‘Karaoke’, de Gonzalo Campos Suárez, una buena manera de afrontar la cuesta de enero
El escritor mallorquín afincado en Málaga firma este libro integrado por diez relator que publica Sloper
Las historias que nos presenta el autor son fulgurantes, de ritmo endiablado e ironía desbordante
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!['Karaoke', de Gonzalo Campos Suárez](https://okdiario.com/img/2023/01/11/libro-655x368.jpg)
Una buena manera de afrontar la cuesta de enero es escoger un buen libro y dedicarse austeramente a su lectura, evitando así gastos mayores que nos acercarían a esa quiebra técnica personal propia del mes que sigue al dispendio de las fiestas navideñas.
Y para ese fin tan aconsejable en estas fechas —de hecho, la lectura de un buen libro siempre lo es— la recomendación de hoy recae en el volumen Karaoke, del escritor mallorquín afincado en Málaga Gonzalo Campos Suárez. El libro lo publica la editorial también mallorquina Sloper, que dirige Román Piña.
Se trata de un libro integrado por diez relatos, entre los que se halla uno final, complejo, ubicado en el Medio Oeste norteamericano, que a su vez se divide en tres subrelatos. Es el segundo libro que publica su autor, que se dio a conocer con un primer volumen de cuentos, Mi bello Fauvel, en 2018, que fue designado finalista al XXV Premio Andalucía de la Crítica.
Los relatos de Karaoke son fulgurantes, de ritmo endiablado e ironía desbordante. Pilar Adón lo califica como libro hipnótico y no le falta razón, puesto que el lector se sumerge en historias de lo más disparatado pero que al mismo tiempo lo traspasan por su dramatismo intestino y sus diálogos de fascinante secuenciación, desplazándose por el planeta a lomos de las historias, que atraviesan Japón, Venecia, el Tíbet, Roma, la extinta Unión Soviética, los fiordos noruegos o la Norteamérica más profunda, sin olvidar ese relato ubicado en una isla desierta de difícil geolocalización. Su lectura, como digo, te embarga y te succiona, hasta el punto de que no es posible abandonar un relato a medias, cosa que sucede sólo con las buenas lecturas.
Cuando uno se entera, después, de que Gonzalo Campos, el autor, dirige a su vez el sello editorial La Calderona, dedicado a la publicación exclusiva de textos teatrales, y que es además académico fundador de la Academia de las Artes Escénicas de Andalucía, comprende en parte esa habilidad en la confección de las escenas que nutren estos apasionantes relatos y esa magia en el desarrollo de los tramos dialogados, que empujan con energía la narración hacia adelante, arrastrando al lector sin que éste casi se percate de ello.
Una lectura, pues, como digo, muy recomendable para afrontar la cuesta de enero, que con su pendiente amenazante se nos presenta como el exacto contrapunto a estos atractivos relatos de Karaoke, del escritor mallorquín Gonzalo Campos.
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