¡Vaya jeta!

¡Vaya jeta!
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Pedro Sánchez ha dado, seis días después, explicaciones públicas de su viaje en el Falcon de la Fuerza Aérea española al Festival Internacional de Benicassim (FIB) para asistir al concierto de The Killers. El presidente ha descargado toda responsabilidad en su equipo de seguridad, el cual, según Sánchez, recomienda desde 2015 que todos los viajes de los presidentes del Gobierno se realicen por medios aéreos.

La excusa puede resultar obvia si Sánchez se tiene que desplazar en un viaje oficial, por ejemplo, a Melilla o a Algeciras para comprobar in situ los problemas derivados de la llegada masiva de inmigrantes. Incluso sería comprensible si el desplazamiento es para disfrutar de sus vacaciones, como seguramente hayan hecho Mariano Rajoy, José Luis Rodríguez Zapatero o José María Aznar. Lo que es del todo reprobable es que se utilice un costoso bien del Estado para irse una noche de marcha.

Sánchez se ha visto obligado a dar su versión –porque tocaba comparecencia conjunta con Macron– y buscar una nueva excusa. En un primer momento utilizó como parapeto a la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, que salió en defensa del presidente alegando que se trataba de un viaje oficial: un encuentro de poco más de 45 minutos con el presidente valenciano Ximo Puig y una corta visita al Ayuntamiento de Castellón. Calvo añadió a la ecuación que el presidente tenía «un evento cultural» para justificar su presencia en el concierto de The Killers. Un despropósito, pues en la agenda de Sánchez, como publicó OKDIARIO, no constaba evento nocturno alguno.

La cortada no sirvió de nada y se fue desmoronando a medida que se conocían más detalles del viaje. Como, por ejemplo, que el viernes por la tarde no había programado ningún vuelo en el Aeropuerto de Castellón y fue abierto, ex profeso, para la llegada de Sánchez. Un detalle, la titularidad del aeródromo pertenece a la Generalitat Valenciana, o sea, a Ximo Puig. También se ha sabido por los medios que el avión regresó el mismo viernes a Madrid, y volvió el sábado para recoger a Sánchez. De nuevo, el socialista Puig abrió el aeropuerto para el aterrizaje del Falcon del presidente Fiber – como se conoce a los asiduos al FIB– puesto que por la mañana no se esperaban operaciones en la instalación aeroportuaria.

Pedro Sánchez está en su perfecto derecho de ir a un concierto, al cine o de farra a Magaluf, pero no a costa del contribuyente. Si no, que tome nota de la presidenta de Croacia, Kolinda Grabar-Kitarovic, que acudió al Mundial de Rusia como una hincha más. Pagó los billetes de avión de su bolsillo, volando en vuelos regulares con los aficionados croatas, se compró sus propias entradas para disfrutar de los partidos en la grada junto a los suyos. Podía haber tomado el camino fácil, aducir como Sánchez motivos de seguridad porque viajaba a un país extranjero y a un evento masivo, pero no lo hizo.

Kolinda ha dado un ejemplo que, a buen seguro, le reportará muchos votos en las próximas elecciones de su país. Todo lo contrario que a Pedro Sánchez, que ha resucitado el sonrojante caso del Mystère de Guerra que tanto daño hizo a la imagen de los socialistas.

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