Ernesto Rodríguez, posidonia y gastronomía

Los Premis Gastronòmics Mallorca surgen gracias al paladar y el buen gusto a la hora de valorar lo que más placer puede producir, salvando las emociones que provocan otros actos humanos, fruto de las pasiones que se desatan en un paladar o en la vista, el aroma y si me apuran la seducción que vinos, licores y una buena compañía nos amamantan desde niños para que el cerebro siga creciendo esquisto y valorando el buen vivir.
Formar parte de estos galardones para diseñar los trofeos hizo muy feliz al escultor cubano afincado en Mallorca Ernesto Rodríguez. En cuanto recibió el encargo, se puso a trabajar, buscar cómo eran otros trofeos gastronómicos: muy old fashion comparados con el nivel gastronómico del que disfrutamos. Vio cucharas, chuletas… todos objetos directamente relacionados con la cocina o la comida, todo muy obvio y aburrido. Y también vulgar. Un trofeo se puede cargar la mejor fiesta. Ernesto empezó a darle vueltas, pues tenía ante sí una responsabilidad para con el mismo sobre todo ¡todo un reto! Finalmente, creció en su cerebro la pradera de posidonia oceánica, una idea un tanto extraña en su planteamiento, pero que está cargada de lógica.
La relación más obvia, pescamos en el mar, nuestra cultura está directamente relacionada con el mar y nuestra gastronomía está llena de ingredientes y marinos, pero con este argumento me dejo todos los productos de la tierra. La posidonia es el mar y también la que nutre la tierra y son nuestras aguas cristalinas, base de nuestra identidad, aunque los cumbas de senalla sueñen que lo son gracias a ellos humeando sus alrededores y sus fantasías, que ningún mal hacen a no ser que el político de turno vea el filón. Jolines la que liaron sus empleados acercándose en su motora al barco de Kettylin Magnusson llamada La Grande. O al de Ilona Novackova viendo a los hombres de Harrelson con la multa lista. El capitán del barco se aseguró de echar bien el ancla pero el mar manda.
Pero no sólo eso. Las praderas son nuestro Amazonas submarino particular. Según un estudio de Greenpeace de 2018, un metro cuadrado de posidonia absorbe CO2 y genera 10 litros de oxígeno al día; además sus praderas son el hogar de miles de especies animales, desde peces a crustáceos o moluscos. Además, conserva nuestras playas y las protege de los embates de los temporales.
Culturalmente, generaciones de mallorquines han acudido a las playas para recoger las hojas secas y sacar provecho de sus propiedades antisépticas (son una fuente de yodo) y sus destacables valores nutricionales. Se ha usado para tratar enfermedades cutáneas y respiratorias, pero también como lecho para los establos, como abono para los campos o incluso como alimento para las bestias. No sólo eso, se han aprovechado sus cualidades físicas, su textura es ideal para embalar materiales delicados o para rellenar colchones.
La posidonia es uno de los pilares de nuestro ecosistema y es precisamente este ecosistema el que explotamos para alimentarnos. La que creó Ernesto es un pequeño homenaje a esta humilde planta de nombre mitológico, que nos invita a reflexionar: «No nos comemos la posidonia (por ahora), pero es el mullido colchón sobre el que descansa, entre otras cosas, nuestra tradición gastronómica».
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