ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS

Vance vence por goleada a Walz en el debate

Vance vence por goleada a Walz en el debate

La bestia negra del régimen, Elon Musk, resumió hace unos días en su propia red social, X, qué es lo que se juegan los norteamericanos en las elecciones de noviembre: «Si Trump no es elegido, estas serán las últimas elecciones. Lejos de ser una amenaza para la democracia, es la única forma de salvarla». Musk estaba hablando concretamente de la sustitución demográfica que se ha acelerado deliberadamente bajo el mandato de Biden-Harris mediante un descontrol absoluto de la frontera sur, pero también podría haberse referido a otro asunto que el billonario trata de forma obsesiva: la muerte de la libertad de expresión.

En el debate de anoche entre los dos candidatos a la vicepresidencia, J.D. Vance y Tim Waltz en la cadena CBS, el primero alertó del peligro inminente de que la presunta lucha contra las fake news y los orwellianos discursos de odio acaben con lo que ha sido una seña de identidad para el sistema norteamericano, la más absoluta y abierta libertad para expresar pacíficamente lo que a uno le venga en gana, sin la que no puede haber democracia. Y es más que sintomático que antes de acabar el debate la cadena le cortara el micrófono cuando estaba hablando.

Se trataba de una de esas verificaciones de datos de la propia cadena -proKamala hasta los tuétanos- que llovieron sobre el republicano y dejaron en paz al demócrata. Vance, con datos incontestables y completos desafió el fact check y la cadena no estuvo dispuesta a permitir semejante osadía.
En el debate, Vance ha vuelto a demostrar que Trump eligió sabiamente. Los demócratas trataron de contrarrestar su entrada en el tándem republicano tachándolo de weird, raro en un sentido ligeramente siniestro, lo que no deja de sorprender en un partido que dice creer que un hombre se convierte mágicamente en mujer con solo decir que lo es o que apoya que drag queens vayan a leer cuentos a niños pequeños.

El debate en sí fue más civilizado y cortés que la lucha en el barro de Trump y Kamala. No hubo insultos ni apenas referencias personales, y el combate acabó con un apretón de manos. Pero si he de adoptar el tono de comentarista deportivo usual en las crónicas posteriores a un debate electoral, he de decir que Vance ganó por goleada.

Vance estuvo sereno y rápido, conocedor en profundidad de los temas sobre los que le preguntaba, y con el acierto de recordar de continuo lo que los demócratas siempre pasan por alto: que Kamala Harris es la vicepresidente y lleva siéndolo todos estos años, cómplice de Biden en su desastrosa administración y, por tanto, suena un poco absurdo que se presente como una voz nueva con soluciones mágicas nunca antes probadas.

Es cierto que delante no tenía precisamente a un peso pesado. Tim Walz, gobernador de Minnesota, se ha revelado desde su elección como un fabulador de su propio historial, un líder desastroso -dejó arder su estado en las algaradas de Black Lives Matter poniéndose del lado de los vándalos- y un extremista woke. No era rival. La semana pasada, CNN informó que Walz estaba un poco preocupado por el enfrentamiento. «Tim Walz le está diciendo a la gente que está tan nervioso por enfrentarse a JD Vance como lo estaba el domingo por la tarde de agosto cuando le advirtió a Kamala Harris en su entrevista con su compañero de fórmula que era malo en los debates», afirmó CNN. «Tal vez más nervioso, según varias personas que han hablado con él».

Waltz tiene todos los defectos que resaltan las virtudes de Vance: es brusco donde Vance es sereno, alocado y vago allí donde Vance despliegue argumentos razonados y datos precisos. Y se notó en el debate, en el que Walz parecía a veces nervioso y alterado, con algunas bochornosas pifias.
Vance conectó con un amplísimo colectivo de estadounidenses normales y corrientes, no necesariamente MAGA.

JD Vance está arrasando en el debate vicepresidencial. Su dominio de la política, su claridad en la comunicación y su forma de conectar con el público estaban muy por encima del nivel de Walz. No se perdía en vagas consignas biensonantes, sino que desgranó soluciones reales y un profundo conocimiento de los problemas a los que se enfrentan los estadounidenses de a pie, desde los retos económicos hasta la seguridad fronteriza.

Vance desplegó el tipo de liderazgo y acción decisiva que muchos votantes esperan desesperadamente, demostrando que no sólo está bien informado, sino que también tiene la fuerza para respaldar sus palabras. Mientras Walz intentaba devolver la conversación a los lemas electorales y frases facilonas que evidentemente había estado ensayando, Vance articulaba una visión clara y meditada. Era un espectáculo ver a Walz cuando Vance hablaba, dándole enfáticamente la razón repetidamente con gestos de cabeza y contemplándole con lo que solo puede llamarse arrobo.

Y acabamos por donde Vance empezó, su presentación, que resume igualmente su postura y refleja mucho del reto que tiene por delante el ciudadano norteamericano en estas elecciones. «Me crié en una familia de clase trabajadora. Mi madre necesitó ayuda alimentaria durante períodos de su vida. Mi abuela necesitó ayuda de la Seguridad Social para criarme, y me crió en parte porque mi propia madre luchó contra la adicción durante gran parte de mis primeros años de vida. Fui a la universidad gracias a la ayuda del Ejército después de alistarme en el Cuerpo de Marines y servir en Irak».

«Y por eso estoy aquí pidiendo ser su vicepresidente con una gratitud extraordinaria por este país, por el Sueño Americano que hizo posible que yo viviera mis sueños… Quiero intentar convencerles esta noche, durante los próximos 90 minutos, de que si conseguimos un liderazgo mejor en la Casa Blanca, si conseguimos que Donald Trump vuelva a la Casa Blanca, el Sueño Americano va a ser alcanzable una vez más».

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