Director de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros en España (CLIA)

Alfredo Serrano: «Limitar los cruceros acabaría con este sector en Baleares»

En Baleares, el turismo de cruceros deja unos 300 millones de euros al año y genera en torno a 6.000 puestos de trabajo

Este octubre se esperan unas 60 escalas en el puerto de Palma, un 20% menos que en 2019

"Las compañías dejarían de vender Palma como destino, porque siempre tendrían la incertidumbre de si podrían hacer escala"

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Cruceros Baleares
El director de CLIA en España, Alfredo Serrano.

Director de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros en España (CLIA) y con más de 20 años de actividad en esta industria, Alfredo Serrano cree que se ha demonizado al sector en Baleares. Ha recordado que los cruceros son importantes para la economía de las Islas y generan muchos puestos de trabajo. Además, ha destacado que las flotas de ahora no son como las de hace 20 años y que las compañías están comprometidas con la sostenibilidad.

Debido a las restricciones en España, los cruceros han tardado más en activarse que en otros países. El Gobierno de Pedro Sánchez mantuvo la prohibición a la actividad crucerista hasta mayo de este año. Una limitación que se levantó sin informar con antelación a las compañías, que no se pudieron poner en marcha hasta junio. No porque careciesen de protocolos antiCOVID, que los tenían desde hacía meses, sino porque el sector necesita su tiempo de preparación. «Muchas compañías tenían cerrados los viajes desde antes de mayo y no contaban con España y Baleares como destino por la prohibición».

Aunque la temporada podría haber empezado antes o se podría haber comenzado a preparar con más tiempo, ha ido bien para las circunstancias. «El desarrollo ha sido bastante similar en todo el Mediterráneo español. En el caso concreto de Palma, ha tenido una posición bastante importante, como le corresponde. Al fin y al cabo, es uno de los destinos principales». La actividad ha ido creciendo a lo largo de los meses y este octubre se esperan unas 60 escalas en el puerto de Palma, un 20% menos que en 2019.

Serrano ha destacado que se va recuperando la normalidad. Hasta el momento la mayor parte del cliente ha sido europeo, pero poco a poco va creciendo la presencia del norteamericano. En general, se prevé que a finales de año se haya recuperado un 80% de la actividad. «Probablemente durante el primer trimestre de 2022 alcancemos el 90% y si todo va bien, un 100% a mitad de año». No obstante, depende de las compañías y de los gobiernos. En este sentido, el director de CLIA ha pedido que se haga una normativa COVID común en todos los países. «Ahora mismo cada puerto tiene su protocolos y es un tanto caótico».

El reto tecnológico

En las Islas, este turismo deja unos 300 millones de euros al año y «genera en torno a 6.000 puestos de trabajo». «Limitar el número de navíos que llegan acabaría con los cruceros en Baleares. No hay ningún destino que lo haga, porque no se puede subsistir. Al final, si sólo pudiese entrar un barco al día en el puerto, las compañías dejarían de vender Palma como destino, porque siempre tendrían la incertidumbre de si podrían o no hacer escala», ha explicado Serrano.

El director de CLIA no comprende este movimiento contrario a los cruceros en Baleares. Le parece bien debatir la cuestión, pero pide que se haga con estudios y una base científica sólida. Reconoce que no todo en el sector es perfecto, «pero es que todas las actividades económicas generan alguna externalidad negativa». «Tenemos que entender los problemas que se generan y abordarlos para ponerles solución, no limitarnos a prohibir y eliminar».

Serrano ha lamentado que las críticas a los cruceros se basen en datos de hace 20 años. «Las flotas no son las mismas y se ha hecho un esfuerzo enorme. Llevamos años comprometidos con la sostenibilidad, no hemos empezado ahora». Ha puesto de manifiesto que se ha trabajado duro para que los sistemas de eliminación de residuos impidan que se contamine el mar. «Casi todo se descarta en el barco y lo que no se puede, se descarga en tierra firme con empresas que se encargan de ello. Es más, en estos momentos unos dos tercios de la flota mundial incorporan sistemas de tratamiento de residuos similares o superiores a los de muchas ciudades europeas».

Por lo que respecta a la movilidad, Serrano ha reconocido que se está abordando el problema de la contaminación atmosférica y la descarbonización. Sin embargo, cambiar el sistema de propulsión de los navíos no depende únicamente de las compañías. «Tiene que cambiar toda la infraestructura de los puertos y es un tarea ingente y costosa. Y no hay que olvidar que dentro de la flota mundial, compuesta por 90.000 barcos, sólo 300 de estos son cruceros».

Ha incidido en que el 25% de la flota que se está construyendo ahora se podrá propulsar con gas licuado y que se trabaja en alternativas 100% sostenibles. «Se barajan muchas opciones, como el hidrógeno. El reto tecnológico es encontrar ese sistema de propulsión que sirva para toda la flota mundial». Además, ha hecho hincapié en que desde hace tiempo los barcos tienen capacidad para conectarse a la red eléctrica cuando están en puerto y apagar así los motores. «Pero no es posible, no hay conexiones en ningún puerto, porque es una obra sumamente costosa».

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