¿Para qué han servido las elecciones en Extremadura?
En Ferraz y en las redacciones de la opinión sincronizada se han agarrado a esa pregunta para poder autocontestarse ‘que no han servido para nada’. Sin embargo, como nos decían en el cole, se engañan a ellos mismos y a sus padres, y esa retórica respuesta negativa es completamente impostada.
Desde el punto de vista del PP el muy positivo análisis se lo ofreció el propio Gallardo cuando compareció la noche del domingo y reconoció que los resultados `son malos, muy malos´. ¡Pues eso, ya está! Bastaría esa declaración para decir, parafraseando al mítico José María García: ¡para la cinta! Porque ya no hay que buscar más; la realidad es que, a partir de esa consecuencia para el PSOE, el PP no ha necesitado crecer mucho para convertirse en el indiscutible vencedor de las elecciones y, más aún, para consolidarse como la única posibilidad de gobierno para Extremadura hoy y para España mañana.
Es un poco chocante que digan que Guardiola ha vuelto al cajón de salida y que va a tener muy difícil gobernar, cuando la presidenta refuerza su liderazgo y el PP supera con holgura a toda la izquierda; pero es insólito que lo digan los mismos que se enferman de posibilismo cuando Sánchez tiene que negociar leyes, institucionalidad y gobernabilidad con un puñado de partidos que tienen intereses que o son inaceptables o son directamente inconfesables.
Pero es que incluso el que el PP pierda 8 mil votos en un marco de descenso de la participación de casi 10 puntos no es muy preocupante. Y el que Vox le haya podido robar unos miles de votos para protagonizar su espectacular crecimiento no es un drama si los populares terminan incrementando también su porcentaje de apoyos, porque eso quiere decir que lo hace a costa del PSOE.
Pues por todo eso los resultados para el PP, sin ser óptimos, son entre buenos y muy buenos; y no se sabe si gracias o a pesar de la propia candidata que, con su particularísima campaña, consiguió ponerse en contra a casi todos los medios. Claro, que estos ahora le devuelven el poco protagonismo que ella les dio siendo rácanos en el reconocimiento de su éxito.
Por su parte, el PSOE y Vox no quieren respirar por la herida y se encastillan en esa pregunta sabiendo que la respuesta es fría y seca como un tajo de espada.
Lo de los socialistas es obvio. Como la derrota es tan evidente (pérdida de 100 mil votos; 44% de los obtenidos en 2023) intentan pasar muy rápido por ella y se quieren detener en otras derivadas; pero no, no nos engañemos, esta es la verdad y la verdadera noticia: a Pedro Sánchez y al sanchismo les han dado, no una patada, sino una enorme azotaina, y no solo en el culo del pobre Gallardo. Es cierto que a este infeliz hubiera bastado con ponerle en las listas para conseguir su aforamiento, y así no hubiera tenido que pasar el trago del domingo por la noche sin conseguir mostrar un ápice de la cualidad de su apellido. Pero la tunda ha sido tan morrocotuda que anticipa que las posaderas del propio presidente Sánchez van a quedar inhabilitadas para ocupar cualquier asiento una vez que se atreva a preguntar a todos los españoles lo que piensan de él.
En el caso de Vox el indudable éxito (crecimiento de 40 mil votos y casi 9 puntos porcentuales) refuerza de manera sobresaliente su proyecto ideológico y premia su estrategia nacional, pero los efectos prácticos a nivel autonómico no son tan obvios. Los once diputados en Mérida de ahora sirven para menos que los cinco de antes; entonces el PP necesitaba que le dijeran que sí, ahora le basta con que no le digan que no.
Se enfrentan, por tanto, a una prueba diabólica. Su electorado ha entendido la negativa a los presupuestos porque llevaba a unas elecciones que permitía castigar con dureza al sanchismo, pero, una vez conseguido ese objetivo, quizá no quieran asumir el riesgo de empujar a Guardiola a unas elecciones que puedan revivir a un PSOE al que ahora han vapuleado. Hay que pensar que muchos ciudadanos no dejan de ser de izquierdas aunque ahora hayan dejado de votar al sanchismo.
Así que, como les pasaba a aquellos disidentes judíos que en La Vida de Brian de los Monty Python se preguntaban `qué les habían dado los romanos´, podemos ahora concluir que, si no se tiene en cuenta el tremendo éxito de Vox, el refuerzo del liderazgo regional de Guardiola y la clara mejora en su posición negociadora, la consolidación del proyecto nacional del PP como única alternativa de poder, la eliminación fáctica de Gallardo y aún del PSOE como actor en un territorio donde ganó las últimas elecciones y la escenificación de la situación terminal del sanchismo, las elecciones en Extremadura no han servido para nada. ¡Pero vaya si han servido!