Los socios secesionistas de Armengol insisten en hundir a los cruceros: exigen un máximo de dos al día

Més también reclama un límite de 6.000 pasajeros al día en el Puerto de Palma

Ni el Govern ni el Ayuntamiento de Palma tienen las competencias para limitar la llegada de cruceros

El partido ecosoberanista no aporta ninguna solución constructiva y sólo propone prohibiciones

Los cruceros reafirman su compromiso medioambiental y Armengol sigue dispuesta a hundir el sector

El puerto de Palma apostará por el hidrógeno verde y podrá abastecer a los barcos que arriben

Més cruceros
Crucero llegando al puerto de Palma.

Los ecosoberanistas de Més, socios de Francina Armengol en el Govern y de José Hila en el Ayuntamiento de Palma, insisten en que Baleares debe imponer limitaciones unilaterales a los cruceros. A pesar de que ni el Ejecutivo balear ni Cort tienen las competencias para legislar la llegada de barcos al puerto de la capital, insisten en que lo van a hacer. Quieren que sólo puedan llegar como máximo dos al día y 6.000 pasajeros. Los mismos que apoyaron patrocinar el concierto de Los 40 con la ecotasa, ahora califican de turismo irresponsable a un sector que invierte en sostenibilidad.

Según el partido, «hace falta una regulación valiente que ponga límites a la llegada de cruceros». «Si la pandemia no nos ha enseñado que la dependencia económica del turismo nos lleva a la ruina es que no hemos aprendido nada. No podemos mantener los antiguos modelos del pasado que mercantilizan la ciudad y la isla en favor del enriquecimiento de un sector turístico con poca responsabilidad social», ha dicho la portavoz municipal de Més, Neus Truyol. No obstante, más allá de las críticas, no ha aportado ninguna alternativa ni propuesta para que Baleares avance hacia una diversificación económica real.

Armengol e Hila llevan en sus respectivos gobiernos 6 años con sus socios de Més y Podemos. Tiempo en el que han prometido por activa y por pasiva que cambiarán el modelo de Baleares para reducir la dependencia del turismo. Sin embargo, no han hecho ni una propuesta. En estos años, uno de sus principales focos de críticas han sido los cruceros, que dejan 300 millones de euros en las Islas y generan 6.000 puestos de trabajo. Su argumentación es «la crisis climática» y aunque los cruceros insisten en que trabajan para lograr que los barcos sean más sostenibles, Més se lava las manos para así contentar a sus votantes.

En estos momentos, un 35% de la flota en servicio está capacitada para apagar motores y conectarse a tierra y un 82% de los que están en cartera estarán preparados. Las compañías invierten en sostenibilidad. Pero aunque el 100% de los navíos pudiesen conectarse a la red eléctrica de la ciudad a la que arriba, la realidad es que sólo 14 de los puertos de todo el mundo ofrece esta opción. Y por el momento, el de Palma no entra en la lista. Sí que hay prevista una reforma de la terminal 4 de la Estación Marítima que permitirá esta conexión y abastecerse de hidrógeno. Ahora, todavía se desconoce cuándo estarán terminadas unas obras que no han empezado. Un proyecto desarrollado por Puertos del Estado y no por el Govern o Cort.

La Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA) ha recodado que también trabajan en un sistema de propulsión que permita utilizar combustibles alternativos. Es un proceso lento y que tiene un problema, no hay un criterio unificado. Al fin y al cabo, la flota mundial está compuesta de 90.000 barcos, de los que 300 son cruceros. CLIA ha reclamado que se desarrolle una solución para todos. Y al igual que con las conexiones a tierra, son muy pocos los puertos que ofrecen combustibles alternativos.

Críticas sin aportar solución

Hace falta colaboración entre el sector público y el privado. Lo que sucede en Baleares es que el Govern y el Ayuntamiento de Palma quieren imponer sin buscar soluciones. Le dan la culpa a un todo un sector por motivos electoralistas y no entablan diálogo. Més también ha argumentado que se debe acabar «con la masificación que sufre Palma por culpa de los pasajeros que llegan a las Islas, 2,3 millones en todo 2019». Una número nimio si se tiene en cuenta que Baleares cerró ese año con 16,45 millones de turistas. Cifra que el Govern, al que pertenece Més, celebró por ser histórica.

Una de las máximas sobre el turismo es primar calidad sobre cantidad. En el sector nadie rebate que no se deba perseguir ese objetivo. Ahora bien, el Ejecutivo sólo propone limitaciones y no desarrolla políticas encaminadas a mejorar el turismo de las Islas. Aunque el portavoz del Govern, Iago Negueruela, asegure que «todos están de acuerdo en que hay que poner límites porque es bueno». Ni el sector ni los empresarios ni los pequeños comerciantes están de acuerdo. Reclaman diálogo frente a los prohibiciones.

Por último, Truyol ha pedido que las instituciones estudien la posibilidad de crear una Zona de Control de Emisiones en el Mediterráneo. Se trata de una propuesta de la entidad ecologista Aliança Mar Blava. «Esta área de control permitiría limitar la contaminación del aire producida por los barcos y aplicar estándares más estrictos sobre las emisiones». De nuevo, un planteamiento que criminaliza a un sector. Més no asume responsabilidad y la culpa es de los cruceros.

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