Cirugía ultramínimamente invasiva para corregir la fascitis plantar crónica
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Una de las actividades deportivas más populares entre la población adulta de todo el mundo es correr. Como resultado, el número de corredores y eventos de carreras ha aumentado constantemente desde principios de la década de 2000, según recoge una revisión de ‘PLos One’. Correr también es una actividad atractiva porque es una forma de ejercicio de bajo costo y de fácil acceso que ofrece una serie de beneficios para la salud. Pese a ello, y en el otro lado de la balanza, se correlaciona con un riesgo inherente de lesiones.
El traumatólogo Manuel Villanueva, cirujano ortopédico y primer español cinco veces premiado por la Academia Americana de Cirujanos Ortopédicos (AAOS), por sus avances en prótesis de cadera y de rodilla y en cirugía ecoguiada ultramínimamente invasiva, declara a OKSALUD: «El principal aspecto negativo de correr es el alto índice de lesiones en las extremidades inferiores. Se estima que las de los pies representan aproximadamente del 6% al 40% de todas las lesiones sufridas al correr».
Un 10% de la población sufrirá dolor de talón a lo largo de sus vidas, generalmente entre los 18 y 65 años, las edades más fértiles de la vida. La fascitis plantar es la más conocida pero hay muchas causas, entre ellas la falsa fascitis plantar, que puede estar causada por una neuropatía compresiva del nervio tibial y sus ramas, el síndrome del túnel del tarso, una enfermedad parecida al síndrome del túnel del carpo, pero en el tobillo y el pie.
«La fascia plantar es una estructura de tejido colágeno que se expande, a modo de abanico, desde el calcáneo hasta la región anterior del pie. Amortigua los impactos y da soporte al pie en todos sus movimientos. Los traumatismos repetidos pueden llegar a ocasionar la degeneración del tejido colágeno pasando de un cuadro inflamatorio, en las fases agudas, a un cuadro degenerativo crónico», recuerda el doctor Villanueva, director médico de la Clínica Avanfi.
Dolor de talón
Por todo ello, lo importante es que, ante el mínimo dolor en el talón, que persiste al levantarse de la cama, tras el reposo o en plena carrera, se debe consultar con un especialista y parar. La historia clínica y el examen físico, junto con las pruebas de imagen (radiografía, ecografía, o resonancia magnética) determinarán si existe o no una fascitis plantar, nos aclara el Dr Álvaro Iborra, director de podología de Avanfi. Con las radiografías se pueden descartar otras causas del dolor de tobillo, como fracturas o artritis, pero la ecografía es una herramienta que permite el diagnóstico inmediato, la comparación con el lado sano y la aplicación de terapias y la realización de la cirugía ultramínimamente invasiva, cuando el paciente no se mejora con otras formas de tratamiento.
Se han descrito múltiples factores de riesgo intrínsecos y extrínsecos que pueden contribuir a las lesiones plantares, incluidos factores demográficos, biomecánicos, anatómicos, nutricionales y hormonales, así como errores de entrenamiento y distancia de entrenamiento semanal. como documenta un análisis de ‘Saudi Journal of Sports Medicine’.
Está claro que se pueden evitar algunos factores extrínsecos, como una técnica inadecuada, una superficie de entrenamiento y un calzado deficiente. Sin embargo, en algunos casos, no se puede evitar el volumen de carrera semanal, particularmente en períodos de entrenamiento en los que los atletas se preparan para una media maratón o una maratón.
Tratamiento no quirúrgico
Más del 90% de los pacientes con fascitis plantar mejora dentro de los 10 meses tras iniciar métodos terapéuticos simples.
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- Reposo. Disminuir o incluso detener las actividades que empeoran el dolor es el primer paso para reducir el dolor.
- Cambios en su actividad física. Hacer ejercicio de bajo impacto, como nadar o andar en bicicleta, sobrecargará menos las articulaciones y los pies.
- Estiramientos. La fascitis plantar empeora si tiene rigidez muscular en los pies y pantorrillas. Estirar las pantorrillas y la fascia plantar es la forma más eficaz de aliviar el dolor que ocasiona esta afección.
- Hielo. Un ejercicio eficaz es hacer rodar el pie sobre una botella de agua fría o congelada durante 20 minutos, tres o cuatro veces al día.
- Medicamentos antiinflamatorios no esteroides (Antiinflamatorios no esteroides, AINE). Los fármacos como el ibuprofeno o el naproxeno reducen el dolor y la inflamación.
- Fisioterapia. Además de los ejercicios como los mencionados anteriormente, un programa de fisioterapia puede incluir tratamientos especializados con hielo, masajes y otras terapias para disminuir la inflamación alrededor de la fascia plantar.
- Calzado de soporte y dispositivos ortopédicos. Los zapatos más acolchados y con suelas gruesas pueden reducir el dolor al pararse y caminar.
Cirugía ultramínimamente invasiva
Pese a todo ello, en un 10% de los casos la lesión se cronifica y es necesaria la cirugía. Los doctores Villanueva e Iborra, pioneros mundiales en estas técnicas, resumen: «Hasta ahora, las opciones clásicas en estos casos se dirigían a la intervención abierta o por endoscopia. Es decir, intervenciones que requieren incisiones de 2 a 6 cm, anestesia de toda la pierna y realizar isquemia (dejar la pierna sin sangre). En los últimos años se ha introducido la cirugía ecoguiada ultramínimamente invasiva. Una nueva forma de intervención que está revolucionando la Traumatología, la Podología y la Medicina Deportiva».
Los motivos son obvios: no requiere isquemia, se hace con anestesia local, la incisión es de 1 mm o menos (el pinchazo de una aguja) y no requiere puntos, es más precisa y segura porque se ve la fascia con el ecógrafo en todo momento, aún sin abrir la piel y reduce el dolor. Por ello permite el apoyo inmediato del pie tras la intervención y reduce el tiempo de recuperación. La operación se hace en la consulta, de forma ambulatoria.
Además, insisten, no está contraindicada en enfermos con diabetes o insuficiencia vascular. La trascendencia de estas ventajas ha permitido ampliar las indicaciones de este tipo de cirugía a otras lesiones frecuentes en el deporte o en la ortopedia y la podología, como el síndrome del túnel del tarso (la ‘falsa’ fascitis plantar), el síndrome del túnel de carpo, el neuroma de Morton, la tendinitis del Aquiles, el alargamiento de gemelos, la enfermedad de Dupuytren o el síndrome del corredor o de la cintilla iliotibial (entre otras muchas).