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Descubre las diferencias entre intolerancia a la lactosa y la alergia a la leche

La intolerancia a la lactosa es una cuestión diferente a la alergia a la leche. ¿Tu organismo reacciona cuando tomas lácteos? Aquí te contamos un poco más.

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Probablemente debido a que algunos de sus síntomas se parecen, muchos tienden a confundirse ciertas enfermedades o trastornos. Pero como el tratamiento de estas afecciones suele ser distinto, es importante poder identificar cuál es el problema cuanto antes. Tomemos como ejemplo las diferencias entre intolerancia a la lactosa y alergia a la leche, inconvenientes que suelen confundirse.

Conocer cuáles son las características y las causas de estas problemáticas es la forma más simple de evitar un diagnóstico fallido. Por supuesto, siempre que sospeches que sufres de una o de otra lo ideal es consultar a un médico para que confirme tu situación. Generalmente, ambos trastornos se padecen desde muy pequeños por lo que como padres deberíamos estar atentos a los indicios.

Alergia a la leche e intolerancia a la lactosa: ¿cuáles son las diferencias?

A pesar de que los pacientes reaccionan de modo adverso al consumo de leche o derivados lácteos en ambos casos, no son iguales. La alergia a la leche, como la llamamos, es la alergia a la proteína de la leche de vaca; mientras que la intolerancia a la lactosa es la dificultad para absorber el azúcar de la leche, denominado lactosa.

A veces, ciertas afecciones provocan síntomas parecidos pero no por eso deben confundirse. En el ámbito médico, existe una infinidad de enfermedades con sintomatologías muy similares.

Síntomas

Vómitos, diarrea y dolor abdominal son los síntomas que tienen en común ambas afecciones. Cuando se trata de una ‘explosión’ alérgica (respuesta exagerada del sistema inmune), es común encontrar manifestaciones cutáneas como urticaria. En los casos de mayor riesgo también se ve involucrado el aparato respiratorio, con respuestas similares al asma.

La leche de vaca es la culpable de más del 90% de los casos de alergias. Sin embargo, los lácteos extraídos de otras especies como ovejas o cabras pueden causar molestias en algunas personas.

Quienes sufren de intolerancia suman hinchazón y flatulencias a sus problemas. Esto sucede a causa de que sus intestinos mantienen una producción deficiente o nula de lactasa. Enzima cuya única función es dividir la lactosa en sus dos componentes básicos: glucosa y galactosa.

Composición de la leche

En este punto, es clave hacer un alto para analizar cuál es la composición de la leche que consumimos los seres humanos. Normalmente contiene proteínas -caseína y suero-, carbohidratos -lactosa-, grasas y vitaminas. Desde luego, contiene agua. Hablamos de un alimento imprescindible por su aporte de proteínas hidratos de carbono, etc. No obstante, hay personas que desarrollan una alergia o intolerancia a los productos que tienen leche entre sus ingredientes en sus primeros años de vida.

¿Alergia a la leche o intolerancia a la lactosa?

La alergia a la leche es un trastorno que se da por la fracción proteica de la leche. Esto explica por qué los alérgicos a la leche tampoco pueden ingerir leche de cabra, de oveja o de búfala sin tener una reacción adversa. Numerosos estudios, como éste publicado por British Journal of General Practice, afirma que la leche de mamíferos, sea cual sea el animal, causa la alergia.

Por su lado, la intolerancia se debe a la presencia de los hidratos de carbono o azúcar de la leche. Es decir, la lactosa. Recordemos que la lactosa posee moléculas como la glucosa y la galactosa. El paciente no es capaz de absorberlas.

La leche: ¿buena o mala?

Las discusiones en torno a los beneficios de tomar leche parecen no tener fin. Nadie pone en duda la cantidad de nutrientes que aporta al organismo. Pero además que su ingesta puede generar los problemas arriba descritos (y estar relacionada también con otros, como la obesidad), para muchos nutricionistas no es ni siquiera la fuente más importante de calcio. Mineral con el que se justificaría su consumo.

También se cuestiona que solo los seres humanos la consumen durante la edad adulta. Por todo ello, un grupo de especialistas señale que la intolerancia a la lactosa es lo natural y no representa ninguna enfermedad.

¿Cuál es la más común?

De estas afecciones, el trastorno más frecuente es la intolerancia. Lo habitual, ante los síntomas, es que se trate de una intolerancia. En la alergia interviene la respuesta del sistema inmune, en la intolerancia no interviene. Por eso mismo, los tratamientos difieren.

Cuando hay una intolerancia, la administración de probióticos conduce a una mejora y un control inmediato de los síntomas.

¿Cómo diferenciarlas fácilmente?

Si notas que tus hijos reaccionan mal al consumo de derivados lácteos o a la propia leche, los síntomas clásicos incluyen gases, diarrea, hinchazón estomacal y otras molestias y dolores del aparato digestivo. Pero las consecuencias de la alergia pueden ser mortales mientras que las de la intolerancia no lo son en ningún caso. La manera de detectar cuál es el trastorno es mediante diversas pruebas y exámenes médicos, acompañados de un interrogatorio al paciente sobre sus costumbres alimenticias.

Para quienes no son doctores, puede ser complicado identificar si están frente a una alergia o una intolerancia.

¿Pueden beber leche los pacientes?

La mayoría de los intolerantes acaban ingiriendo leche, pero evitando los productos que llevan lactosa. Lamentablemente, los alérgicos deben eliminar la leche y los derivados lácteos. Es la mayor distinción entre ambas terapias.

Estos sujetos deben revisar las etiquetas de todos los alimentos que consumen y ser extremadamente cuidadosos con su dieta. Independientemente, esto, del suministro de los medicamentos que se consideren indispensables. Hay ciertos alimentos que informan ser «libres de» o «veganos» pero realmente tienen lactosa o proteínas que provoquen estas reacciones adversas.

Ante la menor duda, ve a una clínica u hospital para que puedan guiarte y así definir una alimentación saludable.

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