EL CUADERNO DE PEDRO PAN

Al crítico ‘woke’ Stephen Holden le horroriza la película ‘Bravetown’

El crítico de The New York Times censura esta cinta porque no se ajusta a los parámetros de la majadera corrección 'woke'

bravetown
Laura Dern y Lucas Till, en un momento de la película.

Bravetown (2015) es una película de temática expresamente USA y por eso mismo llama la atención que estemos hablando de una producción bajo bandera canadiense, al tiempo que su director, el venezolano Daniel Durán, y su guionista, el salvadoreño Óscar Torres, sean dos latinos que emigraron a los EEUU en busca de segundas oportunidades.

El crítico de The New York Times, Stephen Holden, ha escrito, a propósito de esta película: «Insoportable… un híbrido burdo de película de concursos de baile universitarios y desvergonzado patriotismo». Holden es un genuino producto de la Universidad de Yale y uno de los críticos más conocidos del Times. Por lo tanto, no estamos hablando precisamente de un don nadie y sí de quien ha estudiado en una de las universidades –la otra es Harvard- en las que arraigó el pensamiento woke, alma mater de la corrección política practicada por la peculiar izquierda estadounidense: el Partido Demócrata.

Vayamos con la sinopsis. Bravetown arranca en Nueva York siguiendo la estela de Josh, un DJ menor de edad y de gran talento musical, que debido a una sobredosis es obligado judicialmente a seguir terapia durante un año y de esta manera eludir el ingreso en un correccional. Cambio de escenario, debido a que las circunstancias le llevarán a vivir bajo la tutela de su padre –que no conoce- en un pequeño pueblo de Dakota del Norte.  

Josh recala en el instituto de este pueblo donde hay un grupo mixto de baile que lo hace francamente mal, hasta cruzarse la buena voluntad de unos y el inmenso talento musical del otro. En efecto habrá un concurso de baile pero no de estudiantes universitarios sino de alumnos de instituto. Aunque el eje central de la película es otro: la fuerza de la amistad, el drama familiar y la conjunción de personalidades complejas y en ocasiones atormentadas. 

Vaya por delante que me he topado por casualidad con Bravetown y leída la cita reproducida de Stephen Holden, se removió algo en mi interior antes de saber que el autor es un genuino entusiasta woke y que participa a pies juntillas con sus colegas de secta en la deconstrucción de valores que sean contrarios a los objetivos de la corrección política y el fundamental acabar con cualquier sentimiento patriótico. Lo estamos viendo en la izquierda de aquí mismo, extremista, y por eso, enemiga de cualquier valor ético.

Encarna a Josh el actor tejano Lucas Till, conocido por la reedición de la serie televisiva McGyver y por su participación en la saga X-Men. El psicólogo que le tratará es el actor Josh Duhamel, natural precisamente de un pueblo de Dakota del Norte y que el pasado abril estrenó la serie de Netflix, Ransom Canyon, de la que es protagonista. Otro personaje vital en esta trama es el de la madre que ha perdido a un hijo en la guerra de Irak, que encarna la actriz natural de Los Ángeles, Laura Dern, ganadora de un Óscar y cinco Globos de Oro. El reparto, por tanto, no es cosa menor. No es directamente de serie B. Al contrario: un casting bien equilibrado para las distintas líneas de acción. En absoluto, esta película es un híbrido burdo. 

Particularmente no me gustan las películas de bailes urbanos, incluso los de salón. En este caso hice una excepción porque me atrapó la trama a pesar de las competiciones que se suceden a lo largo del metraje. Lo relevante es lo que ocurre mientras tanto. Siendo en teoría una película de adolescentes, el proceso que gira en torno a los demonios interiores, en especial la forma de afrontarlos, es un valor extremadamente presente y planteado de manera honesta. Lo que Stephen Holden define como «desvergonzado patriotismo» en realidad es una magistral metáfora que cierra la película. No tengo duda de que la maliciosa simpleza woke de Holden se refiere a ese final.

Holden será crítico de cine y también de música (ganó un Grammy por los textos a un álbum de Sinatra), y hasta es posible que un poeta digamos que aceptable. Pero no tiene ni puta idea de danza. La secuencia final es inédita en las tediosas películas de concurso de bailes urbanos, sean universitarios o de instituto. Y lo es por la coreografía y su propósito reparador. No había visto en este género cinematográfico de concursos de baile urbanos acertar de pleno al conjugar danza, mimo y música, generando una reparación que jamás imaginaron los habitantes de un pequeño pueblo, con tantos vecinos muertos en guerras en países muy lejanos. «Vamos a darles de qué hablar a esta gente», le dice Josh a Mary, la líder del grupo mixto de danza.

Comprendo perfectamente que la secuencia final le provoque herpes a esta tropa woke, que tanto extravío ocasiona en los valores de occidente hasta el punto de calificar despectivamente de desvergonzado patriotismo, al uso del adagio de cuerdas que Samuel Barber compuso en 1938 y utilizado en la banda sonora de Platoon. Este adagio de cuerdas es símbolo de tristeza y desolación, y se considera memorable su uso en esta banda sonora. Es al tiempo leitmotiv de esta singular coreografía que cierra Bravetown

Me ha quedado claro que al crítico woke Stephen Holden le horroriza esta película porque no se ajusta a los parámetros de la majadera corrección pííí.

Lo último en OkBaleares

Últimas noticias