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Profesora de Endocrinología en el University College de Londres

Rachel Batterham: «La obesidad es una enfermedad crónica en la que se producen recaídas»

"La mayoría de los profesionales sanitarios, políticos y la sociedad ve la obesidad como una consecuencia del estilo de vida que una persona elige"

"El manejo de la obesidad con medicamentos innovadores ofrece la oportunidad de alcanzar niveles significativos de pérdida de peso mantenida"

Rachel Batterham es experta en obesidad, diabetes y endocrinología. A lo largo de su carrera se ha centrado en la ciencia detrás de la enfermedad, pero también en su manejo clínico y las enfermedades relacionadas. Aprovechando su visita a España, ha hablado con OK SALUD de los últimos avances en este campo.

PREGUNTA.- Se habla de cambios de mensaje, del diagnóstico e incluso de formas de hablar de la obesidad ¿Cuáles son esos cambios?

RESPUESTA.- Para algunas personas, llevar una vida sana con dieta y ejercicio no basta para alcanzar y mantener un peso saludable. Durante años, no había alternativas, pero ahora tenemos medicamentos que, por primera vez, pueden reducir de forma significativa el riesgo de complicaciones relacionadas con la obesidad, además de proporcionar beneficios en términos de economía y productividad.

Por ejemplo, el manejo de la obesidad con medicamentos innovadores ofrece la oportunidad de alcanzar niveles signficativos de pérdida de peso mantenida. Los nuevos fármacos de tercera generación han demostrado aumentar la pérdida de peso en 15%. Recientemente, la revista científica The New England Journal of Medicine ha publicado los resultados completos del estudio SURMOUNT-5, que muestran que tirzepatida consigue pérdidas de peso mayores que semaglutida a las dosis máximas toleradas para ambos medicamentos. Los pacientes tratados con tirzepatida consiguieron una pérdida de peso de 20,2% comprados con 13,7% para semaglutida en la semana 72. Es una pérdida de peso un 47% mayor.

Este es un avance importante que, combinado con la rutina de dieta y ejercicio, puede ser un importante instrumento para mejorar la salud pública.

P.-En España no se reconoce la obesidad como enfermedad, y muchas complicaciones que padecen las personas se ignoran ¿Qué habría que cambiar en la mentalidad de los profesionales?

R.- Actualmente, el sistema se centra en tratar las complicaciones del exceso de teijdo adiposo en lugar de abordar su causa. Es importante medir y monitorizar. En España, cuatro de cada diez pacientes con obesidad no tienen ese diagnóstico en su historia clínica, y el 75% va al médico con al menos una complicación derivada de la obesidad.

Cuando sea posible, es importante conocer el porcentaje de grasa y su localización en el cuerpo. De no ser así, al menos debería medirse la relación entre circunferencia de la cintura y altura. Estas medidas deberían ser tan importantes como tomar la tensión. Cuando a una persona se le diagnostica obesidad, deberían ofrecérsele terapias basadas en evidencia científica, incluyendo intervenciones nutricionales, actividad física, farmacoterapia y cirugía bariátrica, dependiendo de su situación.

P.- ¿Y qué diría a los pacientes?

R.- Es esencial que la sociedad empiece a comprender la obesidad como otras enfermedades crónicas, una cuestión de salud y no de estética. Por lo tanto, es importante comprender que estos tratamientos requieren supervisión médica y seguimiento por parte de profesionales sanitarios. También es crucial que la gente que vive con obesidad tenga acceso a una atención completa, incluyendo planes vitales, como dieta y ejercicio, medicación para tratar la obesidad, o cirugía en función de su perfil.

P.-Los expertos suelen hablar de la obesidad como una enfermedad con causas complejas ¿qué puede explicarnos de ellas?

R.- La obesidad es una enfermedad crónica en la que se producen recaídas. Cuando perdemos peso y desarrollamos un equilibrio negativo de la energía, nuestro cuerpo activa numerosos mecanismos de compensación para compensar esa falta de energía: incrementa el apetito, reduce la saciedad e incluso reduce el gasto metabólico. Esta respuesta limita la pérdida de peso, hace difícil mantenerla, promueve el aumento de peso y, en último término, hace que la enfermedad sea crónica, haciendo que el control del peso sea una lucha constante para las personas obesas.

Por tanto, un medicamento que activa dos hormonas, como GLP-1 y GIP, ofrece toda una serie de oportunidades en el tratamiento de la obesidad. Creo que GIP es menos conocida que GLP-1. De una forma similar a esta, GIP es una hormona que secreta el intestino en respuesta a los nutrientes. Es responsable del efecto incretina, que mejora la secreción de insulina después de haber comido. Por tanto, GIP ha empezado a verse como una diana terapéutica, gracias a su papel en el control de la glucosa, el del peso, y la salud metabólica. Creemos que ambas hormonas, combinadas, amplían sus efectos.

P.- El acceso a los medicamentos contra la obesidad está limitado ¿Cree que esta forma de reducir el gasto tendrá consecuencias beneficiosas a largo plazo?

R.- Sabemos que el precio de los medicamentos puede ser una barrera para la atención sanitaria, pero creemos que facilitar el acceso a los fármacos para el manejo de la obesidad puede reducir el impacto de la enfermedad en los individuos y en las economías, además de los costes asociados. En relación con esto, siempre estamos buscando formas innovadoras de hacer que nuestros medicamentos tengan un precio que las personas que los necesitan puedan permitirse.

La obesidad es una de las principales causas de mortalidad, y tiene más de 200 complicaciones asociadas, así que es vital hacer que estos medicamentos lleguen a los pacientes.

Datos recientes muestran que por cada dólar que se invierte en fármacos para la obesidad, se evita un gasto de entre 3 y 4 dólares en el coste de las enfermedades crónicas en un periodo de diez años.

P.- ¿Son la dieta y el ejercicio la clave, y también lo más difícil de mantener?

R.- Para la mayoría de los adultos con obesidad que han intentado perder peso con cambios en el estilo de vida, eso no basta. Cuando una persona sigue una dieta muy restrictiva el cuerpo puede compensar la restricción de calorías incrementando las hormonas que excitan el apetito y el deseo de comer. Este es el motivo de que sea tan importante un abordaje multidisciplinar, eso incluye planes de vida saludable, que deben ponerse en marcha siempre, y añadir alternativas en función del criterio médico y las necesidades de los pacientes.

Necesitamos tratamiento y prevención para tener un impacto en la prevalencia de la obesidad en España, como parte de un abordaje amplio que analice todos los aspectos de la vida de una persona. Esto incluye la necesidad de garantizar que se ponen en marcha políticas que permitan el acceso a alimentos de calidad, a buen precio, y a la actividad física, además de educación.

P.-¿Hasta qué punto están las autoridades al tanto del impacto de la obesidad en el presupuesto? ¿Y sobre las formas más eficaces de solventar el problema?

R.- Aunque la obesidad se reconoce en diversos países y por sociedades científicas como una enfermedad crónica, la mayoría de los profesionales sanitarios, políticos y la sociedad ve la obesidad como una consecuencia del estilo de vida que una persona elige, y la gente con obesidad sufre por eso un estigma. Cambiar la narrativa sobre obesidad es crucial para que la gente que vive con ella reciba la atención que merece.

Medir y registrar el IMC (índice de masa corporal) y la relación entre cintura y altura en las consultas de atención primaria debería ser algo tan habitual como tomar la tensión. Una vez que se diagnostica obesidad, los pacientes deberían recibir tratamiento, con las opciones adecuadas, y mantenerlo para siempre, como se hace en otras enfermedades crónicas.

P.-¿Cuál sería el mensaje clave que desea dar?

R.- Las tasas de obesidad han aumentado de forma significativa en las últimas décadas, en todo el mundo. Como enfermedad, la obesidad tiene más de 200 posibles complicaciones, incluyendo un riesgo aumentado de diabetes tipo 2 (243%), enfermedad de las arterias coronarias (69%) e hipertensión (113%). La obesidad también reduce la calidad de vida, y se ha relacionado con muerte prematura. Es importante establecer medidas preventivas eficaces y ayudar a las personas que ya viven con esta condición.