¿Por qué la inmunoterapia provoca problemas cardiacos en algunos pacientes?
La inmunoterapia contra el cáncer puede causar miocarditis (inflamación del corazón)
Esta seria complicación parece presentarse por una respuesta inmunitaria diferente a la que el tratamiento quiere estimular
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La inmunoterapia frente al cáncer ha supuesto un cambio sustancial en el modo en el cual se trata la enfermedad. No obstante, en una pequeña proporción de pacientes, está asociada con un efecto adverso grave, la miocarditis.
Esta complicación se caracteriza por la inflamación del músculo cardiaco (miocardio), que puede provocar dificultad para que el órgano bombee sangre, dolor en el pecho, opresión a la hora de respirar y alteraciones del ritmo de los latidos.
Una nueva investigación muestra que las células inmunológicas y el tejido conectivo presente en el corazón parecen activar una respuesta inmune que hace que el músculo se inflame. El equipo de investigación que ha hecho este descubrimiento ha observado también que existen cambios en la sangre que pueden indicar qué pacientes son más vulnerables frente a la miocarditis cuando reciben estas terapias.
Los científicos, de la Universidad de Harvard, el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y el Hospital General de Massachusetts, han publicado sus hallazgos en la revista científica Nature.
Respuestas inmunes distintas
Uno de los aspectos más valiosos de esta investigación es que muestra que la respuesta inmune del corazón es diferente a la respuesta inmune que la terapia contra el cáncer busca estimular, y es la que sirve para ganar eficacia a la hora de eliminar células del cáncer.
Esto sugiere que podrían usarse terapias dirigidas (específicas para la miocarditis) y seguir administrando la inmunoterapia contra el cáncer que los pacientes necesitan. Los datos se han obtenido analizando las historias clínicas de pacientes que habían desarrollado miocarditis tras recibir medicación para la artritis.
Tomas Neilan, profesor de Harvard y uno de los autores del estudio, ha explicado que este trabajo proporciona la base para poner a prueba terapias dirigidas para la miocarditis causada por inhibidores de los puntos de control inmunitarios (un tipo de inmunoterapia). Lo califica de «enorme paso adelante para mejorar nuestra comprensión de este tipo de toxicidad, lo cual hará que tengamos mejores resultados».
La investigación es parte de un proyecto más amplio para estudiar el diagnóstico, tratamiento y conocimientos sobre las complicaciones graves de la inmunoterapia, que pueden manifestarse en cualquier parte del organismo.
Para Kerry Reynolds, del mismo equipo, la miocarditis asociada a medicamentos inhibidores de los puntos de control inmunitarios (también conocidos por el acrónimo ICI) es uno de los mayores obstáculos a la hora de tratar a los pacientes, y con este conocimiento empiezan a conocerse sus causas.
Una complicación rara pero muy grave
La mayor parte de los pacientes que reciben un ICI desarrollará al menos un efecto adverso. Entre el 10% y el 50% de ellos son severos. Se calcula que la miocarditis puede presentarse en el 1% de las personas que reciben un medicamento de esta clase (2% para algunas combinaciones de fármacos).
La miocarditis asociada a ICI puede desembocar en arritmia o insuficiencia cardiaca en el 50% de los casos. El problema es que los tratamientos típicos para la miocarditis no son eficaces si esta se presenta tras recibir inmunoterapia.
Alexandra-Chloé Villani, que también forma parte del equipo que ha investigado este fenómeno, ha declarado que no existen «grandes soluciones» para ayudar a estos pacientes. Con estos resultados se ha obtenido una imagen más clara de lo que sucede en el corazón y se adivinan nuevas posibilidades para tratarles.
Los científicos han encontrado cambios en las células inmunes que pueden detectarse en un análisis de sangre, y eso abre la puerta a un nuevo estudio para determinar qué terapia puede ser más eficaz en esta situación, indican en su artículo.
También indican que «la inmunoterapia es un tratamiento que salva vidas, los pacientes no deberían tenerle miedo, pero necesitamos que funcionen mejor para potenciar sus efectos antitumorales y reducir al mínimo el riesgo de efectos adversos».