¿Qué santos se celebran hoy, lunes 21 de abril de 2025?
El lunes de Pascua celebra además a varios santos como San Anselmo de Canterbury
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¿Qué santos se celebran hoy, lunes 21 de abril de 2025? El de hoy, no es un lunes cualquiera: el calendario litúrgico marca el final de una de las épocas más importantes del cristianismo. Este 21 de abril se celebra el Lunes de Pascua, un día de alegría y renovación que sigue al Domingo de Resurrección. Es una jornada en la que muchas personas disfrutan de festividades tradicionales y marca además, el final de la Semana Santa, pero además celebramos a varios santos destacados.
Cada jornada del año, la Iglesia Católica honra la memoria de personas ejemplares cuya vida se considera modelo de fe, entrega y virtud. En el caso de este lunes, la atención se centra en dos figuras muy distintas, pero igualmente influyentes: San Anselmo de Canterbury, uno de los grandes pensadores cristianos de la Edad Media, y San Conrado de Parzham, un humilde portero de convento que dedicó su existencia a la oración y al servicio silencioso. Aunque separados por siglos y contexto, ambos dejaron una huella imborrable en la historia del cristianismo. Hoy, por tanto, se recuerda no sólo la resurrección de Cristo sino también a quienes, con su vida, ayudaron a comprender mejor y a vivir de forma más profunda la entrega a Dios. A continuación, te contamos quiénes fueron estos dos grandes santos del 21 de abril, por qué se les celebra hoy y qué enseñanzas siguen inspirando en pleno siglo XXI, además de explicaros al detalle qué es este Lunes de Pascua.
Lunes de Pascua
Más allá del santoral, hoy, 21 de abril de 2025, es Lunes de Pascua, una fecha de especial relevancia dentro del calendario cristiano. Marca el segundo día de la Octava de Pascua, esos ocho días en los que la Iglesia celebra con júbilo la resurrección de Cristo como si fuera siempre domingo. Es una prolongación festiva del Domingo de Resurrección, que no se limita a una sola jornada, sino que se extiende como un eco de alegría que resuena durante toda la semana.
En muchos países, el Lunes de Pascua es festivo, y se aprovecha para realizar excursiones al campo, compartir comidas familiares o participar en tradiciones locales. En lugares como Cataluña y Baleares, por ejemplo, es costumbre comer la mona de Pascua», un pastel que los padrinos regalan a sus ahijados. Más allá de la tradición, el día recuerda que la resurrección no fue un hecho aislado, sino el inicio de una nueva vida para todos los creyentes.
San Anselmo de Canterbury
San Anselmo de Canterbury nació en el año 1033 en Aosta, una ciudad al norte de Italia. Desde muy joven sintió la llamada a la vida monástica, pero su vocación se vio entorpecida por diferencias con su padre. Tras años de peregrinaje interior y exterior, Anselmo ingresó en el monasterio benedictino de Bec (Normandía), donde comenzó una de las carreras más brillantes de la teología medieval. Su pensamiento, profundamente influido por San Agustín y el platonismo, marcaría un antes y un después en la filosofía cristiana. Fue prior, abad y, finalmente, arzobispo de Canterbury, donde defendió con firmeza los derechos de la Iglesia frente al poder de los reyes ingleses.
Pero si Anselmo es célebre hasta nuestros días es por su obra intelectual. En textos como Monologion y Proslogion, introdujo el célebre argumento ontológico, una formulación que intenta demostrar la existencia de Dios desde la sola razón. Para él, creer y entender no eran caminos opuestos, sino complementarios. Su lema, «fides quaerens intellectum» («la fe que busca entender»), sintetiza una vida entera dedicada a armonizar el pensamiento filosófico con la espiritualidad cristiana. Fue declarado Doctor de la Iglesia en 1720 por el Papa Clemente XI y es considerado uno de los pilares de la escolástica, corriente que influyó en figuras como Santo Tomás de Aquino.
Murió el 21 de abril del año 1109, en Canterbury, Inglaterra. Su legado sigue vivo en universidades, monasterios y seminarios donde se estudia su teología, pero también en la vida de aquellos que buscan una fe razonada, libre de supersticiones y arraigada en la verdad. En su iconografía, suele representarse con un báculo, un libro y una pluma, símbolos de su triple condición de pastor, sabio y escritor.
San Conrado de Parzham
La historia de San Conrado de Parzham es muy distinta a la de Anselmo, pero no menos impresionante. Juan Birndorfer, que más tarde tomaría el nombre de Conrado al ingresar en la orden capuchina, nació en 1818 en una pequeña aldea de Baviera (Alemania). Fue el noveno hijo de una humilde familia campesina profundamente creyente. Desde niño mostró una gran devoción a la Virgen María, rezando el rosario con fervor y peregrinando a pie a diversos santuarios. Esa sencillez marcaría toda su existencia.
A los 31 años, renunció a su herencia y a la vida rural para ingresar como hermano lego en la Orden de los Capuchinos. Pronto fue destinado al convento de Santa Ana en Altötting, donde se le asignó una tarea aparentemente menor: la portería. Sin embargo, Conrado transformó este trabajo en una verdadera vocación de servicio. Durante 43 años atendió la puerta del convento, recibiendo a peregrinos, ayudando a los necesitados y consolando a quienes llegaban con cargas espirituales. Todo ello, sin grandes discursos ni gestos llamativos. Su arma era el silencio, la oración constante y una sonrisa bondadosa.
Conrado vivía en una celda junto a la puerta, desde donde podía contemplar el sagrario. Se sabe que pasaba largas horas de la noche en adoración, sacrificando el descanso para interceder por los demás. Murió el 21 de abril de 1894, en el mismo lugar donde había entregado su vida en silencio y amor. Fue canonizado en 1934 por el papa Pío XI. Su figura sigue siendo muy venerada en Alemania y en otros países, especialmente entre quienes ven en él un modelo de humildad, constancia y servicio anónimo.