¡Y yo con mi embargo como un…!

Gaza, Pedro Sánchez, Donald Trump

Seguramente el guion de la semana no ha salido exactamente como lo escribieron los cabeza huevo de Moncloa, y seguramente el Uno no está muy contento con los tres pequeños ministros, que el domingo parecían malearse de algún rabotazo mientras esperaban el comienzo del Acto en el Paseo del Prado.

Se confirma que el ministro monchito no hace más que mover sus ojitos y su boquita, pero no es él el que habla. Porque bastaba con que se hubiera leído los periódicos, que estaban desde el pasado día 4 informando sobre la inmediatez del acuerdo, para parar esa pantomima del embargo de armas a Israel. En la propuesta del Real Decreto están también los ministros de Economía, Defensa, Hacienda e Interior, pero es Albares quien debió impedir su aprobación, ya que el verdadero efecto del mismo es sobre las relaciones y la imagen exterior de nuestro país.

Por lo demás, el Real Decreto es completamente inane. En la parte dispositiva se incluyen cuatro artículos que podían haber sido cien, uno o ninguno, porque, además de hacer referencia a productos y autorizaciones mal explicitados, la disposición adicional primera otorga al Gobierno la capacidad de excepcionar la aplicación de la prohibición alegando el interés general. ¡Cómo si fuera aceptable que un gobierno actuara por un motivo distinto de ese interés!

Y, sin embargo, la parte expositiva de la norma, más propia de una de las organizaciones comunistas y antisemitas que montaron la flotilla, contiene unas diatribas y exabruptos respecto del Estado de Israel que, además de injustos e inciertos, son improcedentes respecto de un país democrático con el que se pretende mantener relaciones de amistad y cooperación. Y si al ministro de Exteriores el acuerdo de paz le pilla con el paso cambiado, a los ministros comunistas les muestra literalmente en paños menores. Aún más, desde el suelo de la realidad que marca el acuerdo firmado en el balneario de Sharm el Sheikh, se ve a Yolanda Díaz colgada de la brocha y sin ropa interior. Ésta desubicada no es que no esté con la parte del pueblo palestino que pretende una existencia pacífica, sino que todavía está más allá de Hamas. Pero resulta que los acuerdos de paz no solamente les llevan la contraria respecto de una propuesta que ellos consideraron inadmisible y que todos los palestinos admitieron, sino que, además, les fastidian el argumentario para la movilización y la protesta.

Claro que en esta utilización de la guerra de Gaza como cortina de humo el primer interesado es el propio Pedro Sánchez. Aunque ya tienen muy afinado el siguiente trampantojo, que es el tema del derecho al aborto, hay que seguir explotando éste, y así como antes protestaban contra la guerra ahora protestarán contra la paz. De hecho, esta semana los partidos de baloncesto en que juegan equipos de Israel se van a celebrar sin público por temor a altercados. ¡Y el ministro del Interior sigue permitiendo estos ataques a nuestra libertad y nuestra seguridad!

Dirán que las protestas no son contra la paz sino contra el genocidio israelí, que es para ellos un incuestionable sintagma. Pero esa es otra falacia, ya que el término genocidio no es un genérico superlativo del horror o la masacre que ha supuesto la guerra, sino que presupone la existencia de una voluntad de exterminio; y la detención de los ataques con los acuerdos de paz evidencia que ese propósito no existió nunca. Como también lo hace el hecho de que haya casi dos millones de palestinos viviendo y trabajando en Israel con los mismos derechos que el resto de ciudadanos del país.

Y si los acuerdos de paz en Gaza les cogen a contrapelo, el Nobel a María Corina Machado les ha sentado como una patada en el bajo vientre. Ha habido que esperar 5 días para que el presidente encontrara el comentario lo suficientemente equidistante con el régimen venezolano, es decir, lo suficientemente asqueroso.

Mientras tanto, mejor ir a hacerse el egipcio (¡uy, que metáfora tan inoportuna con la que está cayendo en Ferraz!) y llegar a poner la firma y la caradura de mal pagador en un acuerdo que tampoco se ha leído. Sánchez debería haber vuelto cantando, con una pequeña adaptación, la canción Marieta de Javier Krahe a la que la gente de mi generación le sabrá poner la música: «… y yo con mi embargo como un gilipo-llas, madre / y yo con mi embargo como un gilipoooollas».

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