzo de elaboración extraordinario (yo he visto una, y es de factura inmaculada), y creo sinceramente que van a tener un amplio recorrido. ¿A quién no le gustaría tener la voz que materializa en el aire nuestro nombre formado físicamente en el espacio? Los coleccionistas están empezando a hacer cola para los encargos.
Las series en las que la artista ha ido trabajando se han concretado en la de intercambio cultural (cuando vivía en México, Brasil y Estados Unidos), la serie de monedas (en la que aparecen físicamente sobre la tela como protuberancias dionisíacas), la serie de líneas que enlazan puntos distantes, y por último la que incluye agujeros como fronteras interiores, horizontes hacia dentro de la obra que abren mundos que subyacen. Lo característico de la obra de Belén Posse de Rioboo, además de todo lo dicho, es la explosión de los colores, muchas veces eléctricos, con predominio del azul tanto marino como celeste, el rojo no agresivo, los ocres que nivelan la paleta y acercan la obra a la tierra.
El gran formato es más proclive a su obra, donde las transparencias, las zonas de dripping, la superposición de texturas puede desarrollarse con más amplitud. Tras una primera exposición en Madrid allá por 1994, y otras muchas en Brasil, México y en diversas localidades españolas, Belén Posse de Rioboo trabaja en su taller de Palma unos meses al año para cumplir con los compromisos que su dinámica web le proporcionan. Mucho éxito, pues, en las nuevas series y los nuevos encargos.
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