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‘Fallout’ es un éxito en Prime Video: el fin del mundo nunca fue tan divertido y bestia

De los creadores de la aclamada 'Westworld'.

Ya hemos completado la visualización de Fallout, la principal propuesta de Amazon Prime Video para la actual temporada. Los creadores de Westworld nos ofrecen, en esta oportunidad, otra distopía que resulta ser mucho más extravagante y divertida que la ofrecida por HBO. Y aunque las adaptaciones de videojuegos reconocidos a menudo no suelen ser exitosas (con la notable excepción de The Last of Us), en este caso no solo se ha respetado fielmente el material de origen, sino que además se ha expandido y estructurado con una trama tan irreverente, desenfrenada y violenta como conmovedora. Una mezcla entre el western clásico y El mago de Oz en un entorno futurista que lucha por sobreponerse a un holocausto nuclear.

Un ritmo vertiginoso y, sobre todo, personajes excepcionales hacen de esta una de las series más destacadas del año. Con Fallout, Amazon se ha deshecho del lastre de productos muy costosos y decepcionantes (como El Señor de los Anillos: los Anillos de Poder o Citadel) y se enfoca en un contenido principal para adultos con algo importante que comunicar (como ha estado haciendo desde hace años con The Boys).

¿De qué trata?

Basada en una de las sagas de videojuegos más importantes de todos los tiempos, es la historia de los que tienen y de los que no tienen en un mundo en el que prácticamente no queda nada que tener. 200 años después del apocalipsis, los apacibles habitantes de los refugios de lujo se ven obligados a regresar al infierno irradiado que dejaron sus antepasados y se sorprenden al descubrir que les espera un universo increíblemente complejo, alegremente extraño y muy violento.

Un apocalipsis divertido

Los primeros 40 minutos del piloto de Fallout son una auténtica gozada.. En ellos conocemos a Lucy, una joven criada en un refugio nuclear (el 33). Con ella se nos explica la vida de los pocos que pudieron escapar de la radiación, escondidos durante dos siglos bajo tierro, creando comunidades reflejo de los años 50 americanos. Todo allí es bucólico, diplomático, cursi y amoroso. La protagonista, que ya está en edad de procrar, pide que la casen con algún semental del refugio de al lado. A ella la visten de novia y se va a conocer al futuro padre de sus hijos. Y a partir de aquí… La locura.

Cartel de ‘Fallout’.

Como si fuese la Dorothy de El mago de Oz, Lucy sale al mundo exterior (no diremos por qué) y allí, para poder sobrevivir en cuerpo y alma, la inocente joven tendrá que aliarse con personajes de lo más estrafalarios, peligrosos, grotescos, amorales pero entrañables. La serie, pues, es una road movie con extensiones diversas y distintas localizaciones y protagonistas, Un lienzo rico en mitología que también da saltos en el tiempo creando un mapa fascinante e inagotable.

Nunca he jugado a Fallout por lo que no puedo comparar la serie con su original pero lo que sí sé es que tiene un lore (intrahistoria) enorme y difícil de plasmar en una serie de ocho capítulos. No sé si los creadores lo han conseguido del todo o no pero los profanos del videojuego hemos disfrutado de lo lindo con una historia rica y sorprendente.

Y puede que en un principio, el tono algo socarrón pueda descolocar a algunos espectadores, pero detrás de Fallout está Jonathan Nolan (hermano de Christopher) y Lisa Joy, responsables de esa maravilla de serie que fue Westworld, pero aquí se alejan del ritmo lánguido y los discursos filosóficos aunque siguen creando atmósferas únicas y personajes carismáticos.

Pantallazo de ‘Fallout’.

Esta nueva serie es tan bien una crítica al sueño americano, a ese anuncio de inocencia podrida que nos vendieron que era la sociedad estadounidense en los años 50. Una vuelta de tuerca a los iconos culturales que hemos venerado durante décadas. Fallout es una sátira y una aventura épica con cientos de recovecos por descubrir. Una obra de orfebrería visualmente deslumbrante, con unos efectos especiales gloriosos (aquí se nota que ha habido tiempo y ganas) y un guion que va avanzando a toda velocidad pero sin olvidarse de la evolución íntima de esos seres que caminan (como pueden) por el Yermo (así llaman al mundo de la superficie).