Las consecuencias del terremoto de Nueva Zelanda

Nueva Zelanda vive unas horas de pánico y angustia. El pasado domingo se registró un terremoto de una magnitud 7’8 grados en la escala de Richter que se ha cobrado la vida de al menos dos personas. El Servicio Geológico de Estados Unidos informó de que el epicentro del seísmo se situó a 91 kilómetros al noreste de la ciudad de Christchurch unos minutos después de la medianoche (al mediodía en España). El temblor también provocó un tsunami de dos metros, al que han seguido varias réplicas.
El terremoto se sintió «ampliamente» en toda Nueva Zelanda y las autoridades rápidamente advirtieron a los ciudadanos para que extremaran las precauciones ante lo que estaba por venir. Pequeños tsunamis que afectaron a la Isla Sur y casi 400 réplicas del terremoto (entre ellas una de 6’5 y otra de 6’2 grados en la escala de Ritcher) que han dejado numerosas zonas del país prácticamente arrasadas.
A pesar de que de momento no hay que contabilizar más víctimas, una por un ataque al corazón y la otra por el derrumbamiento de una vivienda tras el temblor, los daños materiales sufridos en toda Nueva Zelanda son más que palpables. Las primeras estimaciones los valoran en cientos de millones de dólares. Las imágenes que nos llegan de agencias muestran la brutalidad de este fenómeno, que ha provocado corrimientos de tierras que han dejado inservibles algunas carreteras y que ha generado daños en muchos edificios e infraestructuras.
Ante la gravedad de la situación, el primer ministro se ha visto obligado a cancelar su viaje a Argentina, previsto para esta semana, y ha puesto en duda su participación en el Foro de Cooperación Económica del Asia Pacífico (APEC) del próximo fin de semana. “Es una devastación absoluta. No sé… Son meses de trabajo”, explicó John Key en su visita a Kaikoura y Marlborough, dos de las ciudades más afectadas por el seísmo. “Suerte que todo haya ocurrido a medianoche”.
Las instantáneas muestran pueblos incomunicados por la rotura de las carreteras y de las vías de tren (en la citada Kaikoura sin ir más lejos se calcula que hay unos 1.200 turistas atrapados), casas totalmente devastadas y coches aplastados por las rocas, entre otras cosas, dejan sin respiración a cualquiera que las vea.
Pero la cosa podría no terminar aquí. Las autoridades están temerosos de que el terremoto que ha asolado Nueva Zelanda cause todavía más daños en la zona debido al desbordamiento del río Clarence, que atraviesa el noreste de la Isla Sur, ya que un corrimiento de tierra ha bloqueado su cauce, lo que ha obligado a evacuar una pequeña comunidad cercana.
La previsión meteorológica no ayuda a mejorar la situación. Los fuertes vientos de hasta 140 kilómetros por hora y las intensas lluvias que hay previstas en Wellington, Marlborough y Wairarapa podrían desplazar con fuerza los restos de los edificios destruidos por el seísmo, causando más perjuicios a su paso. “Uno de los mayores impactos será el viento en Wellington debido al daño registrado en el distrito financiero central”, señala Tom Adams, experto del servicio meteorológico de Nueva Zelanda.
Las autoridades no se ponen de acuerdo
En un primer momento el Servicio Geológico de Estados Unidos, que sigue el movimiento sísmico en todo el planeta, informó de que el terremoto de Nueva Zelanda había sido de 7’4 grados en la escala de Ritcher, aunque más tarde elevó esa cifra hasta los 7’8 grados. Sin embargo, GeoNet, agencia gubernamental de Nueva Zelanda, opina que se trata de “dos sismos separados que se combinaron cuya duración fue de dos minutos, siendo el más severo de 50 segundos”.
Que se registren terremotos en esta parte del mundo no es extraño. Cada año se contabilizan unos 14.000 terremotos en Nueva Zelanda, localizada en la falla entre las placas tectónicas del Pacífico y de Oceanía. Aunque únicamente entre 100 y 150 seísmos tienen la suficiente potencia como para que puedan ser percibidos.