Todo acto tiene consecuencias

Todo acto tiene consecuencias

Pongámonos en situación al recordar que en las finales de Copa del Rey de 1981, 1998 y 2003, la posición del Mallorca en la liga era muy diferente a la de la presente temporada. Y de esta, la del 2024, parten no pocos de los errores que han conducido a la final del domingo, que esta vez si lo es de verdad, de la que saldrá vencedor, no solo porque así lo pronostiqué hace semanas, sino porque, en caso contrario, habrá merecido lo que le pase.

La gestión del club, es decir de sus máximos ejecutivos tanto en el área administrativa como la deportiva, ha sido peor que la del cuerpo técnico, la propia plantilla y parte de la mismísima afición ya desde antes del viaje a ninguna parte, llamémosle Sevilla. Mientras Javier Aguirre no ha descabalgado de su discurso de que ya deben ser ochenta, ni lo sé ni me importa, las jornadas en que bajo su dirección el equipo no ha entrado en descenso, su único argumento adyacente respondía a la falta de calidad de los jugadores que, aun siendo evidente, nunca ha conseguido integrar en su obsesivo trabajo defensivo. Claro que tampoco olvidemos que alguno de estos futbolistas tan limitados e incluso agotados han sido renovados precipitada e incomprensiblemente sin necesidad de tanta prisa; craso error impropio de cualquiera medianamente profesional al frente de una dirección deportiva.

Tampoco es de recibo disputar la recta final de la liga con un técnico que no va a continuar, ni quiere, anticipando fuera de todo lugar, ética y responsabilidad, el nombre o nombres de sus sustitutos. Esto va más allá de los gustos personales en relación al trabajo del charro y sus ayudantes, alguno de los cuales se cura en salud filtrando el parte de un mar de fondo entre el palco y el banquillo incluso durante ciertos partidos. Por si fuera poco un movimiento populista, careta en mano, afeando al técnico o tratando de imponer la alineación de un jugador vía manifestación popular cuyo protagonista no debió consentir. Solo faltaban los previsibles triunfos del Cádiz para perder el tiempo en maldecir conciliábulos y conspiraciones judeo masónicas que no van a alterar ningún resultado.

Desde el pasado día 6 de abril no llevamos hablando más que de Aguirre, su sucesor, Abdón y banalidades diversas a ritmo de «rap» en forma de Arrasate, o «fichajes» de enjundia como la prolongación de los contratos de Dani Rodríguez, Antonio Sánchez y el propio Prats. Nos han vendido la piel del oso antes de cazarlo y se la hemos comprado sin pensar que la historia puede acabar como el chiste del plantígrado en cuestión: «usted no ha venido a cazar, ¿verdad?».

Lo último en Opinión

Últimas noticias