La Roca del León, el tesoro natural de Sri Lanka
Los tesoros siempre han sustentado la curiosidad entre los seres humanos. Antiguamente, tanto piratas como aventureros, escondían sus cofres repletos de monedas y bienes preciados por todos los rincones del mundo para poder volver a buscarlos cuando quisieran. Aunque hay que reconocer que para que algo pueda definirse con el término «tesoro» no tiene por que incluir oro o diamantes. Por eso, te ofrecemos las características más destacadas de Roca del León, un conjunto arqueológico situado en el corazón de Sri Lanka que no tiene rubíes pero sí una belleza natural única en el mundo. Un lugar del que quedaras prendado cuál bucanero de su preciado oro.
Mucho más que una roca
Definida como un conjunto arqueológico cuidado en perfectas condiciones, Sigiriya o la Roca del León incluye las ruinas de un antiguo palacio, edificaciones históricas y hasta un monasterio. En épocas pasadas, esta atalaya natural sería como punto clave para la defensa y la vigilancia de los territorios de Sri Lanka. Un enclave cuya altura permite divisar a cualquier enemigo desde un lugar privilegiado.
Cabe destacar que la Roca del León tiene una antigüedad aproximada de 5.000 años pero que durante mucho tiempo estuvo en desuso hasta que fue redescubierta en 1908 y perfectamente conservada hasta la actualidad. Cabe destacar que desde 1982, este paraje destacado de Sri Lanka, presume de haber sido declarado una zona Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Un lugar lleno de enclaves
Visitar Sri Lanka y más concretamente Sigiriya se ha convertido en un aspecto habitual entre los turistas. Un lugar lleno de actividades y monumentos en los que pasar unas vacaciones de ensueño. Nada más entrar en Roca de León podrás disfrutar de los Jardines Reales, una impresionante pradera verde presidida por un conjunto de edificaciones que merece la pena observar detenidamente. Las piscinas naturales, la fauna y la gran cantidad de flora son algunos de los aspectos más destacados de un destino de ensueño.
Entre sus edificaciones podrás empaparte de la antigua cultura asiática e intentar comprender como pudieron realizar tales monumentos con las herramientas de la época. Unos tiempos en el que el uso de animales salvajes como elefantes o bueyes era muy habitual para la construcción de las nuevos bloques.
Camino largo hacia la cima
Llegar hasta Lion’s Rock es uno de los tramos más divertidos de la visita. La ascensión comienza por medio de unas sinuosas escaleras que dejan a ambos lados unas imponentes garras de león esculpidas en la roca. Posteriormente llega la hora de una escalera metálica de caracol enmarcada a ambos lados de la roca principal. Un tramo poco recomendable para los turistas con vértigo, ya que cuando sopla el viento la adrenalina alcanza unos niveles extremos.
Reanudando la marcha y después de distintos tramos de escaleras tendrás que tener cuidado con los gigantescos nidos de avispas que pueden verse desde una distancia bastante cercana. Así como los grandes avisperos situados en los laterales de la roca. Se recomienda pasar a través de ellos sin hacer movimientos muy bruscos para no alterar a unos insectos más que acostumbrados a convivir con los turistas.
Cultura de otra época
Una vez dejado atrás el tramo de las avispas y después de un par de tramos de escaleras de caracol podrás llegar a lo que se conoce como la cueva de la Cobra. Un lugar espectacular en el que poder disfrutar de pinturas de antiguas civilizaciones que quisieron dejar su sello en la eternidad dibujando en la misma roca. Su significado aún no está muy claro pero los expertos aseguran que podrían ser una especie de sacerdotisas que realizaban distintos rituales en el interior de la roca.
El trayecto finaliza en el Muro de Espejo, una pulida roca por la que se accede a la zona superior y desde la que poder disfrutar de las ruinas del palacio así como de la belleza del monasterio. Sin olvidarnos de unas vistas impresionantes donde poder relajarte después de una aventura que seguramente sea recordada durante el resto de tu vida.