Los terroristas ‘buenos’ votan a Sánchez

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En las interminables ocho páginas que tiene la inmensa exposición de motivos de la Proposición de Ley de Amnistía, la palabra Constitución y sus derivados constitucional y constitucionalidad se repiten hasta en 46 ocasiones, casi seis veces por página. En lugar de exponer las razones por las que se redactan los apenas 16 artículos que contiene ese texto legal y justificar los objetivos que se pretenden alcanzar con la amnistía, que es a lo que se debe dedicar el texto que precede a su articulado, en esta ocasión sus redactores, entre los que se rumorea que se encuentra Cándido Conde Pumpido, socialista puesto al frente del Tribunal Constitucional que tendrá que revisarla, se han dedicado a repetir una y otra vez algo así como que este proyecto es constitucional, dado que su constitucionalidad se fundamenta en su marcado carácter constitucional avalado por la Constitución. Tan infantil como cierto.

El problema viene cuando, después de redactada la exposición de motivos que repite 46 veces que sus 16 artículos son constitucionales, en el proceso de negociación de enmiendas con los políticos a los que se va a amnistiar a cambio de sus siete votos, se modifica sustancialmente el contenido de dichos artículos. Ahora nos encontramos conque los mismos argumentos que decían que quedaban excluidos de la amnistía los actos tipificados como delitos de terrorismo castigados en el Código Penal, siempre y cuando haya recaído sentencia firme y hayan consistido en la comisión de alguna de las conductas descritas en el artículo 3 de la Directiva (UE) 2017/541; sirven ahora para justificar que solamente estarán excluidos «siempre y cuando, de forma manifiesta y con intención directa, hayan causado violaciones graves de derechos humanos, en particular, las previstas en el artículo 2 y 3 del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, y en el derecho internacional humanitario», es decir, la muerte y las torturas, tengan sentencia firme o no.

El ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, para defender su Proyecto de Ley de Amnistía, decía hace una semana que el terrorismo siempre era un delito grave: «los delitos graves» como los de terrorismo tenían que estar «exceptuados de la amnistía». Después de negociarlo con sus socios, acusados de terrorismo, ahora insiste en que «dijimos que el terrorismo se quedaba fuera de la Ley de Amnistía y fuera se queda cuando supone violaciones graves de derechos humanos», es decir, cuando haya intención de asesinar o de torturar. Y se queda tan ancho. Otra vez más tenían una línea roja y se la han saltado, igual que hicieron con los indultos o con el delito de sedición, y lo mismo que harán con el referéndum de autodeterminación sin la menor duda.

O sea, que ahora sí se podrá amnistiar a condenados por terrorismo con sentencia firme siempre que los políticos opinen que esos terroristas no tuvieron intención directa de asesinar o torturar. Y en el caso de que aún no haya una sentencia firme serán los políticos del PSOE y sus socios de Gobierno, los mismos que van a ser amnistiados, los que decidirán si el delincuente amnistiado ha cometido un acto de terrorismo o no y si su intención directa era causar graves violaciones de derechos humanos o sólo leves violaciones de derechos humanos. Y la ley seguirá siendo igual de constitucional, porque así lo asegura en su exposición de motivos, que lo mismo sirve para un roto que para un descosido.

Por supuesto que el Convenio Europeo de Derechos Humanos no distingue entre graves y leves violaciones de derechos humanos. El artículo 3 de la mencionada Directiva (UE) 2017/541 habla lo mismo de asesinatos, secuestros y torturas, como de «atentados contra la integridad física de una persona», de «destrucciones masivas de instalaciones estatales o públicas, sistemas de transporte, infraestructuras…» y de «la fabricación, tenencia, adquisición, transporte, suministro o utilización de explosivos»; y los califica a todos por igual como «delitos de terrorismo», sin que en ningún momento se le ocurra decir que la muerte y la tortura son delitos graves y todos los demás son leves delitos de terrorismo.

Eso de que existe un terrorismo bueno y otro malo, según sea la supuesta intención del terrorista, es un chiste sin gracia; un insulto a la inteligencia; una burla a los votantes. Si el terrorismo leve es el que le sirve a Sánchez para ser presidente, acabará amnistiando a Chapote.

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