Los niños con alergia a alimentos, al psicólogo
Elena Molina, directora del curso "Alergias alimentarias: un nuevo reto para el S.XXI" y científica del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CSIC), ha denunciado que los niños alérgicos están "claramente estigmatizados"
Estos son los alimentos para combatir las alergias
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Durante un curso de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en Santander, Elena Molina, del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CSIC), ha advertido que los niños alérgicos «sufren de una manera muy clara y están estigmatizados». El problema se pone de manifiesto cuando son separados en el colegio y no comen junto al resto de sus compañeros, cuando restringen su vida social por ser objeto de bromas de mal gusto, sufren acoso, no son invitados a cumpleaños incluso por los propios padres (por temor), y tienen cuadros de ansiedad por ir a nuevos sitios o restaurantes.
Los pacientes hacen todo lo posible por evitar una serie de actuaciones que les pueden salvar la vida, como ir al hospital o ponerse la inyección de adrenalina, por el estrés social que sufren, sobre todo, durante la adolescencias. Estas circunstancias pueden derivar en el absentismo escolar, ya sea por los fallos de los comedores o por acoso derivado de sus alergias: «Están desarrollándose muchos casos de bullying y acoso», ha explicado Molina, al tiempo que ha destacado la ansiedad y el estrés que supone para los padres tener un niño alérgico: «Estar expuesto a que tu hijo tenga una reacción hace que hasta un 90 % de los padres acudan a terapias para superarlo».
Las alergias alimentarias afectan al 2 % de los adultos y del 5 al 8 % a los niños menores de 14 años. «Nos estamos urbanizando, y eso supone menos infecciones, parásitos, convivencia con animales, y mayor uso de antibióticos. Las cifras son abrumadoras y suponen un reto para la salud pública y para la investigación», ha manifestado Daniel Lozano, inmunólogo del hospital Monte Sinaí, de Nueva York, otro de los expertos que ha participado en el encuentro.
Este curso ha abordado los diferentes prismas de la situación actual ante el incremento exponencial de la prevalencia a alergias alimentarias y, por ello, ponentes de diferentes especialidades se han unido para ofrecer sus puntos de vista desde los aspectos clínicos, tecnológicos y de investigación básica.
Demasiado protegidos
Lozano ha apuntado que, desde el año 2010, las alergias alimentarias han aumentado en torno al 60 %, y la principal hipótesis es la de la higiene, fundamentada en que desde los entornos urbanos se protege excesivamente a las nuevas generaciones con un exceso de higiene. Esto afecta al desarrollo de respuestas inmunes frente a elementos que deberían ser cotidianos como las proteínas de los alimentos: «Al estar un ambiente tan ‘burbuja’ se están desarrollando reacciones inmunes frente a proteínas que deberían ser inocuas».
Las alergias alimentarias se empiezan a desarrollar a partir de los tres años según la doctora Molina y, en los próximos años, se conocerá si la generación de la pandemia ha sido afectada en el desarrollo de esta enfermedad. Además, diferentes estudios apuntan que la introducción temprana de cacahuete, huevo y leche, entre los cuatro y los seis meses de los bebés, induce la tolerancia a estos alimentos. El objetivo actual de los investigadores es saber si esto es igual para el resto de los alimentos alergénicos. De momento, las guías ya han cambiado y los pediatras y alergólogos dan el consejo de introducir lo más pronto posible los alérgenos que sí pueden inducir tolerancia, según ha agregado la investigadora.
La alimentación más tradicional, la más moderna, o la introducción de nuevos alimentos, pueden ser desencadenantes de alergias. También los alimentos modificados genéticamente. «Cualquier alimento puede provocar alergia y cualquier modificación que se de en el mismo también, ya sea por el procesado, la digestión, o la forma que combinamos con los nuevos alimentos», ha añadido Molina.
Las alergias alimentarias no tienen ningún tratamiento y este curso pretende que diferentes profesionales, de forma conjunta, puedan abordar una solución. «Necesitamos tratamientos definitivos que nos permitan un ahorro en salud pública, porque un paciente alérgico a un alimento lo será probablemente de por vida, y eso supone acudir a las consultas y al sistema de salud español», ha explicado Lozano. En este sentido, ha recordado que además del gasto médico que supone acudir al hospital, la mayoría de alergias se dan en niños y los padres tienen que faltar al trabajo por lo largos y tediosos que son los procesos.