EL CUADERNO DE PEDRO PAN

Los festivales de música ayer y hoy

El Mallorca Live Festival juega en otra liga con una apuesta firme por el cartel con The Kooks y The Chemical Brothers

Mallorca Live Festival
Imagen del recinto del Mallorca Live Festival en Calvià.

Si los datos de impacto económico son correctos, entre la cuarta edición del Mallorca Live Festival (4,7 millones) y la sexta celebrada estos días (10,1 millones la cifra a superar), el salto cuantitativo es realmente relevante. Son tengo entendido las cifras manejadas por la consultora Sound Diplomacy.

Perdida la estela de su vibrante historia en los 60 y 70, todo parece indicar que la palabra Festival, mejor aún, su significado, se ha convertido en una especie de cajón de sastre cuyo reclamo principal sigue siendo el cartel. Lo primero que debo hacer es felicitar a los organizadores del Mallorca Live y reconocerles el mérito de movilizar a más de 70.000 personas, la previsión que se manejaba antes de abrir puertas el pasado 18 de mayo.

Debo reconocer que vengo de antiguo y por eso la palabra Festival me lleva a pensar en otros tiempos en plan vieja escuela. Hablando de música ligera, debo decir. Porque festivales de élite siempre los ha habido; entre nosotros está sin ir más lejos el Festival de Pollença, nacido en 1962 y continuando.
Si entendemos el rock como música ligera, entonces la palabra Festival se viste de luces cuando hablamos de Newport (1954-1959), Monterey (1967), Woodstock (1969) o Isle of Wight (1969). Su correcta descripción la hacía recientemente David Rubio en su reportaje para Público: «Un espacio de reflexión y reivindicación sin ánimo de lucro». También nosotros tuvimos nuestro particular Woodstock: el Selva Rock, que duró entre 1977 y 1983. El recientemente fallecido Pepe Marroig lo resumió a la perfección: «Fue un triunfo y el principio de una leyenda», pero como también él venía de la vieja escuela puso pie en pared ante los rumores de su regreso. «Recuperar su espíritu es harto complicado descontextualizado de su época».

Así pues, el Mallorca Live Festival juega en otra liga, que no tiene por qué coincidir con el espíritu de aquellos tiempos lejanos que hicieron historia y que desconocían términos como cuenta de resultados, movilidad sostenible o impacto económico en el entorno. Claro que, entonces no existía Sound Diplomacy o cosa por el estilo. ¿Quiénes son? Hablamos de un equipo en el que confluyen economistas, analistas, investigadores y consultores con experiencia en el impulso económico en diversos campos, destacando su proyecto Music Cities Events, una plataforma para el impulso del uso de la música para poner en valor ciudades o emplazamientos como es el caso del antiguo Aquapark de Magaluf donde tiene lugar Mallorca Live Fest.

Si el centroderecha llega a la alcaldía de Palma el 28M y permanece la idea de convertir Palma en capital cultural del Mediterráneo, bien harán en pedir cita a Sound Diplomacy, atendiendo a sus logros en ciudades como Belfast, Singapur, Londres o Indianápolis por poner unos pocos ejemplos.

En esta otra liga a la que me he referido, solo cuenta sacar partido al ocio en todas sus variantes, incluidas pulseras con código de barras, food tracks y cualquier otra ocurrencia que apunte en esa dirección. Nada que objetar, obviamente, así que reitero mi felicitación a los organizadores de Mallorca Live Festival. Lo que no ha variado es la apuesta en firme por el cartel, que este año se ha volcado especialmente en The Kooks (18 de mayo), Black Eyed Peas (19 de mayo) y por último The Chemical Brothers (20 de mayo), que mentarlos es referirse a aquella experiencia surgida del underground y reconocidos por la revista londinense New Musical Express, que se refería en estos términos a su espectáculo reciente: «No hay un show de música de baile más grande en el mundo en este momento».

El romanticismo que revoloteaba en aquellos lejanos tiempos lo he vuelto a ver en dos convocatorias anunciadas para el 10 y el 16 de junio, y ambas en conexión con el XLV Festival Internacional de Música de Deià (ya sé que la ley Celaá ha desterrado los números romanos, así pues niños XLV quiere decir 45 o cuarenta y cinco). Estas dos citas tendrán lugar en dos escenarios inéditos: el mirador del cementerio de Deià, donde reinarán tangos, boleros y milongas; la casa-museo de Robert Graves en plan piano y voz dándole a la canción italiana de siempre, y en ambos casos con aforo reducido. Nada que ver con las macro-citas a que nos tiene acostumbrados el show-biz 2.0.

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