Neurología

La IA no engaña al cerebro: por qué nuestra mente reacciona de forma diferente al hablar con un humano

Al hablar con otra persona, el cerebro activa múltiples redes de procesamiento: no solo interpretamos palabras

IA cerebro humano
Inteligencia Artificial conversa con humanos.
Diego Buenosvinos

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La doctora Vanesa Pytel, responsable de la Unidad de Neuromodulación del Servicio de Neurología de Olympia Quirónsalud, explicó este martes que el cerebro humano reacciona de manera distinta cuando conversa con otra persona frente a cuando lo hace con un asistente virtual basado en inteligencia artificial (IA).

«Las conversaciones humanas son un fenómeno neurobiológico extremadamente complejo. Al hablar con otra persona, el cerebro activa múltiples redes de procesamiento: no sólo interpretamos palabras, sino también gestos, tonos, pausas, silencios y emociones. Áreas como la amígdala, la ínsula y la corteza prefrontal medial se ponen en marcha para decodificar no solo lo que se dice, sino también lo que el otro siente», señaló Pytel.

Comparó la conversación humana con «bailar un tango», destacando que ambas requieren atención plena, sincronía emocional y adaptabilidad. «Cada paso, cada pausa, cada mirada construyen un tejido invisible que conecta mentes y corazones», subrayó.

En contraste, al interactuar con una IA, el patrón de actividad cerebral cambia notablemente. Aunque el lenguaje continúa procesándose, la respuesta emocional se atenúa o incluso se apaga, dando lugar a una interacción más lógica, técnica y desprovista de empatía. «Hablar con una IA es como bailar con un metrónomo: el ritmo está ahí, la precisión también, pero falta el contacto humano, la resonancia emocional, la riqueza de lo imprevisible. Es funcional, pero no significativo», añadió.

Pytel señaló que uno de los límites más claros de la inteligencia artificial es su incapacidad para experimentar empatía real. Aunque pueda simular una escucha activa o un tono emocional, no siente ni interpreta afectivamente lo que se le comunica. Esto puede ser suficiente para tareas técnicas, mecánicas o informativas, pero se vuelve una limitación relevante cuando se abordan cuestiones como el liderazgo, los vínculos humanos o los procesos creativos. «Una conversación no es solo un intercambio de datos, es un encuentro entre subjetividades», afirmó.

A pesar de estas limitaciones, la especialista reconoció que la IA puede ofrecer oportunidades cognitivas valiosas, al exigir que el pensamiento sea formulado de forma clara, precisa y estructurada. Este tipo de interacción puede fortalecer habilidades como la síntesis, el pensamiento crítico y la claridad mental.

«No obstante, la eficiencia no reemplaza la conexión. La IA agiliza procesos, pero no construye vínculos. Y al final, la transformación real —en personas, equipos o culturas— no nace de respuestas automáticas, sino de conversaciones auténticas», señaló.

El desafío de un uso consciente y equilibrado de la IA

Para Pytel, el verdadero reto no radica en rechazar la IA, sino en comprender cómo, cuándo y para qué utilizarla. Las máquinas pueden organizar, analizar y ayudar a tomar decisiones con lógica, pero solo los seres humanos tienen la capacidad de sentir, conectar, intuir y transformar, cualidades esenciales en un mundo cada vez más automatizado.

«El liderazgo del futuro no dependerá de tener todas las respuestas, sino de saber formular las preguntas adecuadas, escuchar con empatía y construir confianza», aseguró. Y advirtió: «Las decisiones, las relaciones y las culturas organizacionales están profundamente modeladas por el funcionamiento del cerebro. Ignorar esto sería un error en un entorno cada vez más tecnológico».

En conclusión, aunque conversar con una IA puede resultar útil, eficaz e incluso intelectualmente estimulante, Pytel insistió en que el valor de la interacción humana sigue siendo insustituible: «La IA puede procesar las palabras; el ser humano puede sentirlas».

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