Política municipal

El hartazgo de los caleseros de Palma: «El Ayuntamiento nos discrimina y no nos acepta en sus despachos»

El Consistorio aprueba la prohibición de estos vehículos de tracción animal con fecha límite de 2024 y que pasen a ser eléctricos

Los propietarios de las galeras denuncian sentir "miedo" por los continuos insultos recibidos, algunos de índole racista

"Somos unos apestados sociales, estamos hartos de la desinformación, se está demonizando injustamente a nuestro gremio"

"Nos acusan de maltratadores cuando amamos profundamente a nuestros caballos"

Los dueños de galeras ganan la guerra del calor al alcalde de Palma

La ola de calor también afecta a los animales: un caballo se desploma en plena calle en Mallorca

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Venancio Vargas, vicepresidente de la asociación Las Calesas.

Las galeras tiradas por caballos tienen sus días contados en la capital balear. El Ayuntamiento de Palma ha aprobado la prohibición de estos vehículos de tracción animal con fecha límite de 2024. Lo hizo el pasado 28 de julio tras alcanzar un acuerdo en el último pleno municipal antes del parón veraniego. La propuesta salió adelante gracias a los votos de todo el equipo de gobierno (PSOE, Més y Unidas Podemos) y el grupo municipal Ciudadanos, la abstención del PP y el voto en contra de Vox.

Fue una iniciativa de la formación naranja y tiene como objetivo avanzar progresivamente hacia la instalación de calesas eléctricas en la ciudad, para que en 2024 no haya equinos tirando de ellas. Para ello, Cort realizará las modificaciones oportunas para que se efectúe este cambio progresivo, estableciendo, además, «una línea de subvenciones para facilitar el proceso de sustitución de todas las galeras por modalidades eléctricas».

Varias asociaciones, partidos ecologistas e instituciones de protección animal han aplaudido y acogido con alivio esta propuesta, ya que desde hace años vienen reclamando que se suprima definitivamente esta práctica, alegando que los caballos se hallan en malas condiciones e incluso algunos en situación de maltrato.

¿Qué opinan los propietarios de las galeras?

En la otra cara de la moneda, sin embargo, se encuentran los caleseros, que son los mayores damnificados tras esta nueva medida aprobada por el Consistorio. OKDIARIO se ha acercado a hablar con ellos para saber cómo han recibido esta propuesta, la cual acarreará que en dos años la naturaleza de su histórica profesión quedará suprimida de forma definitiva.

Varios conductores de coches de caballos afirman de forma unánime que «la presión social, mediática y política» les está «ahogando». También valoran negativamente la idea de galeras eléctricas: «Es una memez de proyecto, sin futuro alguno, que nos conducirá directamente a la ruina de nuestra familias».

«Las galeras han pasado de ser un emblema de la ciudad a ser una diana fácil donde verter críticas y propinar insultos», explica un calesero, que prefiere mantenerse en el anonimato. «Sin ser victimistas, los caleseros de Palma somos unos apestados sociales. Diariamente nos sentimos atacados, tanto política como mediáticamente», apunta.

«Aunque donde más presión recibimos, sin lugar a dudas, es en la calle. Hay gente que nos persigue para insultarnos, acusándonos de maltratadores y asesinos. Nos tiran hasta basura encima. Y claro, todo esto hace que vayamos a trabajar con miedo», relata el propietario de la galera, quien confiesa que a varios trabajadores -él incluido- toda esta presión les está afectando seriamente a nivel psicológico.

El mismo calesero cuenta que en 30 años que lleva en el oficio, nunca se ha muerto ningún caballo por un golpe de calor. «Evidentemente que ha habido accidentes, como los hay en todos los trabajos. Al fin y al cabo los caballos son seres vivos y pueden resbalarse o encontrarse mal alguna jornada», manifiesta el trabajador.

Según el conductor, «muchas de las caídas son ocasionadas por los restos de cera derramada durante las procesiones de Semana Santa», pues ésta provoca que el pavimento esté resbaladizo para los animales y sus herraduras. Al mismo tiempo, señala que «el incivismo al volante de algunos conductores» también desencadena ciertos episodios desafortunados protagonizados por los equinos.

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Una galera junto a la Catedral de Palma.

«La desinformación nos criminaliza injustamente»

Otro conductor de esta atracción turística, quien también pide no ser identificado, expone que «cualquier persona que entienda de animales, sabe que la mayoría de caballos mueren por contraer cólicos», argumentando que ésta es una enfermedad muy común en el mundo equino.

También refiere que la procedencia de algunos equinos suele ser el Hipódromo de Palma. «Son caballos de carreras fuertes que a los seis años los retiran de correr. Nosotros los compramos y los tenemos paseando hasta que cumplen los diez aproximadamente», apunta. Y añade que otros son comprados de un matadero de Valencia porque «no dan la talla para ser profesionales».

«Estamos hartos de tanta desinformación y mentiras que confunden a la gente. Claramente se nos está demonizando», confiesa el trabajador, que cree firmemente que los caleseros de Palma están estigmatizados bajo la etiqueta de «malas personas».

En la misma línea, denuncia que ciertas formaciones políticas y asociaciones, donde destaca el partido ecoanimalista Progreso en Verde, asiduamente vierten informaciones falsas o tergiversadas en internet acerca de las condiciones de dichos animales. Como consecuencia de ello, esto genera, según el trabajador, que «se mancille un empleo tan tradicional como el de calesero, que sigue preservándose y respetándose en muchas ciudades emblemáticas, como por ejemplo Sevilla o Berlín».

Aunque, sin duda, lo que más preocupa a los empleados de este sector es: ¿qué futuro les espera a sus caballos si terminan prohibiendo las galeras?  «Ya te lo digo yo. Los llevarán al matadero y con su carne fabricarán pienso para perros.  Conozco a una persona de Barcelona que sabe de primera mano que esto está sucediendo en su ciudad», asegura.

«Un caballo no es una mascota, es un animal ciertamente elitista. No todo el mundo puede permitirse tenerlo», comenta el calesero. Él mismo explica que conlleva muchos cuidados y gastos, sobre todo en cuestiones de comida y atención veterinaria. «Nosotros amamos a nuestros caballos. En mi casa, si hace falta, yo me quedo sin comer para alimentar a mis caballos», confiesa el conductor del carruaje para añadir que si su caballo pierde una herradura, inmediatamente abandona las calles y lo lleva a su establo.

«Si los acaban quitando, muchos niños, a no ser que practiquen hípica, no volverán a ver un caballo nunca más en su vida. Y esto es muy triste», lamenta. A su vez, afirma que «hay gente que confunde la fisonomía del animal con que esté en malas condiciones. Al igual que pasa con las personas, hay caballos más guapos que otros».

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Uno de los caballos que tiran de las galeras turísticas de Palma.

El racismo hacia la etnia gitana

OKDIARIO ha tenido la oportunidad de hablar con el vicepresidente de la asociación Las Calesas, Venancio Vargas, cuyo testimonio aporta un nuevo asunto que les aflige: el racismo. El también propietario de un vehículo de tracción animal denuncia que recibe constantemente vejaciones por parte de algunos ciudadanos por el simple hecho de ser gitano.

Y es que la mayoría de profesionales de este sector, según apunta Venancio, son de etnia gitana, aunque también hay mallorquines. «Me han dicho muchas veces: «Gitano, vete a vender droga». Esto me duele mucho, porque no sólo me están insultando a mí, sino que también lo están haciendo a mis raíces y a todo mi pueblo», lamenta.

El vicepresidente de esta agrupación galerista insta al Ayuntamiento de Palma a que se siente con su gremio para hablar las cosas, ya que denuncia que nunca se cuenta con ellos. «No nos aceptan en sus despachos, estamos excluidos de cualquier tema o reunión. Llevamos desde el mes de enero tratando de hablar con Hila, enviándole múltiples correos y aún no hemos recibido respuesta», señala Venancio.

Del mismo modo, denuncia la falta de ayudas del Consistorio, que contaba «desde 2014 con 150.000 euros destinados a la adecuación de las paradas de las galeras» -con la instalación de toldos y puntos de toma de agua- y que «todavía no se han utilizado».

A pesar de que Cort ya ha tomado una decisión, el representante de Las Calesas garantiza que en su sector no tienen «ni idea de nada». «No sabemos si se van a quedar los caballos o habrá que sacrificarlos. Tampoco tenemos conocimiento del modo de proceder en la transición a los nuevos vehículos eléctricos», expone.

Venancio cuenta que la primera vez que se puso sobre la mesa la posibilidad de sustituir los tradicionales vehículos de caballos por unos eléctricos, los cocheros expresaron su negativa al regidor de Movilidad, Francesc Dalmau: «Nosotros hablamos con él y le dijimos que lo último que queríamos eran galeras eléctricas, preferimos una indemnización».

Asimismo, afirma que esta decisión crea cierta inseguridad entre los trabajadores y si tuviera que darse el cambio, ellos prefieren licencias de taxis -como ha ocurrido en Italia- o algún vehículo que se haya utilizado en Europa. «No queremos ser unas cobayas», expresa.

Pide que se les deje de criminalizar por lo que considera «casos aislados» y califica como «injusto» el trato que reciben, justificando que ellos pasan adecuadamente las revisiones veterinarias cada año y también superan las inspecciones esporádicas realizadas por la Policía montada.

Polémica por altas temperaturas

Hace una semana el Ayuntamiento de Palma recordó que la modificación de la ordenanza de galeras que prohíbe que los caballos trabajen con altas temperaturas todavía no está vigente y que verá la luz el 25 de agosto.

En concreto, esta normativa, aprobada de forma paralela a la prohibición de vehículos de tracción animal a partir del año 2024, prohíbe que las galeras circulen cuando la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) declare alerta meteorológica por aviso amarillo, naranja o rojo de riesgo grave. Se trata de un apartado propuesto e introducido por la concejalía de Movilidad Sostenible. A su vez, esta modificación obliga a los conductores a «suspender el servicio cuando aprecien que el vehículo o la caballería no cumpla las condiciones de seguridad e higiene, comodidad o estado físico».

A los pocos días de la entrada en vigor de la nueva ordenanza, ésta sigue suscitando enormes discrepancias entre animalistas, conductores de galeras y el propio Ayuntamiento. Venancio remarca el desacuerdo del colectivo: «Cuando AEMET activa la alerta por calor, tiene en cuenta todas las temperaturas de la zona sur y no de Palma. En Ses Salines pueden tener valores altísimos mientras en Palma no llegamos a los 30º».

«Política para el pueblo, pero sin el pueblo»

Este calesero denuncia que «los políticos están usando métodos comunistas de régimen totalitario, con cero democracia» y se acoge a las palabras pronunciadas por la portavoz del grupo municipal del PP, Mercedes Celeste, quien justificó la abstención de su formación manifestando lo siguiente: «Estamos ante un acuerdo en el que se hace política para el pueblo, pero sin el pueblo», haciendo alusión al hecho de que no se haya consensuado con el sector. «Han cambiado la ordenanza sin contar con nosotros y eso también es discriminación. Nos quieren ahogar económicamente», lamenta Venancio.

Así pues, este trabajador se muestra ostensiblemente consternado por el porvenir de las galeras en Palma. «Ya quisieron arrebatarnos hace unos años las licencias vitalicias, que son parte de nuestro patrimonio, algunas tasadas en 100.000 euros», afirma. Finalmente, admite que se siente «preocupado por aquellos padres galeristas que no podrán dejar a sus hijos la herencia de un honrado puesto de trabajo».

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